Hace exactamente un año me mudé a la ciudad de Houston. Empezar una nueva vida no es fácil. Hay que empezar desde cero y tratar de adaptarse lo más pronto posible. Cuando llegué aquí me sentía muy sola, sin imaginarme que nunca lo estuve. Además de tener a mi esposo, que hizo que este proceso fuera mucho más fácil, tenia a alguien muy especial que siempre ha estado ahí conmigo, en las buenas y en las malas, en las alegrías y en las tristezas. Alguien que siempre ha sido parte de mi vida, incluso sin darme cuenta. La presencia de ese alguien ha sido más evidente estos últimos meses. A la semana de haber llegado a Houston, pasé por un lugar que tenia en la fachada la imagen de la Virgen de Guadalupe. Como mexicana era inevitable sentir curiosidad: ¿qué era ese lugar? ¿por qué habría una imagen de la Guadalupana en una casa en Houston? Esa curiosidad me llevó a detenerme en ese lugar y tocar el timbre. Me abrió una joven, claramente no era mexicana, ni siquiera era latina, pero hablaba español. Le pregunté acerca de ese lugar. Me dijo que era una casa que ayudaba a inmigrantes indocumentados. Me presentó a doña Luisa y platiqué un rato con ella. No sé en que momento pasó, pero cuando me di cuenta ya me había convertido en voluntaria para ayudar en Casa Juan Diego, comprometiéndome a ir a la clínica el siguiente viernes a las 6:30 am. Desde entonces hasta ahora soy parte del equipo de Casa Juan Diego, que dedica parte de su tiempo a esta magnifica obra que ayuda a tantas familias que lo necesitan. Estoy feliz de poder colaborar con esta gran labor, siempre recibiendo más de lo que doy. ¿Curiosidad? ¿Casualidad? ¿Destino? Creo que más bien fue esa presencia la que me llevó de la mano hasta ese lugar. la Virgen de Guadalupe. Ella siempre ha estado ahí a mi lado, guiándome.
Mi esposo y yo llevábamos un tiempo tratando de tener un bebé. Hace tres meses fui a México a visitar a mi familia. Estando allá decidimos hacer una visita a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Fuimos a pedirle con mucha fe que nos concediera la dicha de convertirnos en papás. Cuando regresamos a Houston me enteré de que estaba embarazada. Finalmente Dios nos hizo el milagro. Cuando fuimos a ver al doctor, el ultrasonido mostraba que la fecha aproximada de la concepción era el 15 de agosto, justo el día que fuimos a la Basílica a ver a la Virgen. ¿Coincidencia? ¿Casualidad? ¿Destino? Una vez más, la presencia de la Virgen de Guadalupe se hace evidente.
Al platicar todas estas cosas con mi mamá, me dijo algo que me lleno de emoción: “Claro que la Virgen de Guadalupe es parte de tu vida. Desde el día de tu bautizo el sacerdote te tomó en sus brazos y te llevó ante la imagen de la Guadalupana que estaba en la Iglesia para decirle que siempre te cuidara y te protegiera y te en-comendó”. Eso explica muchas cosas….
Me siento sumamente afortunada y agradecida por siempre recibir sus bendiciones y por tenerla siempre a mi lado. Estoy segura de que seguirá siendo así, más ahora que voy a convertirme en mamá.
Trabajador Católico de Houston, noviembre-diciembre 2012, Vol. XXXIII, No. 5.