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Un viaje dificil e inolvidable: Un inmigrante ex-secuestrado habla

Cada miércoles antes de la Misa de la comunidad de Casa Juan Diego uno de los huéspedes cuenta la historia de su viaje a los Estados Unidos. Las historias están llenos de sufrimientos y problemas, pero también de fe y alegría. Las historias de dos huéspedes siguen:

Soy un ex-secuestrado. Soy uno de los tantos inmigrantes que en busca de una mejor vida nos separamos de nuestras familias y de la tierra que nos vio crecer para inmigrar a los Estados Unidos en el llamado “sueño americano”.

Mi historia comienza en la ciudad fronteriza de Reynosa en el que hospedados en un hotel nos dimos a la tarea de buscar a los llamados “coyotes” que en estos lugares es muy fácil encontrarlos.

Al haber hecho contacto con las personas que nos trasladaran hasta Estados Unidos y al haber acordado que serían $1,500 dólares por pasarnos de Reynosa Houston, Texas….

Todo estaba listo puesto que nos informaron que esa misma noche nos iban a cruzar y que no teníamos que dar nada de dinero en ese momento sino que hasta que estuviéramos en Houston.

Esa noche nos traslararon para una casa de seguridad, pero al paracer algo andaba mal, puesto que no nos volvieron a sacar de la casa sino que hasta cuatro días después en el que fuéramos trasladados a otra casa por otros dos días más, siempre custodiados por gente armada.

Finalmente, al pasar estos dos últimos días nos trasladaron por la noche a orillas del río y nos cruzaron. Y caminando por espacio de tres horas nos levantaron en una camioneta. Al parecer que era McAllen, donde nos mantuvieron por aproxi-madamente ocho días, en el transcurso de los cuales empeoraron los problemas puesto que no respetaron el trato, comenzaron a exigirnos ya la cantidad de $1,500 por el traslado a Houston. Para no complicar las cosas, fueron pagadas la cantidad acordada. En mi caso me comuniqué con mi familia y les conté de la situación en la que me encontraba y optaron por mandar el dinero, el cual fue cobrado por estas personas y entregado a una mujer apodada la “Tía”.

Ella, al recibir el dinero, nos comunicó que todo estaba listo para el traslado hacia Houston. Ella nos comunicó que tenía que cobrarnos antes puesto que ella tenía que pagar el transporte el cual según contó sería un camión grande. Cosa que por unos momentos nos tranquilizó.

Transcurriendo algunas horas arribaron unos vehículos a la casa, el cual nos hicieron abordar. Eramos alrededos de 11 personas, el cual nos hacía carecer de aire. Por suerte solamente avanzamos alrededor de una hora y nos hicieron descender del vehículo. Al preguntar a las personas el por qué de la situación puesto que nosotros habíamos pagado para que nos transportaran en un trailer. Nos contestó que el era el trailer y que ahora teníamos que caminar o se quedaban. Al no haber opción procedimos a seguirlo puesto que no queríamos quedarnos ni mucho menos perder el dinero que habíamos pagado. El camino que recorrimos fue my triste y angustioso puesto que no estábamos preparados para caminar, menos aun siete días, tiempo que nos tomó para que nos volvieran a levantar en un punto en el que llega una camioneta y finalmente llegamos a Houston.

Estando en Houston nos trasladaron hacia una gasolinera donde arribaron varios carros y nos separaron. A los que nos tocó en el mismo carro nos llevaron a una casa. Estando en ese lugar nos informaron que no habíamos pagado nada del dinero y que ahora teníamos que pagar $7,000 dólares o que si no, nos iban a desaparecer. Luego de despegarnos de nuestra ropa para que no pudiéramos huir, nos comunicaron con nuestras familias para exigir el pago. En mi caso mi familia pudo reunir el dinero y fui soltado. Caminando con un compañero el cual también logró pagar el dinero, nos encontramos con una persona que nos trajo a Casa Juan Diego.

Trabajador Católico de Houston, Vol. XXXI, No. 1, enero-febrero 2011.