Recientemente nos visitaba un prominente teólogo de un seminario. Cuando se prsentó el asunto de como colectamos dinero para la Casa Juan Diego, un Trabajador Católico soltó, “Rezamos mucho.”
“Denme una copia de de esas oracione. Yo demando una copia de esas oraciones,” insistió el teólogo, con una sonrisa.
Desafortunadamente, no hay una formula fácil para asegurar todos los esfuerzos de la Casa Juan Diego. Nosotros mismos todavía no hemos realizado como pasa todo, de año a año. Rezamos mucho, y nuestros generosos lectores nos permite permanecer abierto.
Por supuesto, estamos aquí trabajando largas horas y aceptanco a mucha gente, algunos muy enfermos, aceptando riesgos, tratando de allimentar, vestir, y proveer de cuidados médicos y una miriada de otros servicios. Se nos acusa de tener sobreexagerados de logros, trabajacólicos – y que regalo son –pero sospechamos que nuestro apoyo viene porque la gente sabe de lo que tratamos, gente ordinaria tratando de ayudar con las necesidades extraordinarias de los desposeidos pobres que vienen a nosotros.
Somos los beneficiaries de nuestros “humildes esfuerzos.” Cuanto más damos más felices somos, más recibimos. Les agradecemos a los pobres por permitirnos vivir el Evangelio.
Pero no solo tenemos que abrazar el trabajo, tenemos que abrazar la Cruz, i.e., los problemas, los sufrimientos, las dificultades, ls tragedias, las fallas, las humillaciones que nos llegan.
Hace algunos años si alguien nos hubiera dicho de cietos problemas que tendríamos que encarar en nuestras vidas, habríamos respondido que no lo podríamos soportar. Hemos orado, como el salmista, “¿Señor, quién los puede soportar?” Pero nosotros no solo tenemos que soportarlo, sino que tenemos que abrazarlos, i.e., la Cruz en cualquier forma que venga. Entonces, sabemos, la resurrección sigue con verdadera alegría. ¿Quién ayuda a la Casa Juan Diego? Es el Misterio Pascual.
La paradoja de todo esto es la alegría que está presente en nuestro trabajo, aunque es duro (aparentemente no somos trabajacólicos genuinos, pues tenemos la alegría). Es el espíritu nivideño, la alegría de dar y server (para servirle) opuesto a la superficial alegría de algunos teologías del reiente pasado, que tendería que representar a Jesús como el gran supervisor del camp de juegos en vez de ser el participante en el Misterio Pascual.
Así es que damos gracias a ustedes, la gente generosa que nos ayuda, año tras año, mes tras mes. Ustedes son parte del Misterio Pascual y de la alegría que está presente en la Casa Juan Diego.
Nosotros somos muy agradecidos.
Muy agradecidos en Cristo,
Marcos y Luisa y todos de Casa Juan Diego
El Trabajador Católico de Houston, febrero-enero, Vol. XXXXV, No. 1.