En una de sus últimas audiencias (el 13 de febrero) antes de dejar su ministerio en la tradición de San Pedro apóstol, el Papa Benedicto XVI habló sobre lo difícil que es a menudo el vivir la fe en Dios en medio de la sociedad secular moderna, como lo ha sido en otros períodos de la historia. Hizo énfasis en las grandes con-versiones que han tenido lugar, cambiando radical-mente las vidas de las personas, incluyendo la de Dorothy Day, cofundadora del Movimiento del Trabajador Católico.
He aquí las palabras del Papa Benedicto XVI en la Audiencia General
Las más grandes conversiones como la de San Pablo en su camino a Damasco, o San Agustín, son un ejemplo y estímulo, pero también en nuestro tiempo donde el sentido de lo sagrado es eclipsado, la gracia de Dios está trabajando y hace maravillas en las vidas de muchas personas.
Pavel Florensky
El Señor nunca se cansa de tocar la puerta del hombre en contextos sociales y culturales que parecen sumergidos en la secularización, como fue el caso del ruso ortodoxo Pavel Florensky. Después de una educación completamente agnóstica, al punto en el que sentía una total hostilidad hacia las enseñanzas religiosas dadas en la escuela, el científico Florensky exclamó: “No, no se puede vivir sin Dios”, y para cambiar su vida complete-mente se convirtió en monje.
Etty Hillesum
También pienso en la figura de Etty Hillesum, una joven holandesa de origen judío que murió en Auschwitz.
Inicialmente lejos de Dios, Lo encontró buscando en lo más profundo de su ser y escribió: “Hay un pozo muy dentro de mí. Y Dios está en ese pozo. Algunas veces puedo alcanzarlo, más a menudo está cubierto por piedras y arena: entonces Dios está enterrado. Debemos desenterrarlo otra vez.” (Diario, 97). En su vida dispersa e intranquila, encuentra a dios en medio de la gran tragedia del siglo veinte, el holocausto.
Esta frágil e insatisfecha joven mujer, transfigurada por la fe, se convierte en una mujer llena de amor y de paz interior, capaz de decir: “Vivo en constante intimidad con Dios.”
Dorothy Day
La habilidad para oponerse a los marcas ideológicas de su tiempo para elegir la búsqueda de la verdad y abrirse al descubrimiento de la fe, es evidenciada por otra mujer de nuestro tiempo, la estadounidense Dorothy Day. En su autobiografía, ella confiesa abiertamente haber sucumbido ante la tentación de que todo podía ser resuelto a través de la política, adhiriéndose a la propuesta marxista: “Yo quería estar con los manifestantes, ir a la cárcel, escribir, influenciar a otros y dejar mis sueños al mundo. ¡Cuánta ambición y cuánta búsqueda de mí misma en todo esto!”. El camino hacia la fe en un ambiente tan secularizado, era particularmente difícil, pero la Gracia actúa aún así, como ella lo señala: “Es cierto que sentí la necesidad de ir a la iglesia más seguido, de arrodillarme, de inclinar la cabeza en oración. Un instinto ciego, uno podría decir, porque yo no era consciente de rezar. Pero fui, me resbalé en la atmósfera de la oración….”. Dios la guió hacia una adherencia consciente con la Iglesia, en toda una vida dedicada a los pobres.
En nuestros tiempos existen no pocas conversiones entendidas como el retorno de aquéllos que, después de una educación cristiana, tal vez una superficial, se alejaron de la fe por años y luego redescubrieron a Cristo y su Evangelio. En el Libro del Apocalipsis leemos: “Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (3,20). Nuestra persona interior debe prepararse para ser visitada por Dios.
El Trabajador Católico de Houston, Vol. XXXIV, No. 2, marzo-abril 2013