Queridos Amiugos de Casa Juan Diego,
Es difícil escribir nuestra carta de Navidad este año porque Marcos Zwick ya no está con nosotros. Sin embargo, su espíritu sigue vivo, y en esta carta compartimos algunos de sus pensamientos y los nuestros.
Desde el principio, Casa Juan Diego ha dependido de personas que han creído en la Navidad, personas que han querido que Cristo nazca en el establo que es Casa Juan Diego. Personas que han querido la clase de Navidad descrita por nuestro Señor en Mateo 25:31ff: Cuando sirven a los pobres, nazco en medio de ustedes.
El Espíritu de la Navidad – Jesús nacido pobre en un establo – es una fuerza indomable, a pesar de los esfuerzos del consumismo. Jesús y la Navidad nos pertenecen a todos nosotros para ayudarnos a ver a Jesús en los demás, y así poder evitar la acusación de Dorothy Day: “Aquellos que no pueden ver el rostro de Cristo en los pobres son ateos de hecho”.
Vemos el terror en los ojos de aquellos que vienen a nuestro “pesebre”–sin techo, sin familia ni amigos y algunos aun sin sus piernas, huyendo de condiciones que los dejaron viviendo en chozas sin agua, calor o luz. Vemos el terror en los ojos de aquellos que están seriamente enfermos o sin poder recibir tratamiento médico, en aquellas que están embarazadas y abandonadas y aquellos que han sido abusadas.
Nuestro trabajo más arduo sigue siendo la hospitalidad. Siempre tenemos cerca de 100 personas en nuestras casas cada noche. Cuando albergamos a la gente también albergamos sus problemas. Somos impotentes para controlar partos, peleas, tímpanos rotos, convulsiones, embriaguez, o personas que se desmayan. Todos los días y todas las noches estamos a la merced de la condición humana. La hospitalidad da el empoderamiento a la gente para ayudarla a comenzar de nuevo.
Además de proporcionar tantas noches de alojamiento en nuestro pesebre de Navidad, proporcionamos alimentos a miles cada mes. También se ofrecen servicios médicos y medicinas a cientos de personas en nuestras clínicas de Casa Juan Diego y Casa María, así como asistencia a los muchos enfermos graves y a los paralizados en sus propios hogares.
Todo este trabajo tiene sentido para nosotros sólo a la luz de la Navidad. Nuestro trabajo es mucho más fácil porque no hay salarios ni restricciones de tiempo en Casa Juan Diego.
Estamos pidiéndoles su ayuda por otro año. Necesitamos su ayuda con aquellos que están en necesidad desesperada. Cuando todo parece oscuro y desalentador, la mejor manera de vencer la desesperación es servir a los desesperados. Podemos hacer el trabajo si ustedes nos ayudan con los costos. Nos necesitamos mutuamente para evitar la acusación de Dorothy Day. ¿Podrían practicar un poco de pobreza voluntaria y ayudarnos a seguir adelante durante otro año? Nosotros y los pobres le estaremos muy agradecidos por su generosidad y también por sus oraciones. Dios sabe que las necesitamos.
Que la paz que llega a los que se preocupan por los niños nacidos en un establo esté con ustedes.
Agradecidos en Cristo,
Luisa Zwick, Susan, Dawn, Julia, Holly, Brian, Clarice, Jesús y todos en Casa Juan Diego
El Trabajador Católico de Houston, octubre-diciembre 2017, Vol. XXXVI, No. 4.