Mientras tratábamos de escribir este articulo encarnar el Evangelio en el mundo, estábamos interrumpidos constantemente por llamadas telefónicas de gente desesperada, una sollosante mujer con una vida de maltratos, inmigrantes hispano hablantes llegaron de Nuevo Orleans y Mississippi del huracán Katrina buscando albergue, y una persona tras otra con serios problemas médicos amenazados por el desamparo. Familias empezaron a llegar a la puerta pidiendo comida que habían albergado a hasta 20 refugiados de los huracanes en sus propios hogares.
Un policía de Houston sugirió que deberíamos poner a los inmigrantes y a los refugiados fuera para darle cabida a las víctimas del huracán. Al día siguiente salió en los periódicos que docenas de miles de las víctimas del huracán de Nueva Orleans eran inmigrantes. Ese mismo día los contratistas empezaron a llegar a nuestras casas para contratar a nuestros huéspedes inmigrantes por docenas para ir a Louisiana y Mississippi para reconstruir – ellos sabían que estos eran los que trabajarían más duro, que harían el rudo trabajo por las muchas horas requeridos para empezar la construcción nueva-mente. Cada vez que ha habido un huracán en el Sudeste nuestros trabajadores han ido a reconstruir.
Fue difícil reconocer en todo el sufrimiento que encontramos en ellos y encontramos cada día, el gran progreso en la historia de la humanidad aclamada por los escritores de la Ilustración o reclamada por varios escritores de hoy.
Dorothy Day recontó la historia de Dostoevsky sobre una vieja egoísta:
“Había una vez una mujer campesina, y era muy mala. Y se murió y no dejó ningún hecho bueno. Los demonios la tomaron y la llevaron al lago del fuego. Así es que su ángel guardián se quedó preguntándose que hecho bueno de ella podía recordar para decirle a Dios. Al fin se acordó de uno y le dijo al Señor: ‘Ella una vez arrancó una cebolla de su huerta,’ dijo el, ‘y se la dio a una mendiga.’ Dios le contestó: ‘Toma esa cebolla y tiéndesela a la mujer del lago, para que ella se aferre a ella. Si consigues sacarla del lago tráela al paraíso, pero si la cebolla se quiebra, entonces la mujer debe quedarse donde está.’ El ángel corrió hacia la mujer y le tendió la cebolla a la mujer. ‘Ven’ le dijo él, ‘agárrate y yo te sacaré.’ Y él empezó a tratar de sacarla del lago. El casi la había sacado del lago cuando uno de los otros pecadores en el lago, viendo como la sacaban, se aferró a ella como para que también lo sacasen a él con ella. Pero ella era una mujer muy mala y empezó a patearlo, diciendo: ‘Yo soy la que va a ser sacada no tú, es mi cebolla. Tan pronto como dijo esto se rompió la cebolla y la mujer se cayó al lago y se está quemando en el hasta hoy día. Así es que el ángel sollozó y se fue.”
Esta es un ejemplo perfecto del contraste entre lo que los filósofos y la “Ilustración” llamaron “interés propio ilustrado” y la Palabra de los Evangelios y la vida de tantos santos. Tiene que ver con la solidaridad.
Rene Descartes influenció grandemente todo el período de la Ilustración cuando redujo toda la vida al pensamiento: “Yo pienso, luego soy.” Ahí mismo, compromiso, solidaridad, belle-za, y amor fueron botados por la ventana.
La filosofía de la Ilustración nos dijo que uno se podía salvar a sí mismo y manejar su vida sin Dios. La razón secular sería suficiente. Uno no debería preocuparse por otra gente. Adam Smith enseñó que si la gente solo busca su propio interés busca su propia utilidad o ganancia, todo saldrá por lo mejor. La vida y la economía funcionarán bien si las cosas son dejadas a las fuerzas de la naturaleza – aun la naturaleza corrupta. En esta filosofía lo que solo se puede llamar codicia se convirtió en una “virtud.”
La virtud vino a la escena como trabajar fuerte, ahorrar, adquirir y lograr por el beneficio propio. Estas no eran malas personas, sino gente que empleaba su vida y todas sus energías en adquirir bienes materiales. Aun hoy día, la persona virtuosa es percibida como el que trabaja duro, logra y compra una casa grande y luego más grande y la llena con cosas acumuladas.
“Cada hombre por si mismo,” en vez de “ningún hombre es una isla” se convirtió en la filosofía dominante. Rudo individualismo es promovido más que responsabilidad por otros. Ser un emprendedor es visto como preferible a ser dadivoso, como lo recomienda Peter Maurin.
El legado de Adam Smith fue la familia burguesa. Era no solo interés propio sino también “el interés de mi familia.” Los economistas liberales (laissez-faire) ignoraron o tal vez no estaban al tanto que su sistema en realidad lo hizo muy difícil para las familias pobres a sobrevivir. Carlos Dickens describió gráficamente en sus obras hasta donde llevaba a tantos pobres este tipo de capitalismo.
Hoy día Roberto Goizueta indica el problema, o aun la hipocresía, de los neoconserva-dores que abrazan exactamente este tipo de economía, mientras hablan de la importancia de los valores de la familia. “… la debilidad de la evocación senti-mentalizada neo conserva-dora de los valores familiares. Es que los neoconservadores fallan en reconocer como la vida del “hogar” no está aislada sino empotrada en las relaciones en la ética y política económica. Hace muy poco bien promover valores familiares, al mismo tiempo, soportando estructuras políticas y económicas que al promover individualismo autó-nomo y un entendimiento instrumental de la vida humana, llevan al quiebre de la familia. Cuando están forzados ha hacer su camino dentro de estas estructuras, los valores familiares tienen poca oportunidad de supervivencia” (Roberto S. Goizueta, Caminemos con Jesús: Toward a Hispanic/Latino Theology of Accompaniment. Orbis Books, 1995) La única diferencia aquí es que todavía hoy en día los neoconservadores cubren su su brutal capitalismo con su religión.
Junto con el “interés propio ilustrado” de Adam Smith vino su “división del trabajo,” que como dijo Kropotkin, dividió a la gente en clases tan clara y permanentemente como las castas de la antigua India. Aquellos que hablan hoy en día en términos resplandecientes sobre las glorias de la “creación de la riqueza” y lo que hace para la sociedad dejan de reconocer que los trabajadores que trabajan largas horas a salarios muy bajos (ahora a menudo en otros países) para hacer posible los enormes sueldos de los directores generales de la compañias y sus accionistas que recogen miles de millones de dólares.
La división del trabajo fue una manifestación práctica de un problema mucho más grande de fragmentación del pensamiento en una compartamentalización estricta de disciplinas. Peter Maurin critica esto. El creyó que la fragmentación limitó la libertad humana y responsabilidad personal.
También la idea se estaba desarollando de que mientras trabajábamos para un buen propósito, cualquier medio de lograr tal objetivo era aceptable, no importaba los puntos finos de la moralidad o como las acciones de uno puedan afectar a otros. Este filosofía maquia-vélica fue abrazada y culpada a los jesuitas. Maquiavelo incluso endosaba la idea que el fin justifica los medios. El rechazo de utilizar medios impuros fue un sello del pensamiento y la práctica de Dorothy Day y Peter Maurin. .
Emanuele Kant (1724 – 1804), uno de los más famosos pensadores de la Ilustración, rechazó cualquier concepto de autoridad o tradición, diciendo que “ilustración es el surgimiento del hombre de su auto-impuesta infancia.” Kant quiso decir con esto que, “la infancia es la inhabilidad de utilizar la razón personal sin la guía de otro.” (Las citas incluidas aquí con respecto a la Ilustración y el progreso han sido tomadas del Oxford Companion to Philosophy).
Contraste esto con las palabras de Jesús: “A menos que se hagan ustedes como niños pequeños, no entrarán en el Reino.”
La declaración que la religión no es para gente inteligente, sino para mujeres y niños, todavía atrae a muchos. Recientemente, trabajamos con un sacerdote de la India que había pasado algún tiempo estudiando en Europa. Lo habían hecho sentir que su fe era infantil y no algo deseado por adultos.
Pocos eran lo suficientemente sabios o valientes para reconocer que abrazar una filosofía cuya única fuente de información e inspiración brota de la razón secular, mientras rechaza la sabiduría de los antepasados, nos deja sin ilustración y sin inspiración.
La Ilustración nos trajo la autonomía de la razón y el rechazo de lo que otros han dicho o dirán. Este rechazo total de las creencias e instituciones tradicionales llevó a algunos filósofos como Edmund Burke (1729 – 1797) que no estaban de acuerdo, a cuestionar su auto engrandecimiento y responder que “es más probable que sea correcta la sabiduría acumulada de las generaciones pasadas que las ideas de un filósofo individual.”
La filosofía de la Ilustración preparó el camino del Cientismo que reclamaba que los “problemas filosóficos eran problemas científicos y solo deberían ser tratados en esa forma.”
La filosofía utilitaria que se desarrolló juntamente con el empuje por la autonomía de la razón y el “interés propio ilustrado,” completó su justifica-ción no solo de interés propio, sino de auto-indulgencia. El Oxford Companion to Philosophy define al utilitarismo como “un acercamiento a la moralidad que trata al placer o la satisfacción del deseo como el único elemento en el bien humano … en una visión directamente utilitaria, los hechos no son los correctos u obligatorios por su carácter inherente, sus motivos subya-centes, o su relación a lo divino o sus dictados sociales, sino por cuan humanos son los sentimientos sobre todo o del bienestar producen.”
¡No hay que asombrarse que el sacrificio personal para el bien de otros se hizo tan impopular!
Una característica de los filósofos de la Ilustración era “un robusto sentido de confianza en el progreso humano,” mejoramiento de todo en el tiempo, especialmente la perfección gradual de la humanidad. Ellos entusiástica-mente expresaron una visión de “la raza humana, emancipada de los grilletes, suelta del imperio del destino y de los enemigos del progreso, avanzando con un paso firme y seguro en la senda de la verdad, la virtud y la felicidad.”
Los “grilletes” a los que se referían se relacionaban a Dios y a lo que él le pide a la humanidad – y especialmente lo que pide la voz de Dios a través de la Iglesia Católica. Ellos vieron a Dios y a la Iglesia como una amenaza a la libertad humana y la fuente de imposición u culpa. Ellos percibieron la ley de Dios y las leyes de la Iglesia como que interferían con la libertad más que como un perfeccionamiento de ellas. Si solo la religión no interfiriese, ¡que libertad no se podría tener!
Fueron los franceses que dieron honor a la diosa de la razón en la Catedral de Notre Dame – una nueva diosa, una nueva religión, y un nuevo sacramento – la guillotina – junto a la tremenda persecución de los sacerdotes de la Iglesia Catolica que eran arrastrados por las calles.
Francia es un gran ejemplo de lo que pasa al seguir una razón secular, el rechazo de la autoridad, y el establecimiento de la libertad sin límites – los gobiernos son autorizados para cortar cabezas para asegurar el ejercicio de la libertad. Y pronto la cortada de las cabezas incluye más y más gente con diferentes puntos de vista.
La opera El dialogo de las carmelitas” cuyo texto fue escrito por George Bernanos, es un comentario sobre la revolución francesa donde las monjas inocentes encontraron su nueva libertad al perder sus cabezas. Cada una de ellas fue guillotinada.
Uno se pregunta ¿por qué la revolución francesa es aclamada como la celebración de la gran libertad, como modelo para todos?
Aun el ideal de la democracia de la Revolución Francesa en muchos casos deja mucho que desear. Ha llevado a la idea que la moralidad misma puede ser lograda por votación y que los resultados de las encuestas de opinión deberían decidir los asuntos més importantes de la vida. Sin embargo, como dijo Peter Maurin (francés él mismo), “Cincuenta mil franceses pueden estar equivocados.”
Estas filosofías seculares continúan teniendo tremenda influencia aun entre los creyentes. Aquellos que dejaron la Iglesia católica en siglos anteriores fueron pronto influenciados por estas corrientes del pensamiento. Calvino poco a poco permitió al interés propio ilustrado que tomara su lugar y aun cambió la prohibición, con siglos de antigüedad, contra recibir interés (usura).
Después de Lutero no tomó mucho de pasar de “fe solamente” a “razón solamente”
Después de dos o tres siglos los resultados de estas filosofías no son impresionantes. Reflexionando en el último siglo, el siglo veinte, uno solo puede concluir que el fruto de la razón pura y el interés propio de la Ilustración fue el nazismo, el comunismo de los rusos y el de los chinos y el del brutal capitalismo – lo que Peter Maurin llamó la nueva edad obscura. La libertad buscada en el rechazo de Dios no llenó las promesas de los filósofos.
Los ojos de la fe
No queremos confundir a nadie y hacerles pensar que estamos en contra de la filosofía o de utilizar la mente. Dorothy Day y Peter Maurin leyeron profusamente, y nosotros hacemos lo mismo. Nosotros tratamos de seguir las Escrituras, también, y estamos muy conscientes de las lecturas de las Misas dominicales recientes: “No se conformen a esta edad, sino sean transformados por la renovación de su mente, que ustedes puedan percibir la voluntad de Dios – lo que es bueno y aceptable y perfecto” (Rom 12:2)
“¡O, la profundidad de las riquezas y la sabiduría del conocimiento de Dios! ¡Que tan inescrutables son sus juicios y que tan insondables son sus caminos! (Rom 11:33)
La fe y la razón van juntas
Diferente de los filósofos de la Ilustración, Peter Maurin y Dorothy Day encontraron su más profunda libertad y significado en la Iglesia – la libertad de estar conectados con su destino y vocación, la libertad de hacer una diferencia en el mundo y en las vidas de la gente, la libertad de vivir el Evangelio en su totalidad y profundizar en el conocimiento, la verdad, la belleza y la bondad.
La gente busca significado para sus vidas en el secularismo, en el acumulación de cosas, en mantenerse ocupado, El énfasis no es solo en poseer cosas, como lo último en tecnología, los carros más grandes, etc. Significado y verdad son buscados a la derecha o la izquierda – a menudo en cualquier parte pero en la belleza y profundidad de la Incarnación, que también implica sufrimiento. De algún modo parece que hay una falta de reconocimiento que la tecnología y la economía deben estar al servicio de la humanidad, y no la humanidad al servicio de la tecnología o la economía al servicio de un pequeño porcentaje de la población del mundo.
Abrazar la religión parece algo casi suicida en nuestra cultura, confinados como estamos por la razón secular, cuyos tentáculos están en todas partes, aun en la Iglesia. La idea de tomar nuestras decisiones de la vida desde la perspectiva del Evangelio es juzgada extraña en un mundo donde la economía es la primera preocupación de la vida.
Don Francisco Martínez ha sugerido que todo el trabajo del gran teólogo Henri Lubac ha sido el desenterrar la tradición y liberarla del confinamiento de la razón secular (Francisco Javier Martínez, “Mas Allá de la Razón Secular,” Communio (Edición norteamericano) invierno del 2004, Vol. XXXI, No. 4)
Hans Urs Von Balthasar señala que “Son los ojos de fe que ven la belleza de la fe y la vacuidad de su deslumbrante y seductivo opuesto.” (Balthasar, La gloria del Señor: Una estética teológica, Vol III, Estudios en estilo teológico: Estudios laicos, Ignatius Press) Tal vez la razón secular (sola) y el hedonismo que viene con el utilitarismo son los opuestos seductivos.
Como Dorothy Day y Dostoevsky, Baltasar hizo énfasis en la belleza y en la estética de la teología en la vida Cristiana. “Belleza es la palabra que será nuestra primera. Belleza es la última cosa que el intelecto pensante se atreve a tocar, puesto que solo danza como un esplendor alrededor de la doble constelación de la verdad y lo bueno y su relación inseparable del uno con el otro. La belleza es la desinteresada, sin la cual el mundo antiguo rehusó entenderse a sí mismo, una palabra que es ambas imperceptiblemente y sin equivocación le ha dado la despedida a nuestro nuevo mundo, un mundo de intereses, dejándolo a su propia avaricia y tristeza. … Podemos estar seguros que quienquiera que se burla de su nombre como si ella fuera el ornamento del pasado burgués – lo admita o no – no puede orar más y muy pronto no podrá amar más (Vol. 1:Una Teología Estética, 18)
Constantemente buscar el interés propio, aunque a veces sea sancionado por la sociedad, no va con la belleza, la desinteresada, y mucho menos con la justicia y la solidaridad.
Balthasar insiste que la belleza no puede ser separada de la verdad: “Lo esencial es realizar que, sin conocimiento estético, ni la razón practica ni la teórica pueden lograr su realización total. Si al verum (verdad) le falta el esplendor que para Tomás es la marca distintiva de lo bello, entonces el conocimiento de la verdad permanece pragmático y formalista. Tal conocimiento entonces solamente se tratará de la verificación de los hechos y la leyes correctas, así sean leyes de ser o leyes de pensamiento, cate-gorías, e ideas. Pero si a lo bonum (bueno) le falta el voluptas (placer) que para Agustín es la marca de la belleza, entonces la relación a lo bueno permanece utilitaria y hedonista.” … que el tiempo de Agustín lo sabia también.
Dorothy Day citó a Dostoevsky que decía, “La belleza salvará al mundo” Willian Miller, su biógrafo, comentando que palabras como belleza y amor a menudo han tomado diferentes significados, explicó lo que significaban para Dorothy:
“En esta época, cuando la palabra “amor” significa algo que ha perdido toda la harmonía con el ideal de la belleza y lo eterno, Dorothy ha vivido por al amor y sufrido por el amor en una forma que es un ejemplo notable de cómo la belleza puede ser restaurada. Cuando viejo profesor tembloroso de Dostoevsky dice que la ‘belleza salvará al mundo’ se está refiriendo a la belleza que está construida en el amor” (William Miller, All is Grace: The Spirituality of Dorothy Day, Doubleday, 1987)
Balthasar presenta a Carlos Péguy como alguien que fue capaz de ir más allá de la razón pura y salvar el corazón y el alma. La teología en algunos siglos tal vez no ha sido presentada en su totalidad la gloria y el esplendor de Dios y al llamado de solidaridad con otros – especialmente aquellos más necesitados – lo que es tan fuerte en el Evangelio, los profetas de Israel y los padres de la Iglesia. Las obras de Péguy exploran lo que esto significa en la manera en que los seguidores de Jesús Encarnado viven en el mundo–como lo espiritual debe continuar encarnando al Evangelio en el mundo de hoy día.
Péguy, un poeta católico francés, estuvo profundamente comprometido en el mundo: “La estética, para Péguy, en sus profundidades está identificada con la ética, y esto en la base de Dios haciéndose hombre en Cristo: lo espiritual debe encarnarse, lo invisible debe dar prueba de si mismo en forma, y solo lo que es justo y justificable en la visión de Dios puede ser correcto en términos del mundo.” Lo espiritual debe tomar forma en el mundo y la forma es Cristo. Las implicaciones son enormes – La forma que se logra y es vivida debe ser de una tela pura y sin costura …”
Las palabras de Balthasar sobre Péguy se destacan: ” … él esta enraizado en las profun-didades donde el mundo y la Iglesia, mundo y gracia, se encuentran juntos y se inter-penetran … Tal vez, después del largo registro de variaciones platónicas en la historia del espíritu cristiano, la Iglesia nunca ha sido puesta tan firmemente en el mundo como en el pensamiento de Péguy, y como resultado de esto, a la idea del mundo se le ha permitido libre de ningun tinte de entusiasmo no criticado, cualquiera su fuente – sea en mitología o en erotismo o en optimismo sobre el futuro.”
Nosotros podemos identificar-nos con el comentario de Péguy sobre el progreso: “Dejen al mundo progresar como quiera, en la cristiandad ‘no hay progreso de ningun tipo [Péguy pone estas palabras en negrita]. Solo los hombres modernos hacen el progreso. Pero nosotros somos, de una vez por todas, no más astutos que San Juan Crisóstomo. Pues mejorar la Cristiandad seria como querer mejorar el Polo Norte.”
¿Como Puede Uno Ir Mas Allá de la Razón Secular?
El más grande desventaja de depender en la razón secular es que no comprende el más profundo significado del ser humano. Como dijo Don Francisco, “El pensar en el hombre sin Cristo es dejar al hombre entendido incompleta-mente. Es de no entender lo que más importa, aun para la construcción del polís.
Si, la meta del cristiano es encarnar al Evangelio en el mundo. Es difícil, sin embargo, responder con la vida total de uno al Evangelio en nuestro mundo – muchos nos dicen que son prisioneros en un sistema de valores de la clase media cuyo ápice de logro es tener más dinero que otra gente, en una economía que cría codicia en lugar de plantar las semillas del Evangelio.
Balthasar cita a Péguy “uno puede buscar en el Evangelio en vano por cualquier vestigio de desprecio.: Todo lo que hay es amor (y no hay nada más opuesto al desprecio). La terrible ira que fluye debajo de la superficie de los Evangelios no es ira contra la naturaleza o contra los hombres confrontados por la gracia, sino ira dirigida contra riqueza. Pero la riqueza, el eje en el que el mundo moderno gira, no está ni menos opuesto a la naturaleza que a la gracia.”
Como dijo Balthasar en su libro Solo el amor es creíble. “El éxito no es uno de los nombres de Dios, pero el fuego consumidor sí lo es.”
En nuestro libro sobre los orígenes del Movimiento del Trabajador Católico, no hemos escrito un capitulo entero sobre Péguy como una influencia mayor de Peter y Dorothy. Sin embargo, hay varios lugares en que ambos Peter y Dorothy se refieren a él y a sus ideas. En un Ensayo Peter cita a Péguy:
Carlos Péguy dijo una vez:
“Hay dos cosas
en el mundo
política y misticismo”
Para Carlos Péguy
lo mismo que para Mounier
la política es la lucha por el
poder
mientras que el misticismo
es el realismo
del espíritu
El famoso Ensayo de Peter que se llama “Embajadores de Dios,” hace eco del pensamiento de Péguy:
Lo que le damos a los pobres
por amor a Cristo
es lo que llevamos con nosotros
cuando fallecemos.
Los griegos paganos decían
que los pobres
“son los embajadores
de los dioses.”
Hacerse pobre
es hacerse
un embajador de Dios.
Balthasar destaca esta idea de Péguy:
“Para los griegos, los suplicantes, y el que pidió auxilio, eran los verdaderamente grandes hombres, porque ellos representaban a la humanidad ante los dioses. Pero el hombre afortunado se le debería compa-decer, porque estaba amenazado por el destino. El suplicante a sus pies es de hecho superior a él, porque es un representante. El ya no es él mismo solo – no es aun él mismo. Así cada otra persona debe estar en guardia. Desposeída como está por los eventos que trajeron tan precaria buena fortuna al que se le está pidiendo, un ciudadano sin ciudad, una cabeza sin un ojo, un niño sin padre, un vientre sin comida, una espalda sin cama, una cama sin techo, un hombre sin posesiones – él ya no más existe como sí mismo. El está moldeado por lo humano y por los supra humanos dedos de Dios, amoldado y torneado en el torno. Los dioses y el destino que están detrás de los dioses lo ha privado de su polis. Pero los dioses le han dado su propia ciudad en retorno. No es en ningún sentido una compensación, ni aun un signo de justicia, y naturalmente no es una antítesis romántica. Es algo mucho más profundo, más verdadero”
Las metas y los propósitos del “Movimiento del Trabajador Católico” específicamente acreditados a Péguy: “No podemos vivir solos. No podemos ir al cielo solos. De lo contrario Dios nos preguntará ¿donde están los otros?”
Santos y poetas nos pueden ayudar a ir más allá de la razón secular. El Cardenal Joseph Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI, recomienda a los santos como modelos.
“Lo que realmente necesi-tamos es gente que está interiormente agarrada por el cristianismo, que lo experimentan como gozo y esperanza, que por lo tanto se han convertido en amantes. Y a estos los llamamos santos.
“Solo piense en Benedicto, que, al final de la ambigüedad, creó la forma de vida gracias a la cual la Iglesia pasó por las grandes migraciones. O si piensa en Francisco y Dominico en una Iglesia feudal osificada, un movimiento evangélico que vivió la pobreza del Evangelio, su simplicidad, su gozo, repentinamente explotó y luego desató un movimiento real de masas. O tal vez debemos recordar el siglo XVI. El Concilio de Trento fue importante, pero podía ser efectivo como una reforma católica solo por que habían santos como Teresa de Avila, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola, Carlos Borromeo, y muchos otros que simplemente fueron impresionados interior-mente por la fe, que vivían en originalidad en su propia manera, creyeron formas de la fe, que luego hizo posible necesarias reformas curativas. Por esta razón yo también diría que en nuestro tiempo las reforma no vendrán definitiva-mente de foros y sínodos, aunque estos tengan su legitimidad, y alguna veces aun su necesidad. Las reformas vendrán de personalidades convincentes a quienes podre-mos llamar santos” (Joseph Cardenal Ratzinger, Salt of the Earth: An Interview with Peter Seewald (Sal de la tierra: una entrevista con Peter Seewald), Ignatius Press, 1977).
Trabajador Católico de Houston, Vol. XXV, No. 7, noviembre-diciembre 2005.