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Tratados de Libre Comercio (NAFTA) raíz de problemas migratorios

La inmigración ilegal se ha convertido en un asunto ardiente de política, pero un aspecto del asunto es discutido muy raramente: lo que pasa a las familias que se quedan atrás en México cuando el marido/padre (y en ahora con más frecuencia la madre) emigra hacia los EUA. Para saberlo, yo viajé a 15 comunidades diferentes en el centro de México en el 2006 y 2007, formalmente entre-vistando a 65 mujeres, otras informalmente, y trabajando como un observa-dor participante en dos organizaciones cooperativas de mujeres cuyos maridos se habían ido a los EUA. En este artículo y los otros que siguen, tejeré las historias de las mujeres que conocí en una discusión de cuestiones estructurales, políticas, y tecnológicas planteadas por este movimiento de gente sin precedente desde sus hogares en su mayoría del México rural hacia un país que casi no podría ser más distinto. Dentro del contexto de estas historias, espero compartir mi confianza de que podemos comprender y resolver muchos de los asuntos sobre la inmigración que contribuyen al crecimiento del sufrimiento humano en ambos lados de la frontera entre México y los Estados Unidos. Y más importante, espero compartir el optimismo que sentí después de cada entrevista que conduje en México, la creencia que el bien y la compasión son mas fuerte que la codicia y el miedo. A pesar de la pobreza, las luchas y la pérdida de familia que encontré, salí segura que podemos y debemos hacer mucho mejor.

El primer paso es encontrar las causas políticas de la desesperación que impulsa a la inmigración de hoy día. Aunque hay una larga historia de migración desde México a los EUA, la situación actual representa un cambio fundamental en ambos el patrón y la escala de este movimiento entre los dos países. Estas diferencias son las que están ocasionando unas consecuencias tan profundas en las familias que se quedan en México. Las causas de los cambios en los patrones de la inmigración son varios y complicados, pero el factor llave son las políticas asociadas con los Tratados de Comercio Libre de Norte América (TLC o NAFTA). En ninguna parte es esto tan claro como en las áreas agrícolas de México, donde hombres en edad de trabajo y cada vez más, mujeres, solteras escasean, incapaces ahora de ganar la vida como sus antepasados habían logrado por siglos en tierras que ellos poseían. Protegidos por la Constitución de 1917, las tierras de los Ejidos como se les llama, pertenecían solo a la gente en comun y no podían ser vendidas. Tierras comunales que los intereses que los inmensos negocios agrícolas no podían comprar legalmente eran el opuesto polar de la ideología del mercado libre del TLC. Contra años de precedencia, el entonces Presidente Salinas encontró una forma de cambiar la Constitución Mexicana en 1992 para que las tierras de los ejidos pudieran ser propiedad ‘privada’ de miembros individuales de la colectividad.

Esta privatización de las tierras de los ejidos era un componente crítico de los TLC, puesto que estas tierras comunales comprendían 29,000 comunidades y tres millones de productores, comprendiendo 75% de la producción agrícola de su tiempo (Davis, Stecklov & Wintera 2002).

Cuando los ejidos se quebraban y se les daba a los campesinos individuales título a su parcela de la tierra, estos trabajadores con muy poca educación trataron de hacer su vida en sus pequeñas parcelas justo como sus ante-pasados lo habían hecho por siglos. Pero ahora que ellos eran dueños individuales de la tierra, encontraron que las reglas del juego habían sido cam-biadas. Los subsidios del gobierno que habia permitido que los ejidos sobreviviesen fueron ahora desaprobados por los TLC. Las tarifas que los protegían de negocios grandes agrícolas mucho más eficientes en los EUA, desaparecieron. Pero los negocios grandes agrícolas de los EUA siguieron recibiendo sus subsidios. Estos subsidios, junto con las economías de escala disponibles a las grandes corporaciones causaron la situacion en que era más barato para el campesino comprar el maíz de EUA del otro lado de la frontera que crecerlo en su parcela. No habia forma que el agricultor individual en México, dejado asi mismo a la merced del “mercado libre,” pudiera competir con el coloso del Norte. Incapaz de sobrevivir en su parcela, no importa cuan fuerte que trabajara, elcampesino tení-a que vender su patrimonio, y, sin ayuda en negociar, ellos vendieron regalando. El resultado predecible fue que la mayoría de la tierra que sostenía la economía rural mexicana ahora pertenece a las mismas grandes corporaciones y a sus afiliadas, que son dueñas de la tierra en los EUA.

Algunos de los campesinos todavía trabajan su tierra, pero ya no es su tierra, y se les paga lo que quieren las corporaciones. El salario mínimo en México es muy poco más de cuatro dólares diarios. Algunas corporaciones pagan el doble o aun más, pero para obtener esa cantidad de dinero uno tiene que trabajar muy duro. Hay muchos desesperados por trabajo, y pocos trabajos ofrecidos. Y el trabajo es esporádico.

Una comunidad que yo visitaba varias veces, localizada en el estado de Guanajuato en una área cerca de vastas tierras agrícolas que antes pertenecían al pueblo y estaban protegidas por la constitución mexicana,  es ahora la propiedad de los negocios agrícolas. Acres de espárragos y coliflores están plantadas en esta área del país, y luego recogidas, empacadas y distribuidas a través de los EUA. Mucha de la gente en esta comunidad provee tra-bajadores baratos como recogedores en estos campos durante la temporada de la cosecha. Esta se considera un muy buen trabajo.

Durante nuestra tercera visita a una mujer de esta comunidad, ella nos pidió que caminásemos con ella cerca del camino para esperar a dos de sus hijas que venían de los campos de espárragos, era hora de salida. Un camión vaquero convertido paró al final del camino. Yo esperaba ver comida o ganado en la descarga, en vez el camión estaba lleno de trabajadores de los campos. Ví a hombres y mujeres viejos y adolescentes todos con los zapatos mojados, y luego las dos hermanas, Yolanda y Marta (todos los nombres han sido cambiados), saltar del final del camión. Mi corazón se hundió cuando reconocí a Marta. Yo habia conocido a Marta el año anterior. Una estudiante muy brillante, ella habia sido aceptada a un programa de intercambio de cultura y lenguaje en los EUA. Su futuro parecía brillante. En los EUA ella habría adelantado aun más en sus estudios, algo que no es posible en el México rural, luego para volver a ayudar a su comunidad. ¿Qué hacía allí recogiendo espárragos? Mientras todos caminábamos hacia donde la comida (nopales, huevos, y salsa roja) estaba siendo preparada, hablamos del trabajo, la paga, y el viaje en el camión.  Yo no tuve corazón para hablar acerca del programa de inter-cambio. En vez, le pregunté a Yolanda, la mayor y la más franca, sobre viajar en el camión, paradas con tanta gente, hombres y mujeres, viejos y jóvenes. Al principio del viaje, me dijo ella, empiezan con cerca de 100 personas en el camión. Está llena de gente, seguro, pero hay menos mientras van dejando a la gente, campo de espárragos por campo de espárragos. No estaba tan mal.

Ellos trabajan 56 horas a la semana, y ganan 120 pesos al día, el equivalente de cerca de 11 dólares, recogiendo unas verduras que ellas no compran porque son muy caros. Todavía, esto es mucho dinero para el México rural. Ellos llevan su propio almuerzo y agua, que no se les da, y trabajan cada día incluso el domingo, durante la corta estación de la cosecha. El trabajo es muy duro, y si no pueden cumplir, hay muchos desempleados que pueden y que quieren. Cuando termina la estación, por supuesto, el trabajo termina, como tambien la paga. Si hay heridos, bueno, es una lástima.

Ahora cuando hablo del TLC en cualquier contexto, académico o personal, Yolanda y Marta y muchas otras mujeres son que veo. “Esto” es NAFTA, “esto” es el debate de inmigración para mi ahora, “esto” es lo que queda del México rural, mujeres solas y comunidades luchando sin remesas o remesas inadecuadas, enviado por los miembros masculinos de la familia que ellas ya no ven y con quienes están destinados a perder comunicación. Este es el final del camino, las perdedoras, el juego de suma cero de la globalización. En esta comunidad aislada, sin recepción de teléfonos celulares, sin desagüe o agua corriente, encontramos las personas en cuyas espaldas los ricos se hacen más ricos.

Yolanda no se considera una victima, y ella no lo es, ella está agradecida de trabajar. A ella le gusta trabajar la tierra, trabajar el suelo con sus manos,  en la naturaleza. Pero viniendo de una tierra de tanta afluencia que es mayor que la imaginación de estas mujeres, yo tengo algo de dificultad con esto. En solidaridad, yo he rehusado desde entonces comprar y comer espárragos, mi pequeña protesta a la injusticia de un sistema económico que Dorothy Day describió como “sucio, podrido”

Mientras que la vida anterior a los TLC, el ejido , estaba lejos de ser un lujo, la situación actual es insoportable. Muchas áreas del México rural están ahora despobladas de hombres de trabajo (Wise & Cypher, 2007). Es posible, de hecho, comun, viajar a través de los pueblos rurales y no ver a un solo hombre entre las edades de 15 a 60. Las ventajas y desventajas de NAFTA pueden ser debatidas ardientemente en nuestra carrera emocionante hacia la presidencia de los EUA, pero en el México rural, no hay ningún debate absolutamente.

El “libre comercio” ha destruido su sistema económico, dejándoles la alternativa de la inmigración o el de ver a sus familias morir de hambre lentamente.

El sector de la agricultura rural no fue el único herido por NAFTA en la economía Mexicana, pero si fue el más golpeado (Polaski 2003) La agricultura mexicana ha sido un masivo perdedor en comercio con los EUA, y los empleos en el sector han declinado agudamente, de 8.1 millones de trabajadores empleados al final de 1993 a 6.8 millones para el 2004. La participación en la agricultura bajó de 26.8% de la población mexicana en 1991 al 16.4% en el 2004 con las más grandes pérdidas (1,013 millones de trabajos) especí-ficamente entre productores rurales (Scott, Salas & Campbell, 2006) En el total de la industria, tan temprano como el 2002, NAFTA ya habia forzado a dos millones de agricultores fuera de sus tierras (Faux, 2006)

No debería sorprendernos entonces, que los más recientes inmigrantes históricos de México a los EUA son gente rural desplazada, 64% vieniendo de áreas pobladas de menos de 15,000 (Durand, Massey, & Zenteno,  2001). De todos los inmigrantes mexicanos, son los menos preparados para funcionar en una sociedad industrial avanzada tal como la nuestra. La mayoría están en los EUA ilegalmente, pues casi no hay provisiones legales para que ellos puedan migrar. Los EUA comparten una frontera comun de 2000 millas con México, un país de 105 millones de personas con el que está atado económica-mente como un socio principal de comercio y socialmente por una larga historia de conquista e inmigración. Sin embargo, México tiene la misma cuota de 20,000 visas como la de Botswana, África (Fernández – Kelly and Massey, 2007). NAFTA, por diseño, es una apertura de las fronteras para inversiones de capital y comercio, pero no para trabajadores. Esta cruel contradicción no está perdida en la gente de México que yo entrevisté. Durante varias semanas después del incidente del “camión” yo regresé a la comunidad de Yolanda y quede sorprendida verla en su casa a media mañana. Yo asumí que la estación de la cosecha habia terminado, pero no. Ella habia sido despedida porque un pariente tuvo una discusión, y ella por asociación, fue despedida junto con todos los miembros de la familia. Ella hablaba de ir al estado de Zacatecas donde viviría temporalmente en una casa provisional con otros de su comunidad y trabajaría recogiendo tomates por tres pesos una canasta. Me pregunté cuanto tiempo duraría hasta que fuera forzada a migrar hacia el Norte para sostener a sí misma y a su familia, sin documentos, a través de una frontera peligrosa para las mujeres. Y, eso, difícilmente puedo pensar y espero el no olvidar.

Referencias

Davis, B., Stecklov, G. & Winters, P. (2002). Migración Domestica e internacional de México rural:  Desagregando los efectos de la red de estructuras y composición.  Estudios de Población ,.   56 (3), 291-309.

Durand, J., Massey, D. S., & Zenteno, R. M. (2001). Inmigración Mexicana a los EUA:  Continuación y cambios Latin American R-esearch Review, 36 (1), 107-127.

Faux, J. (2006). The Global Class War. John Wiley and Sons: Hoboken.

Fernandez-Kelly, P., & Massey, D. S. (2007). Fronteras para quien?  El rol de NAFTA en la migración  México-EUA. The Annals of the American Academy of Political and Social Sciences, 610 (1), 98-118.

Polaski, S. (2003). Trabajos,  salarios, e ingresos familiares  en las promesas y la realidad de las lecciones de México para el Hemisferio , ed. J. J. Audley et al. Washington, D.C.: Carnegie Endowment for International Peace.

Salas, C. (2001). El impacto de NAFTA en los salarios e ingresos.. En NAFTA at Seven,Briefing Paper. Economic Policy Institute, Washington, D.C.: EPI.

Scott, R. E., Salas, C., & Campbell, B. (2006). Revisitando NAFTA: Still not working for North America’s workers (Briefing Paper No. 173). Washington: Economic Policy Institute.

Wise, R. D., & Cypher, J. M. (2007). El rol estratégico de los trabajadores Mexicanos bajo NAFTA.  Perspectivas criticas en integración económica actual  The Annals of the American Academy of Political and Social Sciences, 610 (1), 120-142.

 

Trabajador Católico de Houston, Vol. XXVIII, No. 4, julio-agosto 2008.