Este articulo fue escrito después de escuchar comentarios muy negativos sobre los inmigrantes de la media.
La animosidad y la hostilidad hacia los inmigrantes en el mundo de hoy es muy difícil de entender.
Es como si el Ku Klux Klan estuviese a cargo de Relaciones Publicas, escu-piendo mentiras y medias verdades sobre los inmigrantes, como lo hicieron en 1927, ridiculizando a los eslovacos, italianos, católicos, judíos, y Chinos cuando insistieron que cambiaran las leyes para limitar la inmigración a los europeos del norte.
Recordamos a nuestras madres de ayer contándonos historias del Klan que advertía o amenazaban a nuestros padres sobre ser católicos en esa época.
La misma campaña negativa está siendo preparada hoy día contra los inmigrantes. Uno escucha una variedad de comentarios haciéndolos chivos expiatorios por la situación económica o por dificultades en que el ciudadano escritor o el que llama a un programa de la radio se encuentra. Las penas económicas de nuestra sociedad son frecuentemente culpadas a los pies de los inmigrantes, acusándolos de gastar todos nuestro dinero de impuestos sin dejar nada para los ciudadanos.
No, no, es al revez. El dinero se hace sobre las espaldas de los inmigrantes indocumentados. Mano de obra barata significa más utilidades, que va a los accionistas y directores de las compañías grandes, no a los inmigrantes. Un hecho a menudo olvidado es que los inmigrantes también pagan impuestos en todo el sentido de la palabra. Ellos pagan los mismos impuestos que todos los demás. Si ellos utilizan un número de seguro social falso, es el dueño del número el que cosecha toda la diferencia. Ellos pagan el impuesto de venta; ellos contribuyan al impuesto de propiedad cuando rentan un departamento. Sin embargo, ellos son eliminados de recibir los beneficios de los impuestos – una buena inversión para todos los demás.
No hay que sorprenderse que aquellos que llaman a los programas de radio o televisió están disgustados. La economía prevaleciente en nuestro país no ayuda al ciudadano ordinario o al pobre. Los directores de compañías multinacionales y algunos accionistas les va muy bien, pero las promesas de neoliberalismo, las asi llamadas ganancias del (Trickle Down) que se desparraman entre los dedos nunca han sucedido. Esta no es la culpa de trabajador inmigrante, sino de una economía que es injusta.
Cuando ciudadanos tienen dificultades en encontrar trabajo, se les hecha la culpa a los inmigrantes. Más pensamiento puede llevar a la exportación de trabajos al exterior, a la más barata fuente de trabajo en otros países – una insistencia por corporaciones grandes en la mano de obra más barata, la que puede ser responsable de la producción de mala calidad, a menudo peligrosos, venenosos bienes importados.
Para ser justo en cualquier forma, uno simplemente no puede contratar a los indocumentados con salarios más bajos, horas de trabajo más largas y trabajo más duro, y luego acusarlos de romper la ley y ser terroristas en potencia, sin mencionar arrestarlos y deportarlos o ponerlos en la carcel y separarlos de sus familias.
Una nueva industria basada en inmigrantes y creciendo rápidamente se ve irónicamente como benéfica para la economía, y es la de las carceles privatizadas que detienen a los inmigrantes por largos períodos.
Gente desachable
Es el cenit de la duplicidad el rechazar a inmigrantes después de que hayan hecho una mayor contribución a la economía.
Imagínese un descontento en sus vidas sin seguridad para el futuro. Después que ganamos dinero con su trabajo, los rechazamos. Ellos son tratados como gente desachables – como pañales usados.
Casi parece que los ataques a los inmigrantes son promovidos para hacer a los inmigrantes más vulnerables y dispuestos de trabajar por menos.
Fobia de andamiaje
Cada vez que vemos una nueva construcción en nuestro vecindario y vemos los andamios levantados en frente del edificio, sufrimos ataques de ansiedad porque hemos visto lo que pasa con los trabajadores de la construcción que se han caído de estos andamios y terminan con las espaldas quebradas en tres lugares y no pueden mover ni un miembro. No pueden recibir nada de la comunidad, no hay seguro de invalidez para ellos. Esto es verdad para todos los hombres y mujeres heridos o incapacitados por cualquier razón. Ellos son dejados a sus propios recursos, que generalmente no existen. Algunos pueden recibir elegibilidad por un corto plazo para servicios médicos del condado, pero reglas estrictas para aplicación o reaplicación eliminan fuertes cantidades. No hay ningún ayuda para los que no tienen donde vivir cuando están enfermos o heridos, y nadie que ayude con los gastos aunque se necesitan suministros médicos.
Los doctores voluntarios en la Casa Juan Diego asisten cuando es posible, aunque es imposible atender a los grandes números de los necesitados. Uno de los muy importantes servicios de la Clínica Casa Juan Diego, y la Clínica Casa Maria es ayudar a los emigrantes diabéticos que de otra manera podrían enceguecer o perder algún miembro. Algunos nos encuentran demasiado tarde, cuando ya casi han perdido la vista o ya no sienten los pies.
La Casa Juan Diego asiste a los heridos cuando podemos con pañales, suministros para ayudar en las traqueotomías, y sondas y catéteres. A menudo la gente necesita sillas de ruedas; cuando se donan sillas de ruedas, se las pasamos a aquellos que las necesitan.
Imagínese el dinero del gobierno ahorrado por rehusar a ayudar a los inmigrantes enfermos y heridos. Serian billones – que tal contribución a la economía.
Un ritual triste: Casa Juan Diego casi una morgue
Algunas veces ayudamos sin ver a la persona en el principio. Los trabajadores sociales de los hospitales llaman y piden ayuda porque la persona no tiene familia aquí. La única posibilidad práctica es hacer arreglos con una casa de ayuda personal, un negocio pequeño operado con el propósito de recibir a gente. En muchos casos, sin embargo, sí, hay familia, una familia enfrentando una crisis terrible y no saben que hacer.
Uno de los momentos más tristes en la Casa Juan Diego ocurre cuando una familia llega diciendo que el hospital (podría ser un hospital publico o privado) los ha enviado a nosotros para buscar ayuda por un miembro de la familia seriamente herida. El hospital no tiene recursos para seguimiento después que dejan la sala de emergencia.
El ritual empieza con lágrimas en la biblioteca de la Casa Juan Diego donde los miembros de la familia narran el terrible accidente o enfermedad que ha dejado al miembro de la familia en una condición física seria y totalmente impedido. Algunos han sido enviados a su casa en coma para que su familia los cuida.
Ellos tratan de descubrir que pueden hacer. Todas sus vidas están en crisis y el empleador del paralizado no ayuda. El gobierno no ayuda.
El chofer que hirió a la persona en un accidente se fugó y no puede ser encontrado. El ladrón que le disparó a la persona no puede ser encontrado o no tiene recursos para ayudar. Alguien tiene que trabajar para ayudar a la familia, pero no puede hacerlo porque alguien tiene que estar disponible para cuidar de una persona muy enferma, para no mencionar cuidar de los niños.
El ambiente de la morgue se disipa cuando menciona-mos que la Casa Juan Diego tambien puede ayudar con algunos de los gastos.
Les agradecemos a todos nuestros lectores que contribuyen a hacer posible esta ayuda. No hay otro sitio donde estas familias puedan recurrir.
Trabajador Católico de Houston, Vol. XXVII, No. 6, noviembre-diciembre 2007.