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Sentencia de muerte para Rafael y otros inmigrantes

Rafael (no es su nombre real), un trabajador de la construcción, vino a nosotros enfermo. Tratamos el procedimiento usual de arreglar ayuda para él antes de que su cáncer empeorara. Tratamos de arreglar una tarjeta de elegibilidad llamada Tarjeta Dorada – pero sin éxito por que no tenía una identificación con fotografía. Lo acompañamos al consulado de El Salvador en busca de ayuda para recibir una identificación, pero ellos no pudieron ayudar.

El tratamiento para Rafael no progresaba.

Nos empezamos a desesperar cuando Rafael se empeoró cada vez más y más. Su cuello había crecido al tamaño de dos cuellos. El se sentía muy mal.

El fue a uno de los hospitales mejores de cáncer el area de Houston y de todo el mundo, pero fue rechazado. Había una barrera insuperable. Era un sentimiento extraño estar en frente de este hospital con Rafael sin poder arreglar el tratamiento, el verlo aban-donado a morir.

Finalmente, otro día, de la nada llegó un milagro a través de un doctor y se pudo arreglar un tratamiento.

Rafael es un hombre nuevo; su hinchazón ha retrocedido.

¡Hablando de la resurrección¡

Violencia contra los Inmigrantes

Apenas pasa una semana sin que recibamos en la Casa Juan Diego a algún trabajador todo morado de golpes como resultado de haber sido robado. Uno se pregunta porque los ladrones atacan a los pobres, pero es que ellos saben que estos no tienen cuentas bancarias.

Peor, ellos tienen profundas heridas de cuchilladas o huesos rotos que ocurren durante los robos. Si la persona tiene una incisión del esternón hasta debajo del ombligo, ya se sabe que los cirujanos tuvieron que operar.

Dos hombres llegaron recientemente que habían sido asaltados y robados. Uno tenia una pierna rota en mala forma y el otro tenia una rotula quebrada. El que tenia la rotula quebrada trató de resistir y negociar con los ladrones,  pero los ladrones solo sabían inglés.

Los dos hombres regresaron a sus países respectivos con nuestra ayuda – no solo sin dinero para sus familias sino también permanentemente heridos.

Trabajadores Sociales

Hay una tremenda presión en los trabajadores sociales de los hospitales para que saquen a los heridos y enfermos de los hospitales por que necesitan las camas para otros y por que necesitan el flujo de caja.

Las salas de emergencia de los hospitales deben aceptar gente seriamente enferma y tratarlos. Ellos serán reembolsados por supuesto a través de emergencia de Medicaid.

El problema es el cuidado después de la hospitalización.  No hay fondos guberna-mentales disponibles para los inmigrantes sin números del Seguro Social válidos.   No importa cuantos años han trabajado acá y contribuido a la economía. Asi es que los enfermos o heridos son básicamente sin techo.

Esto, por supuesto, ahorra millones de dólares al no ayudar a los inmigrantes con habitación cuando están incapacitados. Los que pagan los impuestos han ahorrado mucho con esta forma de rechazar la ayuda a los pobres inmigrantes de cualquier modo o manera.

El trabajador social está presionado para hacer algo sobre los enfermos y heridos y sacarlos del hospital,   y ellos a su vez nos presionan a recibir pacientes y sacarlos de sus manos.

Esta es la razón por la que la Casa Juan Diego esta manteniendo a tantos enfermos y heridos que salen de los hospitales – ninguna agencia de gobierno podrá o le será permitido hacerlo.

Debido a la presión de sacar a la gente de los hospitales,  el trabajador social podrá presentar una figura incorrecta acerca de salud del individuo,   aunque en la realidad estén a un paso de morir o totalmente imposibilitados de cuidar de sus necesidades básicas. Algunas veces los pacientes llegan en ambulancias.

Estamos hasta el cuello de enfermos y heridos, pero los recibimos con amor y alegría, y ellos en su sufrimiento inspiran mientras tratan de continuar con sus vidas y tratan de no abandonar la esperanza completamente.

Juan acaba de llegar en una silla de ruedas. El tiene 19 años y es un parapléjico, habiendo recibido un tiro en la espalda en Houston. El estuvo emocionado con la celebración de la Misa de los Obispos visitantes que vinieron a conocer el trabajo de la Casa Juan Diego.

Era la primera vez que atendía a una Misa y ahora está esperando contar su historia de su venida a los Estados Unidos antes de una Misa. Usualmente la Casa Juan Diego pida que uno de los inmigrantes cuente su historia de como llegó acá antes de la celebración de la Misa. Juan se inspiró por el cuento presentado por otro inmigrante.

Familias de los Deportados

Con el incremento de las deportaciones casi astronómicamente en estos días,  con incursiones en todo el país en los lugares de trabajo y con los oficiales de inmigración yendo a los hogares para capturar a la gente, no solo hieren a los empleadores que ya no pueden encontrar trabajadores,  sino a las familias de los deportados que se quedan sufriendo.

Generalmente, las mujeres vienen a pedir ayuda a la Casa Juan Diego por que sus maridos han sido deportados. Ellas tienen niños que han venido atendiendo a las escuelas por varios años mientras el marido trabajaba en la economía local. Ahora no tienen sostén en la familia.

Aun las que deciden regresar a su país cuando el marido ha sido deportado están a menudo en crisis. Recientemente el Consulado de México llamó para ver si podíamos recibir a una madre que había estado con sus niños por una semana en una estación de buses. Estaba en camino para Oaxaca de otro estado aquí con sus dos pequeños cuando tuvo que dar a luz en Houston. Su niño nació repentina e inesperadamente en el Centro Medico de San José y estuvo en cuidado intensivo. Podríamos tomar a la madre con los dos niños? Por supuesto que pudimos.

El mismo día una madre llamó a preguntar si podia quedarse. Ella tiene cuatro hijos y el menor era de tres días. Ella había llamado a albergues por toda la ciudad pero no había sitio.  No pudimos decir que no.

Sentencia de muerte

Una nueva regla del gobierno federal de los Estados Unidos niega el uso de fondos de Medicaid para ayudar a bebés nacidos en el pais cuyos padres no pueden todavía probar la legalidad de su hijo. (En Houston, por ejemplo, tarda tres meses hasta que se pueda obtener el acta de nacimiento.) Este quiere decir que no hay cuidado médico disponible para bebés de inmigrantes pobres durante los primeros tres meses cruciales de vida antes que se desarrolle su sistema inmune de protección.

Los Inmigrantes Continúan Contribuyendo a la Economía aun en la Enfermedad y en la Muerte

En el debate sobre la inmigración la verdad es algunas veces falta en la acción.

Ya hemos mencionado en otros números la gran disparidad en salarios entre los trabajadores documentados y los indocumentados. Si a un carpintero profesional que es un inmigrante se la paga la mitad de un salario, uno se pregunta ¿quien recibe la otra mitad? – y ¿cuantos contribuyen con la mitad de su salario a la economía?

El trabajador indocumentado puede trabajor más fuerte, más tiempo, y más barato, lo que ayuda a la economía a avanzar, pero cuando esta enfermo o herido o desempleado, él no recibe nada del gobierno. Nada del dinero de los contribuyentes de los impuestos les llega a ellos.

Aun en la muerte los inmigrantes no son com-pensados. Las familias de los difuntos van a la comunidad, a los parientes, a los vecinos, a los amigos para enterrar a los muertos.

Política Esquizofrenica

El inmigrante ciertamente recibe un mensaje contradictorio de la sociedad. Por un lado escuchamos que los inmigrantes indocumentados no deberían estar buscando “limosnas.” Tenemos programas en la televisión que continuamente hablan de los terribles “extranjeros ilegales.”

Pero del otro lado vemos a contratistas de los Estados Unidos rogando por trabajadores. El mensaje está cruzado.

Estamos muy agradecidos por la ayuda de nuestros lectores que nos permite servir a tanta gente.
Trabajador Catolico de Houston, Vol. XXVI, No. 7, noviembre-diciembre 2006.