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Carta de Navidad 2008

P. O. Box 70113

Houston, TX 77270

Estimados Amigos,

El Huracán Ike que pasó por el Sur receintemente dejando destrucción, personas damnificadas y casas destruidas nos preparó a los que celebramos el nacimiento del Señor en un pesebre en una manera diferente. Muchos de nosotros podíamos identificar con la idea de vivir en un “establo,” faltando algunas de las cosas básicas de nuestra existencia. Pero el trabajo de Casa Juan Diego debe continuar y debemos seguir sirviendo a los pobres aun en nuestra pobreza..

La Casa Juan Diego está íntimamente unida con el significado de la Navidad. Desde que a una familia refugiada, la de María y José, se les rehusó la hospitalidad y se les dijo que no había lugar en la posada, el cuidado de la posada tomó un nuevo sentido y ha sido elevado a casi un nivel sacramental. Durante la Edad Media, algunas comunidades religiosas tomaron un cuarto voto, el de la hospitalidad. Dorothy Day fundó el movimiento del Trabajador Católico para promover la atención de la posada y de la hospitalidad y poder vivir así el capítulo 25 de San Mateo, donde Jesús dice, “Yo era un extranjero y me dieron la bienvenida.”

Dejando de lado la retórica y el romanticismo de la Navidad, la custodia de la posada es el trabajo más difícil que hacemos. Es un trabajo de veinticuatro horas al día, siete días a la semana, pues los problemas de los huéspedes son nuestros problemas. Somos prisioneros dea quellos que servimos.

Estamos asediados con llamadas de los hospitales de Houston que quieren enviarnos a la gente muy enferma o herida que no tiene fondos y por lo tanto quedan desposeídos en cuanto se les da de alta. Las agencias como la policía, las escuelas, las iglesias, los centros de mujeres, y los servicios de protección de niños nos llaman para ver si hay lugar en la posada.

La custodia de la posada es un desafío tremendo. Pero estando comprometidos a la hospitalidad como Trabajadores Católicos, debemos mantener la virtud de la esperanza operativa. Como dijo Dorothy Day, tenemos que arguir por el Optimismo Santo, “un argumento para la fe y el amor hacia todos aquellos que servimos”. Está fácil fallar en la simple bondad, el amor y la esperanza. Los estamos invitando no solo a ayudar en el mantenimiento de la posada sino también en proveer comidas a los hambrientos, en ayudar a los pobres enfermos que vienen a nosotros para tratamiento médico (gracias a los médicos que son voluntarios en nuestras clínicas), y con personas que han perdido sus extremidades en accidentes y no pueden pagar por los prótheses.

Nuestra esperanza es que puedan ayudarnos por otro año. No podemos garantizar que seremos los anfitriones perfectos, pero sí, podemos garantizar que todas las contribuciones van al servicio de los pobres. No hay asalariados en la Casa Juan Diego.

Les pedimos que sean generosos. Por favor recen para que siempre practiquemos el Optimismo Santo cuando atendamos la posada y recibamos al Señor en nuestros huéspedes. Muchas gracias por tener espacio en su corazón para los pobres de Dios.

En Cristo,

Marcos y Luisa Zwick y todos en la Casa Juan Diego

Trabajador Católico de Houston, Vol. XXVIII, No. 6, nov.-dic. 2008.