La vida en Casa Juan Diego es como estar enfrente de una eterna cinta transportadora viendo pasar a innumerables personas con un sin fin de necesidades. La gente viene por comida, por hospitalidad, por consejos, por ayuda para sobrevivir, por maneras para enfrentar el sistema legal, por maneras para ayudar a sus hijos a salir adelante en la escuela, por una silla de ruedas o pañales de adultos cuando están heridos, por una cobija para el frío, por ayuda para transportar un pariente, o para ver a un doctor voluntario de nuestra clínica. Recibimos llamadas de la frontera, de abogados de asociaciones sin fines de lucro, de Inmigración para recibir nuevos refugiados, de los hospitales de Houston para ayudar a los que están heridos o gravemente enfermos.
Todo el mundo hace su parte para apoyar a Casa Juan Diego. Personas del área de Houston y de todos los Estados Unidos respondieron otra vez este año a nuestra carta de Navidad con fondos para sostener nuestras Obras de Misericordia, con pañales de adultos y sabanitas para los enfermos, con mochilas, sudaderas, ropa y juguetes nuevos, ropa interior y productos de baño para inmigrantes y refugiados, sin mencionar la comida donada para los que tienen hambre.
Peter Maurin, cofundador del Movimiento del Trabajador Católico, creía que la práctica de las Obras de Misericordia involucraba más que simplemente recibir al Señor en los pobres, curar heridas y lavar los pies (como acción simbólica), aunque esto fuera un trabajo increíble y un testimonio del Evangelio. Observando las vidas de los santos, él entendió que la práctica también podía ser revolucionaria, que vivir el Evangelio era un método único de cambiar el orden social: Como él lo dijo, “El orden social fue construido por los primeros cristianos mediante la práctica diaria de las Siete Obras de Misericordia Corporales y de las Siete Obras de Misericordia Espirituales.”
Estamos, muy agradecidos con las personas tan generosas que apoyan a Casa Juan Diego y al periódico del Trabajador Católico de Houston. Además estamos agradecidos con las muchas personas quienes hablan de “nuestro trabajo como el suyo- las que hablan con belleza de “sus” esfuerzos en “su propia” Casa Juan Diego. Ellos se han dado cuenta de que la revolución del corazón, de que vivir el Evangelio es la manera de cambiar el orden social.
Gracias a todos ustedes por compartir en la Epifanía del Señor por medio de las Obras de Misericordia.
Luisa y todos en Casa Juan Diego.