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Reflexión de Adviento

Vía Crucis
por Angel Valdez

“Prometiste que vendrías y cumpliste tu promesa. Pero ¿cómo, Señor, ¿cómo viniste? Lo hiciste tomando como tuya una vida humana. Te hiciste como nosotros en todo: nacido de mujer, Sufriste bajo Poncio Pilato, fuiste crucificado, moriste y fuiste sepultado, y así retomaste lo mismo que nosotros queríamos desechar.  Tú comenzaste lo que pensábamos que terminaría con tu venida: nuestra pobre forma de vida humana, que es pura fragilidad, finitud y muerte.

“Contrariamente a todas nuestras esperanzas, te apoderaste precisamente de este tipo de vida humana y la hiciste tuya. Y no hiciste esto para cambiarla o abolirla, ni para poder transformarla visible y tangiblemente, ni para divinizarla. Ni siquiera la llenaste hasta rebosar con la clase de bienes que los hombres son capaces de arrebatar del pequeño y rocoso acre de su vida temporal, y que laboriosamente almacenan como sus escasas provisiones para la eternidad.

            “No. Tú tomaste sobre ti nuestro tipo de vida, tal como es”.

  • Karl Rahner

 

La observación de Rahner no es el tipo de cosa que cambia tu vida: sabemos que Jesús vino y se hizo humano. La Encarnación –la Navidad– siempre ha sido esta historia de Dios volviéndose finito, del Creador volviéndose criatura…

Y, sin embargo, hay algo en la frase “Retomaste lo mismo que queríamos descartar” que me hace sentarme erguido. Resulta que yo, como los fariseos de la época de Jesús, estoy buscando un Mesías que vendrá con señales de su bienaventuranza. Al venir como un “pobre humano”, Jesús no parece bendecido; Cuando Jesús curó a un endemoniado, los fariseos respondieron: “Sólo por Beelzebul, el príncipe de los demonios, este expulsa los demonios”. Jesús estuvo tan lejos de lo que se esperaba que cuando hizo algo notable, la respuesta es colocarlo en alianza con el diablo porque ningún otro pensamiento tiene sentido.

 Cuando Jesús pasó a formar parte de la creación, vino pobre y absolutamente insignificante; Su vida era tan trivial que Pilato lo mató antes de arriesgarse al disgusto de la multitud. Pilato estaba preocupado por la multitud, no por este hombre que decía ser Dios. “Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús, después de hacer azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran”. Como escribe Rahner: “Tú tomaste sobre ti nuestra forma de vida, tal como es”.

 Jesús vino a redimirnos y revelarnos a Dios. “Les di a conocer tu nombre y lo haré saber, para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos”. Y por eso los Evangelios muestran un énfasis en revelar al Padre. Esta vida que Él tomó sobre sí mismo –sujeta al poder y a la muerte–, apunta a Dios. Jesús vino a nosotros pobre porque así es Dios. Quizás Jesús fue pisoteado porque Dios se niega a pisotearlo…–

Jesús nos diría qué hace que una persona sea “bienaventurada” — “Bienaventurados ustedes los pobres, porque suyo es el Reino de Dios. Bienaventurados ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Bienaventurados ustedes los que ahora lloran, porque reirán. Bienaventurados serán cuando la gente los odie; cuando los excluyan, los insulten y denuncien su nombre como malo a causa del Hijo del Hombre. ¡Alégrense y salten de gozo en ese día! He aquí, que su recompensa será grande en el cielo”. Pobreza, hambre, llanto: nuevamente, la definición de bendición de Jesús es “precisamente lo que queríamos desechar”.

 Jesús proclama como benditas exactamente las cosas que pedimos que Dios elimine. Pero Jesús eligió esta misma vida, tal vez como una expresión de quién es Él.

 Se entiende que el Adviento mira hacia adelante a la venida final de Jesús y hacia atrás a su primera venida. Y, el lenguaje de estos advenimientos difiere. La venida final tiene poder y gloria, nubes y ángeles; la primera venida tuvo pobreza e ignominia, destitución y rechazo. Y estas presentaciones suenan tremendamente diferentes hasta que recordamos que Jesús habló de Su glorificación en referencia a la Cruz. “El poder [de Dios] se perfecciona en la debilidad.”  Por lo tanto, la segunda venida puede reformularse en términos que se parecen muchísimo a la primera venida.

Supongo que su segunda venida debería parecerse a la primera — porque es el mismo Dios que viene y regresa. El simbolismo del fin de los tiempos hace que la segunda venida parezca clara y obvia. Pero, si la segunda venida de Jesús se parece a su primera venida, será fácil pasarla por alto. Un pobre o un ser humano en una zona de guerra es mucho más común; eso haría muy fácil que el Señor pueda mezclarse con el resto de nosotros.

Quizás es por eso que Dorothy Day y Casa Juan Diego miran con tanta frecuencia a Mateo 25: “Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me recibiste, desnudo y me vestiste, enfermo y me cuidaste, en prisión y me visitaste.” Quizás ver a los pobres sea sólo una manera de estar preparados para la venida de Jesús nuevamente.

El Trabajador de Houston, Vol. XLIII, No. 4, octubre-diciembre.