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Transformación de base: Montañas de plástico desechable causan alarma

por L. V. Díaz

Colleen graduó recientemente de la Universidad Purdue. Ella es una Trabajadora Católica de Casa Juan Diego.

Debido a que el Papa Francisco compuso tan hermoso discurso sobre nuestra casa común en su encíclica en el 2015, Laudato Si, entrelazaré sus escritos con los míos en la pieza que se presenta a continuación. Sus reflexiones, tanto tiernas como apasionadas no pueden ser ni sobrestimadas ni lo suficientemente circuladas.

“A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman «rapidación». Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. A esto se suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral. El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad.” (Capítulo 1, párrafo 18)

Deberíamos realmente dar gracias infinitas de que el plástico a base de aceite, como un polímero multi-variedad y un product multi-uso, no fue creado antes de finales del siglo 19. Aunque las circunstancias actuales permanecen terribles y demandan nuestra atención apremiante, parece con certeza que hay una providencia matizada dentro de esta época específica de la humanidad- ya que el plástico, tan perpetuamente transformativo como lo ha sido, adquirió un rol importante relativamente hace poco. Como la serie de National Geographic“¿Planeta o Plástico?” reportó recientemente, tenemos solamente 9.2 billones de toneladas de plástico que manejar, de las cuales 6.9 mil millones han sido ya consideradas basura. Una investigadora en la Universidad de Georgia, Jenna Jambeck, nos dice que imaginemos esto: cinco bolsas de plástico de supermercado llenas de desperdicios plásticos, posadas en cada pie de las costas del mundo. Esto sería equivalente a 8.8 millones de toneladas, su estimado conservador de la cantidad de plástico que tan solo los  océanos reciben de nosotros cada año.

“La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura.” (Capitulo 1, Párrafo 21)

En mi opinión, uno de los problemas primordiales que sirve como cimiento para el monstruoso problema plástico  de nuestro mundo es el lenguaje que utilizamos al hablar de la basura: “tíralo a la basura,” “deséchalo.” Un momento de hacer una pausa, y tal vez una lección de la ley de la conservación de la masa del químico Lavoisier, fácilmente nos demuestra que “tirar” y “desechar” no son palabras que describan correctamente lo que hacemos cuando mandamos un objeto a la basura. Puede sonar tonto o sin importancia, pero pienso que dar por sentada nuestra basura, plástica y otros, esta dicción errónea perpetúa la desconexión que tenemos de la basura que producimos. Si somos honestos con nosotros mismos, tal vez seremos capaces de admitir que apenas un pensamiento está dedicado a considerar en dónde termina este tenedor de plástico o esta botella de agua después de que abandona nuestras manos. Por el momento no tengo otra sugerencia que hacer que pueda reemplazar nuestro uso de “tirar” y “desechar” pero me gustaría exhortarnos a todos meditar acerca de las decepciones que “tirar” y “desechar” continuamente refuerzan. Aunque constantemente sale de nuestras casas, lugares de trabajo y espacios, nuestra basura nunca se “tira” o se “desecha”. Simplemente se traslada y a veces se transforma.

“Somos parte de la naturaleza  y estamos interpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su comportamiento, de sus maneras de entender la realidad.” (Capituló 4, párrafo 139)

Estamos aprendiendo cada vez más, que nuestros desechos plásticos se trasladan a una variedad de lugares, sembrado un caos tóxicos en cada uno de ellos. Casi diario, un nuevo descubrimiento acerca de los impactos del daño relacionado con el agua causados por el plástico, se muestra accesible a través de diferentes medios de noticias. Tan solo hoy leí un estudio terminado recientemente que recuenta brutalmente su descubrimiento de que sus 102 especímenes de tortugas, viviendo en tres diferentes océanos, todas tenían plástico en sus sistemas digestivos.

“El fin último de las demás criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios, en una plenitud trascendente donde Cristo resucitado abraza e ilumina todo. Porque el ser humano, dotado de inteligencia y de amor, y atraído por la plenitud de Cristo, está llamado a reconducir todas las criaturas a su Creador.” (Capítulo 2. Párrafo 83)

Tal vez usted también se ha encontrado con un montón de artículos describiendo a las tortugas marinas y otras criaturas ( por ejemplo, ballenas, gaviotas) ingiriendo plástico después de confundirlo con comida y sofocándose o sufriendo desfiguraciones debido al alcance imperdonable del plástico. Podría decirse que la imagen anti-plástico de esta época, la imagen más frecuentemente evocada cuando evaluamos nuestro consumo de plástico, es aquella de la tortuga marina con un rastro de sangre saliendo de sus fosas mientras los investigadores le quitan un popote de plástico atorado en su cavidad nasal. Desde que este video se hizo viral en el Internet, mi observación ha sido que un gran número de individuos ha llegado a la conclusión de que el popote de plástico es el mayor y más innecesario daño que la naturaleza ha enfrentado- y las tortugas marinas siempre son su presa. Es más, debido a que el popote de plástico es la antítesis de la salud y la conservación de la vida marina, muchos se han comprometido a usar popotes reutilizables, si es que deciden utilizar alguno, en lugar de los de plástico que se utilizan sólo una vez. Mientras está conclusión podría ser considerada parcialmente verdadera y genuinamente aplaudida por su esfuerzo por eliminar los popotes de plástico como amenaza, su alcance es injustamente limitado.

“El corazón es uno solo, y la misma miseria que lleva a maltratar a un animal no tarda en manifestarse en la relación con las demás personas… Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra.” (Capitulo 2, párrafo 92)

Un análisis más profundo de nuestros arraigados hábitos que tienen que ver con el plástico, revela que no sólo son las tortugas marinas y las otras criaturas marinas que están en todas las noticiasque están siendo profundamente afectadas por nuestros plásticos excesivos, ni tampoco solamente los popotes de plástico los que están causando el daño.

Más bien, cerca de 700 especies distintas, incluyendo las que ya están en peligro, han sido identificadas como víctimas del dominio global generalizado del plástico. Encima de eso, nuestra preocupación debería expandirse para incluir la tierra así como los mares (y para ser más precisos, todos los canales de agua).

Se ha proyectado que Estados Unidos se quedará sin basureros o vertederos en menos de 20 años, pero la cantidad de basura- en su mayoría comprendida por materiales plásticos-que enviamos a los basureros está aún en aumento. En partes del mundo menos desarrolladas,específicamente en áreas urbanas densamente pobladas, la falta de infraestructura y espacio se combinan para hacer el dilema de manejar toneladas de desechos plásticos aún más grave. ¿Y estas toneladas de basura plástica? Desafortunadamente, están hechas de mucho, pero mucho más que solamente popotes de plástico.

“Si la tierra nos es donada, ya no podemos pensar sólo desde un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio individual. No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán.” (Capitulo 4, párrafo 159)

Cuando ampliamos nuestro entendimiento de la contaminación plástica para incluir más que sólo tortugas marinas y océanos, y sólo popotes plásticos, damos cabida a los microplásticos también. Los microplásticos son los pequeños pedazos de plástico que se han descompuesto de manera tan extensa que son muy difíciles de percibir, y se originan de toda clase de objetos plásticos- botellas de plástico, contenedores, bolsas, cepillos de dientes, cepillos de pelo, canastas de lavandería, envolturas de comida, ropa sintética, pequeños pedazos de plástico utilizados en los productos de belleza, basura de la industria de manufactura.

Un lugar en el que los microplásticos han sido descubiertos es en los platos de comida de los humanos. Cuando los animales marinos consumen inadvertidamente estos microplásticos, también atados a otros componentes dañinos, eventualmente escalan en la cadena alimenticia y llegan a nuestros estómagos cuando comemos pescado. Un estudio reciente encontró que de 18 muestras de especies, todas ellas habitando en los Grandes Lagos de Norteamérica y cada una formando parte de la cadena alimenticia que trae comida a nuestras mesas, cada una había estado tragando cantidades masivas de microplásticos. Para muchos, incluyéndome a mí, el hecho de que la ubicación de la contaminación plástica incluyera los Grandes Lagos puede traer la magnitud del problema más cerca de casa que la de la vastedad de los “océanos contaminados” trae.  Nuestros plásticos están en todas partes.

“Los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos.” (Capítulo 6, párrafo 205)

¿Qué podemos hacer para atender el problema provocado por el plástico? Mientras la responsabilidad de las corporaciones es importante (aquellas ganancias con certeza pueden arrancar laboratorios innovadores enfocados a crear alternativas al uso único de los plásticos), y aunque la situación es desesperante, estoy escribiendo como y para un Trabajador Católico. Todavía me apego enérgicamente a la premisa del “personalismo gentil.” Los pasos que nosotros como individuos podemos seguir deben comenzar con contemplación intencional y continuar con acciones pensadas pero pacientemente guiadas. Tan solo hace poco en nuestra historia, vivíamos en un mundo que no sabía nada acerca de desechar el plástico – y mientras este mundo puede existir otra vez, no se materializará inmediatamente. Sobre todas las cosas, el resultado de nuestra consideración sobre la contaminación plástica deberá ser conscientemente que ésta aumenta con el tiempo, pero no de acuerdo a alguna tasa definida.

Una a una, las sustituciones del plástico naturalmente acompañarán nuestras reflexiones, de acuerdo a nuestros medios económicos y a las restricciones de tiempo. El Papa Francisco escribió [en el capituló 6, párrafo 211]: “Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel…. Todo esto es parte de una generosa y digna creatividad, que muestra lo mejor del ser humano.”

Pieza por pieza, conversación por conversación, de pequeñas acciones diarias en pequeñas acciones diarias, podemos creativa y personalmente desmantelar la noción de que nuestro mundo es desechable mediante dejar de contaminar cada parte de su superficie con plásticos. Que el entusiasmo y la gratitud nos acompañen en este camino.

 

Sugerencias de Acción:

“Aquí en el Trabajador Católico de Houston, hemos comenzado a usar tiras de detergente de la marca Dizolve (“Disolver”) para la lavandería de ropa – nos permiten dejar de utilizar bolsas tamaño sándwich…”

 

  1. Aquí en el Trabajador Católico de Houston, hemos comenzado a usar tiras de detergente de la marca Dizolve (“Disolver”) para la lavandería de ropa – que nos permite dejar de utilizar bolsas tamaño sándwich para racionar el jabón de lavadora en polvo. ¡El escepticismo inicial de nuestros huéspedes se ha “disuelto” en un compromiso firme!
  2. Abandonar las botellas de plástico (y el costo asociado), e invertir en una botella reusable.
  3. Usar jabón de barra en lugar de jabón liquido, ya que éste último viene en contenedores de plástico.
  4. Llevar cubiertos de metal en nuestra bolsa para poder evitar usar cubiertos de plástico cuando salimos de casa.
  5. Usar bolsas reutilizables para las compras, evitar usar bolsas de plástico para las frutas y verduras, ya que probablemente las lavaremos de todas maneras.
  6. Si está comiendo fuera, traiga su propio contenedor para llevar las sobras, ya que muchos restaurantes le darán estas sobras en contenedores de unicel (una forma de plástico)
  7. Si es posible, comprar comida como pasta, arroz, nueces a granel, utilizando un contenedor o bolsa  reusable. De no ser posible, escoger empaques de cartón en lugar de botellas y bolsas de plástico cuando se trate de comida.
  8. De acuerdo a sus recursos, involucrarse en más investigaciones relacionadas con provocar cambios. Hay una multitud de formas de quitar los plásticos de nuestra rutina diaria. ¡Poco a poco!
  9. Motive a la gente a reducir la contaminación plástica primeramente iniciando discusiones que refuercen el significado del personalismo en este tema – ¡nuestros pequeños propósitos diarios para ser mejores tienen tremendo valor!

El Trabajador Católico de Houston, enero-marzo 2019, Vol. XXXIX.