Estadista, vocero del neo-liberalismo Michael Novak ha dado su punto de vista del ‘Evangelii Gaudium’ del Papa Francisco. En su opinión, la carta es realmente acerca de la economía argentina, no, Dios no lo quiera, el sistema capitalista mundial:
En mis visitas a Argentina, observé una división mucho más aguda entre la clase media alta y los pobres que en cualquier otro lugar en Estados Unidos. En Argentina vi muy pocas oportunidades para que los pobres pudieran salir de la pobreza. En los EE.UU., muchos de los que ahora son ricos o de clase media habían llegado a Estados Unidos (o sus padres) extremadamente pobres, muchos de nosotros sin hablar inglés, con poca escuela y con habilidades principalmente de baja categoría. Pero ante de nosotros se extendía muchas oportunidades de superación.
Prácticamente todos mis conocidos cuando crecía habían experimentado la pobreza. Nuestros abuelos eran costureros, trabajadores del acero, empleados de comercios, jardineros, ope-rarios, obreros de todo tipo, sin seguro social, Medicaid, cupones de alimentos, subsidios de vivienda, o similares. Pero ellos trabajaron y de alguna manera fueron capaces de enviar a sus hijos a escuelas y universidades. Ahora sus hijos son médicos, abogados, profesores, editores y pro-pietarios de pequeñas empresas en todo el país.
Primero, por supuesto, si el Papa hubiera querido dirigir una carta a los católicos argentinos lo habría hecho. La carta está dirigida a la Iglesia universal, y es claro en ese contexto que cuando Francisco dice que “el sistema socio-económico es injusto en su raíz” es el sistema capitalista global lo que tiene en mente, no el argentino.
Y, por supuesto, el Sr. Novak habla de la trayectoria ascendente de los inmigrantes pobres de Estados Unidos, de los abuelos que eran obreros y los trabajadores del acero que, como mi padre y mi abuelo, granjeros pobres del norte de Michigan que se trasladaron a Flint a trabajar en las fábricas de auto-móviles, y se levantaron a través de trabajo arduo para prosperar. Lo que no reco-noce es que la prosperidad que encontraron no fue un regalo benéfico del Capital, sino que fue arrebatado de los capitalistas por los sindicatos, por los hombres y mujeres que sufrieron por la justicia que a veces dieron sus vidas en la lucha.
No menciona los sindicatos en absoluto.
Tampoco menciona que el mundo en el que los pobres trabajadores podían tener un salario digno, suficiente para enviar a sus hijos a la universidad, ya no existe. Ese mundo ha sido destruido, y otro nuevo y desafiante, de bajos salarios, de trabajadores desalentados, encadenan a los analgésicos, lo ha sustituido.
Sr. Novak tiene ochenta años ahora. Él es un millonario y durante muchos años vivió en Chevy Chase, Maryland, una de las ciudades más ricas de los EE.UU. Ahora reside en el afluente enclave católico de Ave Maria, Florida. Estoy seguro que la vista es preciosa desde donde él vive, y estoy seguro de que en su vejez se siente libre para soñar con la forma en que su familia inmigrante eslovaca prosperó el Nuevo Mundo .
Pero tal vez debería regresar a visitar Johnstown, Pennsylvania, su ciudad natal.
En Johnstown, en su mejor momento, había 70.000 personas, y las fábricas de acero funcionaban las 24 horas del día. La mayoría se ha ido ahora, y la población ha disminuido a alrededor de 20.000. No he estado allí desde hace tres décadas, más o menos, pero imagino que es como los pueblos que trabajan el acero a los que estoy familiarizado, como Youngstown, Steubenville y Cleveland. Los nietos de los trabajadores de la fábrica de acero de Johnstown, sin duda, están cocinando ham-burguesas o lavando coches, si es que tienen algún trabajo.
Mundos han sido destruidos, vidas se han perdido y arruinado, corazones se han desgastados.
Regrese a casa Sr. Novak, camine en las calles de su pueblo. Vea los ojos de las personas que se encuentre.
Regrese a casa y vea lo que este sistema injusto se ha forjado.
Del blog de Daniel Nichols, Caelum et Terra
El Trabajador Católico de Houston, Vol. XXXV, No. 1, enero-febrero 2014.