Cuando salí de mi país sabía que tenía que dejar a mi familia que es lo que amo tanto en este mundo. Pero era necesario por la economía que baja tanto a mi país.
¡Mi historia comienza aquí! Cuando llegamos a Aguacaliente, frontera de Honduras con Guatemala; cuánta gente se arriesga a todo por solo estar en los Estados Unidos. Cruzamos la montaña Peten de Guatemala, nos tiramos por la montaña por que nos venían siguiendo para asaltarnos, y la única forma era tirarnos por la montaña para poderlos perder.
Cuando cayó la noche en la montaña me puse muy nervioso, solo mirábamos monos o changos y no mirábamos ni una casa. Cuando eran las 10:00 p.m., miramos una mujer vestida de blanco que rió y nos pusimos muy nerviosos, yo solo le pedí a mi Dios supremo que nos protejiera mucho.
Como a las ll:30 de la noche miramos una luz verde pero después se desapareció. Como a las 2:00 de la mañana llegamos a una aldea, le pedimos que nos ayudara porque estábamos perdidos y ahí amanecimos hasta las 6:00 a.m. y la señora nos dijo que veníamos con Dios porque de la montaña nadie sale vivo.
Rodeamos un río por debajo de la montaña. Cuando íbamos por la mitad de camino nos venía siguiendo un tigre, yo me puse muy helado todo el cuerpo pero al mismo tiempo agarré valor y me eché a mis hombros a una de las muchachas que venían con nosotros, porque al correr ella se dobló un tobillo.
Cuando salimos de ahí dí muchas gracias a Dios y yo sabía que nuestra aventura ya había empezado.
Caimos a México en el estado de Tabasco. Nunca me imaginé que yo iba a salir de ahí. En Tabasco caimos a los rieles del tren, pero en ese momento estaban los judiciales y comenzaron a perseguirnos. Dando tiros, todo parecía como una película pero era cierto. Nos tiramos en medio de unos matorrales y ahí dejaron de perseguirnos y caímos a una laguna en la que había iguanas, pero teníamos que cruzar la laguna para poder avanzar y salirles adelante a los judiciales. En el momento de cruzar la laguna pasaron primero las mujeres, los que podían nadar bien les ayudaban a las mujeres. Pasaron todos del otro lado solo quedé yo, al momento de meterme al agua me persigné y dije, Señor encomiendo mi alma y mi espíritu.. Cuando me metí me quedé enrredado en unas raices que habían adentro de la laguna y me fuí para el fondo. Recuerdo muy bien que adentro del agua solo pensé en mis tres hijos que dejaba y al momento solo dije en mi mente Señor, y comencé a salir y mis compañeros me auxiliaron y fué así que me pudieron sacar hacia la orilla de la laguna.
Cuando estábamos en Coatzacoalcos, Veracruz, estábamos en unos pozos comiendo mangos verdes porque ya no aguantábamos el hambre. Fué entonces cuando a una de las mujeres la violaron unos señores que andaban armados. Nosotros no pudimos hacer nada porque nos encañonaron.
Luego cuando estuvimos en Matamoros, nos fuimos hacia Barrio Los Pinos para poder pasarnos hacia el otro lado. Y estuvimos escondidos por varias horas hasta que nos tiramos. Como a las 2 de la mañana ya habíamos cruzado del otro lado y solo caminamos como 10 metros, cuando cayó la Migración y agarró a la mayor parte de los que veníamos. Yo me les corretié y se pegó uno detrás de mi. Como no me podía alcanzar me tiró un “tolete” de los que caminan y caí dando vuelta y comenzó a golpearme hasta que me hizo una cicatriz en mi cara del lado izquierdo, yo muy ensangrentado le dije que ya no me golpeara.
Luego de eso nos llevaron a Migración y yo les dije que era mexicano por lo tanto me tiraron hacia Matamoros, a todos mis amigos los devolvieron hacia Honduras y quedé yo solo en Matamoros.
Como ya no aguantaba el hambre y el sueño, comencé a pedir comida en las casas y entonces me encontré un camarada y me dijo que de donde era y le dije que era hondureño y me llevó a su casa, me dió comida, ropa y me dijo que me iba a ayudar a pasar hacia Houston. Me trajo y cruzamos el río otra vez, ésta vez teníamos que cruzarlo nadando y sin hacer ni un ruido, por que si no, nos detectaban los de Migración. Y pasamos gracias a Dios sin que nadie nos mirara.
Yo nunca voy a olvidar de mi amigo.
Luego que pasamos subimos para agarrar el tren para Houston. Luego de subirnos en el tren él me dijo: cuando llegues a Houston ve hacia Casa Juan Diego.
Así fué como yo llegué aquí.
Cuando llegué a Casa Juan Diego me recibieron con los brazos abiertos como si me estuvieran esperando, me dieron de comer, me dieron vestimento, calzado y trabajo, y doctor.
Le doy gracias a Dios por haberme puesto en mi camino a mi amigo y por haberme puesto una casa que son como mi familia.
Ruego por todos los inmigrantes que vienen, que los proteja mi Padre Celestial así como me protegió a mí. Ruego a mi Padre Celestial y a mi querido maestro Jesús de Nazaret, por el señor Marcos que se preocupa por todos los mojados que venimos a éste país con tan grande “sueño”.
Le pido a mi Dios que me ayude a regresar a mi país lo más pronto.