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Una celebración de Juan Diego en el Trabajador Católico de Houston

Artist: L. V. Díaz

Nos inspiramos en un sermón del Día de San Patricio este año en la Catedral de San Patricio (en línea a las 6 a. m. entre semana) cuando el celebrante de la Misa nos recordó cómo el santo patrón de un lugar cuida a la gente de esa parroquia.u otro lugar llamado por el santo, del cielo. Con esta reflexión nos dimos cuenta nuevamente de cuánto contamos con el apoyo y las oraciones de San Juan Diego y Nuestra Señora de Guadalupe en Casa Juan Diego.

Nosotros escogimos el nombre de Casa Juan Diego

El nombre de Juan Diego fue elegido para nuestra labor por Marcos Zwick cuando comenzamos. Fue más de 20 años después cuando Juan Diego fue declarado santo.

¿Por qué Juan Diego?

¿Por qué elegimos a Juan Diego como nuestro patrón cuando empezamos Casa Juan Diego?

La pregunta más grande, que es realmente la respuesta, es ¿por qué Dios escogió a Juan Diego para ser el destinatario de las apariciones de Nuestra Señora al pie de ese cerro de Tepeyac?

 La respuesta de muchos estadounidenses puede ser, qué extraño que Dios haya elegido a Juan Diego cuando había tantas personas respetadas para elegir. ¿No era extraño que Dios eligiera a un nativo americano sin un título universitario o una maestría en teología como el mensajero para evangelizar al obispo sobre la importancia y la dignidad de los indígenas? ¿No era extraño que no enviara a María directamente al obispo? Qué símbolo fue y es Juan Diego para los que son don nadie a los ojos de los poderosos, pero son muy apreciados por Dios.

Como dijo Marcos, la Santísima Madre siempre parece estar metiéndose a escondidas entre las personas pobres sin educación o entre los niños para recibir sus honores, por ejemplo en Fátima, Lourdes, etc.

El mensaje de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe estaba en el mensajero, Juan Diego. El elegido era pobre, sin educación formal, no hablaba español y pertenecía a la raza de personas que no eran aceptadas por algunos de los conquistadores como seres humanos o que tuvieran alma.

Nuestra Señora de Guadalupe cambió todo eso cuando envió a Juan Diego al obispo franciscano.

¿Por qué Casa Juan Diego en Houston?

Hace cuarenta y dos años comenzamos el Trabajador Católico de Houston, sin poseer nada excepto nuestro patrón, Juan Diego, y ¿qué podría hacer él por nosotros, de todos modos?

Fue una combinación perfecta. Juan Diego era pobre, impotente y un don nadie en un sentido mundano y nosotros también. También lo eran las personas a las que serviríamos que dormían en autos en los estacionamientos de autos usados en la Avenida Washington, refugiados de las guerras en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Nosotros también éramos don nadie cuando comenzamos a aceptar refugiados a principios de la década de 1980.

Los inmigrantes y refugiados que vinieron y siguen viniendo a nosotros solo con lo que traen puesto son buscados por muchos solo por su trabajo, pero no son considerados seres humanos por muchos, tal como lo fue el primer Juan Diego. Como Juan Diego, no hablan el idioma y no tienen derechos.

 El sacerdote que bendijo nuestro primer edificio pobre, el edificio más feo de Houston, comentó que necesitaríamos $40,000 (en dólares de 1980) para comenzar. No teníamos nada, pero teníamos experiencia y una fe tambaleante, todos preocupados por la responsabilidad y esas cosas.

No teníamos un centavo.

El apoyo financiero llegó. Un párroco en Houston nos dio nuestro primer cheque. Un joven mecánico que vivía en nuestro barrio preguntó si podía hacer algo. Entró en su casa y regresó con cinco billetes de cien dólares. Estábamos en camino de progresar.

Desde este inicio innumerables personas y otras parroquias nos han ayudado a poder dar respuesta a los cientos de personas que vienen cada semana a buscar ayuda, no solo de refugio, sino también de comida o atención médica.

Pintura en la cerca de Casa Juan Diego por Mary Ellen Rouen

Nuestra Señora de Guadalupe apareció en la oscuridad

Juan Diego fue uno de los pocos indígenas que se convirtió al catolicismo durante la época de los crueles conquistadores. Fue una época muy oscura, y la mayoría de la población nativa no estaba convecida de las buenas intenciones de los conquistadores o, por asociación, de su fe.

Un da Juan Diego, un católico bastante nuevo, caminaba al pie del cerro de Tepeyac. Se asombró al escuchar música hermosa y ver a una hermosa dama que le hablaba en términos amorosos. Era María, quien se le apareció a Juan Diego como una princesa Azteca de piel morena y le habló en su lengua materna, el Náhuatl, la lengua prohibida por los conquistadores, Ella tenía una misión para Juan Diego.

La Señora le pidió que llevara su mensaje al Obispo de México. Juan Diego le rogó que enviara a alguien más, alguien noble, alguien conocido y respetado. No pensó que el obispo lo escucharía o le creería. Pero ella lo convenció de ir.

Juan Diego fue a visitar al obispo. Después de que varias personas que trabajaban en la oficina del obispo interfirieron durante un rato, el obispo escuchó, pero le costaba creer lo que Juan Diego le estaba contando sobre la aparición de la Señora del Cielo. Le pidió a Juan Diego que le trajera una señal para verificar la veracidad de sus palabras.

 Juan Diego regresó a Nuestra Señora y le dijo que el obispo había pedido una señal. Ella le dijo que fuera al día siguiente a la cima del cerro Tepeyac, cortara las flores que encontraría allí y se las llevara. Cuando fue allí, se asombró de encontrar hermosas flores en ese lugar rocoso. Los recogió en su tilma (un manto similar a una toga romana) y se los llevó a María. Ella recibió las flores en sus manos y luego las colocó nuevamente en su tilma, pidiéndole que se las llevara al obispo como señal. Ella le advirtió que no se las mostrara a nadie excepto al obispo.

Juan Diego tuvo problemas para volver a ver al obispo porque los hombres a su alrededor desconfiaban y se negaban a dejarlo entrar. Cuando Juan Diego al fin tuvo éxito en verlo y le mostró las flores, las rosas cayeron al suelo y el obispo y los que lo rodeaban vieron la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe impresa en su tilma.

La imagen impresa en frágil tela amate todavía está en la Basílica e intacta

La tilma de Juan Diego con la imagen de Nuestra Señora aún se encuentra en su lugar de honor en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México. donde Nuestra Señora había pedido que se construyera una iglesia. La iglesia ha sido reconstruida a lo largo de los siglos, pero la tilma todavía está allí. Pintores e incluso representantes de Kodak han examinado e investigado la imagen a lo largo de los siglos. Todos han declarado que ningún pintor podría haber pintado esa imagen. Nadie ha podido explicar cómo llegó allí la imagen sino a través de los hechos relatados por Juan Diego. La tela amate sobre donde la imagen está impresa suele durar sólo treinta años. Se han escrito libros enteros sobre todo el simbolismo contenido en los detalles visuales impresos en la tilma.

El tiempo oscuro de la Aparición de Nuestra Señora de Guadalupe

En la época de la conquista y colonización de las Américas cuando vivía Juan Diego, muchos de los invasores pensaban que los indígenas no tenían alma y que por lo tanto no tenían derecho a poseer nada, sino que debían estar sujetos. Fueron tratados mal y esclavizados. Se les prohibió hablar su propio idioma. (Al menos en los países de habla hispana, como dijo Marcos Zwick, todavía estaban vivos, mientras que en los Estados Unidos sobrevivieron pocos nativos americanos). Sin embargo, con los conquistadores también llegaron misioneros que querían compartir su fe con ellos. Fue difícil por el terrible trato que recibía la gente. Sólo unos pocos nativos se habían hecho cristianos.

Los misioneros franciscanos, que trabajaron duro para compartir su fe con los indígenas, los defendieron durante este tiempo antes de la aparición de Nuestra Señora, escribiendo al rey de España y al Papa para argumentar que eran seres humanos con alma. Cuando escribieron, los misioneros describieron la crueldad, la corrupción y la dureza de corazón de muchos de sus propios compatriotas hacia el pueblo.

 Uno de estos franciscanos fue Juan de Zumárraga, Obispo de México. Partes de las cartas del Obispo Zumárraga al Rey Carlos V de España se reproducen en un libro de Eduardo Chávez Sánchez, el postulador de Juan Diego. El libro se llama Juan Diego, Una vida de santidad que marcó la historia (Ciudad de México: Editorial Porrúa, 2002).

A veces se ha contado la historia de las apariciones de María como si no hubiera españoles receptivos. El libro de Chávez muestra cómo las apariciones fueron un estímulo y trabajaron junto con los esfuerzos ya existentes de algunos de los misioneros.

Chávez cuenta cómo mientras el pueblo era esclavizado y sus mujeres tomadas por los soldados, el pueblo acudió llorando al obispo, quien denunció el comportamiento en sus sermones semanales donde los conquistadores asistían a Misa. El obispo se quejó de que Hernán Cortés y sus hombres huyeron de sus sermones, y ya no volvieron a a la iglesia. Por su fuerte crítica a las injusticias, crueldades, robos y corrupción especialmente de los encargados del gobierno de la Ciudad de México, el Obispo Zumárraga fue amenazado y se inventaron mentiras sobre él para desacreditarlo y tratar de reemplazarlo.

 En 1529, un año y cuatro meses antes de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe a Juan Diego, el Obispo Zumárraga escribió al rey para decirle que la situación era tan mala que sólo un milagro de Dios podía salvar la situación y la tierra: “si Dios no provee un remedio de su mano, esta tierra está a punto de perderse totalmente.” Los misioneros oraron por un milagro.

Dios proveyó el milagro

 Poco tiempo después, Dios proveyó a través de María, la Virgen de Guadalupe, el remedio a lo que podría haber sido la destrucción total de una civilización y una cultura. Uno de los que se habían hecho católicos era Juan Diego, quien con su esposa se había bautizado y recibido los sacramentos con frecuencia. (Para el momento de las apariciones, Juan Diego era viudo.) La devoción a María, la Madre de Jesús, la Madre de Dios, era una parte muy importante de la evangelización en Cristo que había recibido Juan Diego.

 Nuestra Señora se apareció a Juan Diego, hablando Náhuatl y lo envió a llevar el mensaje de Dios al Obispo, y por medio de él, a todos nosotros, dejando su propia imagen, embarazada del niño Jesús, en su tilma como signo de nueva vida.

 Cuando se apareció a Juan Diego para pedirle al Obispo Zumárraga que construyera una iglesia en su honor, la Señora del Cielo, como la llamaba Juan Diego, afirmó de manera inequívoca la dignidad de un pueblo oprimido de una manera inconfundible.

Testimonio del Obispo Zumárraga

La correspondencia del Obispo Zumárraga a España y a Roma después de la Aparición de Nuestra Señora de Guadalupe informó que había ocurrido un gran evento. Como escribe Chávez, “La luz de la Estrella de la Evangelización se reveló como un momento de intervención de Dios en la historia humana. Si las personas humanas, a pesar de la intervención divina, siguecon sus limitaciones, infidelidades y traiciones; no hay duda de que inmediatamente después de la fecha de las Apariciones se produjo un cambio impresionante en cuanto a las conversiones de los indígenas y el cambio de actitud de los españoles. Un cambio en la profundidad del ser de los habitantes de México”.

Fuentes escritas de la época de las Apariciones confirman “…la gran cantidad de nativos que pidieron el bautismo después de estos primeros años, y en este momento, inexplicablemente, por miles: Los bautizados por cada uno de estos eran más de cien mil…” Motolinía, uno de los primeros escritores, siguió contando los miles y miles que habían sido bautizados y llegó a la conclusión de que el total para el año de 1536, sería ‘hasta hoy los bautizados son como cinco millones’”.

Fray Gerónimo de Mendieta, (Historia Eclesiástica Indiana) escribió que por los caminos, montes y despoblados, mil o dos mil indios seguían a los religiosos, sólo para ir a confesarse, dejando atrás sus casas y haciendas; y muchas de ellas mujeres embarazadas, y tantas que algunas tenían a sus hijos en camino, y casi todas cargando a sus hijos a la espalda. Otros ancianos que apenas podían mantenerse en pie ni con un bastón que los sostuviera, y ciegos, caminaban quince o veinte leguas en busca de un confesor. Los sanos venían treinta leguas, y otros iban de monasterio en monasterio, más de ochenta leguas. Como por todos lados había tanto que hacer, no encontraron entrada. Muchos de ellos trajeron a sus mujeres y niños y su poca comida, como si se mudaran a otra zona.

El número de personas que buscaban el bautismo era tan grande que los misioneros detuvieron los bautismos por un tiempo para escribir a Roma para preguntar cómo proceder en una situación sin precedentes.

El pueblo de Juan Diego fue tratado como los migrantes son tratados hoy

 Un gran número de los pobres de América Latina abrazaron y se hicieron devotos de Nuestra Señora de Guadalupe y todavía lo hacen. Saben, a través de ella, –la Madre de Jesús–, que, a pesar de su pobreza, tienen una gran dignidad y que Dios los ama y los respeta. Ojalá aquellos que toman decisiones económicas y militares basadas en filosofías defectuosas también pudieran darse cuenta. Lo que se enseña en los cursos empresariales universitarios (incluidas las universidades católicas) proviene de filosofías seculares que en los últimos siglos han cambiado las enseñanzas de la Iglesia desde los Padres de la Iglesia hasta Santo Tomás de Aquino y más allá. Estas filosofías, que ahora se enseñan en las escuelas empresariales de todo el mundo, han presentado lo que se consideraba vicio y pecado, ahora increíblemente, como virtudes. El resultado ha sido una deshumanización de los pobres y los inmigrantes y refugiados en todo el mundo. Los pobres y los migrantes de hoy son considerados por muchos como si no tuvieran alma o incluso humanidad. Quizás solo mercados emergentes.

Oren con nosotros pidiendo la intercesión de San Juan Diego y Nuestra Señora de Guadalupe

Pidámosle a San Juan Diego y a Nuestra Señora de Guadalupe que oren no solo por los pueblos indígenas de hoy, sino también por los inmigrantes y refugiados que muchas veces son tratados como los Juan Diego de su tiempo.

Como dijo Eduardo Chávez, “Nuestra Señora de Guadalupe es para todas las personas, sin embargo, especialmente para todas las Américas.” En su libro Chávez canta sobre el significado de sus apariciones y lo que significa hoy San Juan Diego: “Juan Diego sigue difundiendo por el mundo entero el gran Acontecimiento Guadalupano, un gran mensaje de paz, de unidad y de amor que se sigue transmitiendo a través de cada uno de nosotros, convirtiendo nuestra pobre historia humana, llena de tragedias, traiciones, divisiones, odios, guerras, en una maravillosa Historia de Salvación, porque en el centro de la sagrada imagen, en el centro del corazón de la Santísima Virgen María de Guadalupe se encuentra Jesucristo Nuestro Salvador. Es precisamente ella, la Madre de Dios, Madre nuestra, quien nos presenta a su Hijo Jesucristo, nos lo trae entre flores y cantos, vestida de sol, vestida de estrellas, de pie sobre la luna, entre las nubes como un gran tesoro que viene de lo invisible y que en ella se hace visible. Es ella quien, escogiendo a un humilde indio nativo, Juan Diego, que había tenido poco tiempo en abrazar la fe, nos invita a abrazar a nuestro Dios y Señor”.