Un día de mayo, una de nuestras nuevas mujeres cubanas hospedándose aquí llegó a pedir una tarjeta telefónica para llamar a su familia. Ella había salido de Cuba desde enero y no había hablado con su familia hasta el día anterior, cuando recibió una llamada de que hacía 10 días que su marido había muerto. Dijo que había estado enfermo, pero no tan mal y quería llamar para tener más información. También tenía la esperanza de estarse con nosotros durante un tiempo más largo porque tenía que enviar dinero a su madre que se encarga de sus dos hijas. La criatura de cuatro años, tiene una afección del corazón. Nuestra huésped tuvo la suerte de haber encontrado trabajo algunas horas por día.
Otra mujer cubana hospedada también aquí llegó a pedir más tiempo de permanecer en la casa hasta que sus documentos fueran procesados. Ella se sentía llena de ansiedad. Se había quedado en Houston con una familia que conoció a su padre, pero no le habían ayudado a encontrar una agencia para hacer el papeleo y la situación allí era muy incómoda. Se estaba tratando de recuperar después de haber sido violada en Colombia durane el trayecto del viaje.
Visitando a los enfermos y heridos
Cuando la gente viene a Casa Juan Diego en busca de ayuda, oímos muchas historias trágicas, pero vemos la belleza de las familias ayudándose entre sí.
Cuando los enfermos o heridos vienen en busca de ayuda, si hay familia, o si son capaces de vivir solos, se les ayuda directamente. Los atendemos en su necesidad, y también tratamos de preguntar cómo están y escuchamos un poco acerca de cómo lo están pasando. Escuchar sus historias hace que las pequeñas dificultades que tenemos parezcan de menor importancia en comparación a lo que les ocurre. No podemos hacer todo por ellos, pero podemos ayudar un poco, como dijo Dorothy Day, poniendo unos pocos panes y peces y pidiendo que el Señor los transforme.
(Los nombres de los aquí mencionados han sido cambiados para proteger a los inocentes.)
María
María vinó la semana pasada como lo hace cada mes. Ella está muy enferma de diabetes y usa un andador. Su marido está gravemente enfermo de cáncer. Ambos son personas de edad avanzada y sufren mucho dolor. Al preguntarle si todo estaba bien, ella respondió: “Yo sólo quiero morirme.” Cuando nos preparábamos para ayudarla, y como estábamos pensando en la Virgen de Guadalupe, le preguntamos si ella era de México. Dijo, “no, pero mi marido sí. Yo soy de Honduras.” A continuación, le preguntamos si era devota de la Virgen de Suyapa (como María es conocida en Honduras). Ella sonrió y dijo que sí, y luego comenzó a relatar los milagros que la Virgen de Suyapa había hecho. Le dijimos, “Hable con Nuestra Señora de Suyapa.” Eso pareció consolarla.
Juan
Ayudamos a Juan (que está en silla de ruedas), a su esposa y a su hijo con algo cada mes. Su esposa trabaja en un restaurante de comida rápida, pero, por supuesto, su salario no es suficiente.
Nos dimos cuenta de que nuestra lista tenía una anotación de que Juan había recibido un disparo cuando fue asaltado. Le preguntamos si habrían capturado a los criminales. No los habían capturado aún. Juan dijo que el Fondo de las Víctimas del Crimen le había proporcionado una silla de ruedas, pero no fondos. Después de que nos mostró dónde le habían hecho una traqueotomía debido a las heridas, nos dijo que había pagado a un abogado $3,000 y le había dado todos sus documentos. El abogado (si es que de verdad era abogado) desapareció, se fugó con el dinero y los documentos. Juan está tratando de obtener sus documentos de nuevo y espera encontrar otro abogado. Le hemos dicho que por favor busque nuestro asesoramiento antes de ir con otro abogado. Enseguida nos ha preguntado, y le hemos dado la información de los servicios jurídicos en Caridades Católicas.
Rodrigo
Tuvimos una llamada de un hombre que acababa de ser liberado del centro de detención de inmigrantes porque estaba muy enfermo. No tenía recursos para obtener la insulina para su diabetes y también necesitaba diálisis. Debido a que su diabetes estaba tan avanzada, no podía ver. Uno de nuestros médicos voluntarios siempre pide ver los casos médicos más difíciles. Como ese doctor iba a venir, se le programó una cita a Rodrigo. Esa mañana Rodrigo también apareció en la entrada de nuestra casa de la calle Rose, en una bata de hospital. Lo habían enviado de nuestra clínica para ayuda en obtener la Tarjeta Dorada para el Sistema de Salud de Harris. Habían aplicado, y se le había negado. Le dimos algunas sugerencias para ayudarlo con el papeleo requerido. Mientras hablamos con la pareja, él continuaba pidiéndonos que los ayudáramos. Rodrigo se movía ayudado por un andador, pero su esposa dijo que él se cansaba demasiado.
Afortunadamente, personas que ayudan a Casa Juan Diego habían donado una silla de ruedas recientemente y pudimos dársela. Los animamos a que regresaran después de ver al médico para que llevaran alimentos a su casa para ellos y sus hijos.
Jairo
Jairo tuvo un derrame cerebral hace varios años. Su esposa lo cuida y viene a Casa Juan Diego para recibir ayuda parcial por la renta de cada mes, por pañales para adultos, y por alimentos. Le preguntamos cómo iba todo. Por lo general responde que todo es igual. Esta vez, con lágrimas en los ojos, nos dijo que Jairo había tenido una convulsión por treinta minutos y estuvo varios días en el hospital. Ahora ya no aguanta estar sentado mucho rato. Su esposa siempre nos da profusamente las gracias y le pide a Dios que nos bendiga. Debería ser de otra manera. Nosotros deberíamos darle las gracias por todo lo que ella hace por Jairo.
Rosalinda
El marido de Rosalinda llegó en busca de ayuda para el mes. Cuando les damos comida (tienen dos adole-scentes) tratamos de encontrar proteína para darles, porque Rosalinda tiene una diabetes muy avanzada. Su pierna fue amputada, está en silla de ruedas, y también ha perdido la vista. Esta familia vive en el área de Greenspoint y su apartamento se inundó con las recientes lluvias. Cuando preguntamos cómo estaba Rosalinda, su marido nos dijo que se pone ansiosa y un poco desesperada porque su mundo es todo oscuro. Él y los adolescentes tratan de distraerla y ayudarla.
Leonardo
Marcos ha conocido a hombres inmigrantes en los alrededores de nuestra comunidad por muchos años. La mayoría de ellos han sido siempre muy respetuosos y serviciales. Sin embargo, ha conocido algunos que son más o menos tipos de la calle. Cuando esos que son un poco más difíciles se enferman, se dirigen a la Casa Juan Diego en busca de ayuda.
Leonardo llegó acá recientemente. Su nivel de glucosa estaba muy elevado (más de 800). Lo llevamos al hospital y estuvo hospitalizado durante varios días. Al ser dado de alta, le compramos su insulina y una máquina para medir la glucosa y tiritas para medirla. A los pocos días volvió al hospital con un dolor insoportable. Esta vez fue diagnosticado con cáncer de páncreas. Hacemos lo que podemos para ayudarle con la renta y comida. Él siempre pide disculpas por pedir ayuda.
Rebeca
Un sacerdote en una parroquia cercana de vez en cuando asigna gente que venga a la Casa Juan Diego a ayudar con las Obras de Misericordia como penitencia después de confesarse. Visitar a los enfermos en una buena Obra de Misericordia, y acomodamos para que el penitente visite (junto con uno de nuestros Trabajadores Católicos) a uno de los enfermos que ayudamos.
Los amigos que ayudan con la rehabilitación de los lesionados nos han pedido ayudar a Rebeca que está en silla de ruedas a causa de una enfermedad debilitante.
Hemos estado ayudándole con la renta, pero no hemos tenido la oportunidad de visitarla. Cuando los que hacen las visitas fueron a verla, descubrieron varias necesidades en las cuales podríamos ayudarle. Le dimos unos boletos para Metrolift y alimentos, también organizamos que los amigos de Casa Juan Diego la visitaran, porque Rebeca está muy sola.
Los que necesitan una prótesis
Dos hombres vinieron recientemente a pedir ayuda con la compra de una prótesis, ya que habían perdido un pie o la pierna. Nos pusimos de acuerdo para ayudar con una parte del costo. Uno de los amputados, y la mujer del otro, trataron de insistir en venir a Casa Juan Diego para ser voluntarios. No sólo no estaban en condición de serlo; es que no es nuestra costumbre pedir que las personas se ofrezcan como voluntarios, como condición para recibir ayuda.
Sin embargo, sí pedimos algo a los que vienen en busca de ayuda y cuya salud o situación puede mejorar un día. Nuestra respuesta es igual que siempre. Hacemos este trabajo (con la ayuda de muchos de nuestros lectores) como dice en Mateo 25. En ese capítulo de la Biblia, el Señor relata lo que sucederá en el fin del mundo cuando venga de nuevo. Él separará las ovejas de las cabras, y dirá a las ovejas que estarán a su derecha: “Vengan bendecidos de mi Padre, porque cuando tenía hambre me diste de comer, sediento y me diste de beber, enfermo y en la cárcel, y me visitaron, no tenía ningún sitio donde alojarme y me recibieron.”. Los de la derecha le dirán: “Cuándo Señor, te hicimos esas cosas?” y él responderá: “cuando lo hicieron con el más pequeño de estos mis hermanos, lo hicieron conmigo”.
Al contar esta historia les recordamos a las personas que han venido en busca de ayuda que hacemos este trabajo debido a Mateo 25, pero Mateo 25 es para todos, no sólo para la Casa Juan Diego. También es para los pobres y los enfermos, en cualquier forma que puedan ayudar. Muchas personas en nuestra sociedad quieren ayudar, pero nunca se fijan en los pobres. Sin duda, los pobres que vienen a nosotros encontrarán otros pobres cada día. En ese momento, cuando vean a otra persona en necesidad, les decimos, que se les encenderá una luz. Se darán cuenta entonces que ese es el momento de devolver a Casa Juan Diego lo que hizo por ellos, ayudando a esa otra persona que necesita de su ayuda.
El Trabajador Católico de Houston, Vol. XXX, No. 3, junio-septiembre 2016.