Aquí en la Casa Juan Diego recibimos llamadas de lugares lejanos como Centro América de familiares en búsqueda de seres queridos que han sido detenidos por de ICE (La Oficina de Detención y Deportación de la Aduana e Inmigrantes de EEUU).
Nosotros tratamos de ayudar a los familiares haciendo llamadas y también les damos los números de teléfono de los diferentes lugares de detención, especialmente los centros localizados en el estado de Tejas. Frecuentemente sin éxito no logramos encontrarlos. Tratamos de explicarles a los familiares que con la provisión 287(g) muchos de sus seres queridos han sido detenidos in cárceles en pueblos péquenos y va a ser muy difícil encontrarlos. No podemos explicarles porque ha ocurrido esto, porque ni en esta época tecnológicamente avanzada, ICE no proporciona registro de sus detenidos.
Con todo esto solo nos quedan preguntas: ¿Donde está esta gente? ¿Por qué ICE hace todo tan difícil y a veces imposible de localizar a personas? ¿Estarán siendo maltratados? ¿Estas personas estarán vivas o muertas? ¿Y si están muertas, donde estará el cuerpo?
Aun aquí en Tejas, como demuestra una encueste reciente, la mayoría de los ciudadanos les gustaría ver que esos inmigrantes sean tratados como seres humanos. La encuesta (Houston Chronicle 02/15/2010) demuestra que el 52% apoyan una reforma migratoria que incluye un camino hacia la residencia y ciudadanía.
El periódico New York Times y un multitud de otras publicaciones han estado reportando sobre la falta de cuidado médico lo cual ha contribuido a las muertes de 100 inmigrantes bajo la custodia de ICE desde el inicio de esta agencia en el 2003, y sobre otras situación de abuso y negligencia de inmigrantes en cárceles particulares alrededor del país, cárceles bajo el manejo de corporaciones como el grupo GEO o la CC (Corporación de Correcciones de América por sus siglas en ingles. El problema de no poder localizar a personas detenidas es otro aspecto de la negligencia severa y maltrato de personas creadas en la imagen y semejanza de Dios.
Un reporte reciente publicado en la revista The Nation (12/16/2010) ayuda a explicar el por qué aun no hemos podido localizar a inmigrantes detenidos y el por qué crecen los temores sobre el bienestar de ellos.
El articulo de Jacqueline Stevens en la revista The Nation comienza con comentarios escalofriantes hechos por James Pendegrast, el anterior director ejecutivo de la Oficina de Coordinación Estatal y Local de ICE, en una conferencia de policías y sheriffs: “Si no tienes suficiente evidencia para levantar cargos criminales hacia alguien, pero crees que es ilegal, nosotros lo podemos desaparecer”.
Este comentario ya había sido publicado anteriormente pero el reportaje de investigación de la Señorita Stevens dio a la luz los métodos usados para hacer a la gente “desaparecer” dentro del sistema. Ella descubrió que, además de las oficinas y sitios de detención públicamente conocidos, “ICE también está restringiendo 186 personas dentro localidades ni reportadas ni marcadas para información pública”, en otras palabras, cárceles secretas, alrededor de Estados Unidos. Esto no lo hicieron guardias de cárceles privadas sino los de personal de ICE.
Después de descubrir la existencia de las 186 localidades, la Srta. Stevens le preguntó a representantes de ICE acerca de ellas. Aquellos que siquiera estaban dispuestos a hablar, insistieron que solamente eran centros de detención en donde los personas eran detenidos por unas cuantos horas. Sin embargo, sus investigaciones demostraron que las personas detenidas en estos lugares permanecieron allí durante muchas, muchas horas en condiciones difíciles en lugares desmarcados. Si algún anuncio existía, era algo tan pequeño que solo decía “Service Processing Center” (Centro de Servicios de Procesamiento).
“Es también poco sorprendente que si uno comienza a poner a personas en un almacén, los ocupantes se convierten en inventario. El inventario no se le necesita proveer con regaderas, camas, agua para tomar, jabón, cepillos de dientes, servilletas sanitarias, correo, abogados o información legal, y puede aguantar el constante soplo de aire frio. Los residentes estadounidenses detenidos en una oficina en Los Ángeles llamada B-18, hasta 100 de ellos en cualquier día, fueron tratados igual.
B-18 resultó no ser un área de transferencia de un punto A así a punto B, sino un irracional almacén revolvedor que movía a las mismas personas por un corto tiempo a las cárceles locales, a veces entre 1 y 5 de la mañana solo para traerlos de regreso encadenados uno con el otro, agachados y encorvados en camionetas sobre llenadas. Estas transferencias lo hacían imposible para que alguien supiera la localización de estas personas, ya que no se darían aviso los abogados o familiares cuando se movía a las personas. A veces los ocupantes de B-18 los dejaban en la noche y el gran soplo del aire frio y falta de colchones o camas hacia el dormir imposible. Horas de estar sentados en celdas empacadas sobre bancas o el piso de cemento significaba aun más agonía mental y física.
La Srta. Stevens escribió que “Alla Suvorova, de 26 años, residente de Mission Hills, California durante casi 6 años, se encontró en B-18 después de que fue atrapada en una redada de ICE que buscaba a otros en un edificio de los apartamentos Sherman Oaks. Para ella, la peor parte no fue la suciedad, los insectos volando por todos lados o aun el excusado atascado o el mal olor en la celda compartido sino el pánico que se sintió cuando los agentes de ICE se rieron de sus preguntas sobre cuánto tiempo tendría que permanecer ahí. “Nadie me podía visitar; no me podían encontrar”.
Las condiciones bajo cuales son detenidos los inmigrantes no tan solo son visitas deplorables y similares a aquellas que han sido prohibidas para supuestos terroristas por ser muy severas, pero los residentes estadounidenses y ciudadanos están siendo tomados a estos lugares cuando están agarrados en redadas o en cárceles estadounidenses bajo la sospecha de que sean indocumentados. La Srta. Stevens revela que un ciudadano estadounidense Mark Lyttle en el 2008 desapareció después de ser entregado a ICE como supuesto “ilegal” a pesar de que no hablaba español y no tenia familiares en México. La familia de Lyttle lo buscó desesperada-mente pero “nunca se les ocurrió que Mark pudiese estar pasando la Navidad en un refugio para los deportados en el lado mexicano del Rio Grande”. Probablemente una razón por la cual la familia no pudo encontrar a Mark cuando lo buscaban desesperadamente fue porque se encontraba en una de estas cárceles secretas de ICE.
Mientras los empleados de ICE transfieren a sus detenidos secretamente, muchos son encarcelados durante semanas o hasta años; muchas veces en cárceles particulares. El Colorado Independent reportó el 25 de enero 2010 que uno de los senadores de estado en Colorado, Morgan Carroll, ha tenido la misma dificultad que la Casa Juan Diego y los abogados contratados por los inmigrantes han tenido en tratar de localizar a los inmigrantes detenidos. Ella estaba consternada sobre las oficinas secretas donde aun oficiales elegidos no podrían encontrar a las personas.
Trabajador Católico de Houston, Vol. XXX, No. 2, marzo-abril 2010.