El más consistente y frecuente promotor de la paz y los derechos humanos en las últimas dos décadas ha sido el Papa Juan Pablo II.
Desde la guerra de Irak I hasta la guerra de Irak II ,él ha sido un eco de la voz de Pablo IV, lamentándose ante las Naciones Unidas en 1965: “No Más Guerra, Nunca Más Guerra.”
Juan Pablo II declaró antes de la guerra del 2003 que esta guerra sería una derrota para la humanidad que no podría ser legalmente o moralmente justificada.
En las semanas y meses antes de que los EUA atacara a Irak, no solo el Santo Padre, sino uno tras otro de los Cardenales y Arzobispos en el Vaticano hablaron en contra de una guerra “prioritaria” o golpe “preventivo.”
Ellos declararon que la teoría de la guerra justa no podría justificar esa guerra. El Arzobispo Jean Luis Tauran dijo que dicha “guerra de agresión” es un crimen contra la paz. El Arzobispo Renato Martino, usó las mismas palabras al llamar a la posible intervención militar, un “crimen contra la paz que clama por venganza ante Dios.” También criticó la presión que las más poderosas naciones ejercitaron sobre las menos poderosas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para soportar esta guerra. El Papa habló casi diario contra la guerra y en soporte de los esfuerzos diplomáticos por la paz.
Juan Pablo II envío a su representante personal, el Cardenal Pio Laghi, amigo de la familia Bush, para protestar ante el Presidente de los EUA antes de que la guerra empezara. Pio Laghi dijo publicamente que tal guerra sería injusta e ilegal. El mensaje: era claro: Dios no está a tu lado si invades Irak.
Después que los EUA iniciaron su ataque contra Irak, las noticias Fox, reportó los comentarios inmediatos del Santo Padre, hecho en un discurso en el Vaticano ante los miembros de un canal de televisión religioso italiano, Telespace: “Cuando la guerra, como en estos días en Irak, amenaza el destino de la humanidad, es lo más urgente proclamar, con una voz fuerte y decisiva, que solamente la paz es el camino para construir una sociedad más unida y justa,” dijo Juan Pablo. “La violencia y las armas nunca podrán resolver los problemas del hombre.”
Los estadoudinenses están en gran parte ignorante de la profundidad e importancia de la oposición de los líderes de la Iglesia al ataque contra Irak, puesto que la mayor parte de la de la prensa no reportó los reportes. En la misma forma muchos americanos no estaban al tanto de que el Papa había hablado 56 veces contra la primera Guerra de Golfo Los medios de comunicación en los EUA omitió esto en sus comentarios sobre la guerra. Muchos tampoco están al tanto del número de Iraquíes que murieron en esa guerra (para no mencionar la guerra que acaba de “terminar”).
En febrero del 2003 la revista Business Week publicó una entrevista con Beth Osborne Daponte, una demógrafo profesional que trabajaba para el Buró del Censo. La primera administración Bush trató de despedirla porque los estimados que ella publicó del número de Iraquíes muertos estaba en conflicto con las declaraciones de Dick Cheney en ese tiempo. Ella fue defendida por profesionales de ciencia social y pudo mantenerse en su trabajo. Sus estimados: 13,000 civiles fueron muertos directamente por EUA y sus fuerzas aliadas, cerca de 70,000 civiles murieron subsecuentemente de los daños relacionados y ocasionados a los instalaciones y suministros médicos, la red de poder eléctrico, y el sistema de agua potable.
En los últimos años, los neoconservadores católicos han estado intentando desarrollar una nueva filosofía de la guerra justa que incluiría golpes adelantadoras contra otras naciones, lo que se llamaría una “guerra preventiva.” George Weigel ha publicado artículos mayores defendiendo esta posición desde 1995. La revista First Things publicó sus artículos y editorialmente estaba de acuerdo con su punto de vista. La administración actual de Bush ha utilizado estos artículos para defender el golpe contra Irak. Poco antes de que empezara la guerra, a través del Embajador de los EUA ante el Vaticano, el Presidente Bush envío a Michael Novak a Roma para tratar de justificar la guerra ante el Papa y los oficiales del Vaticano. El Servicio de Noticias Católico reportó que 150 invitados asistieron al simposio de dos horas, incluyendo oficiales de bajo nivel del Vaticano, profesores de las universidades de la Iglesia en Roma y diplomáticos acredi-tados ante el Vaticano. Puesto que con una sola voz Roma había rechazado el argumento de guerras preventivas, Novak tomó la estrategia que la guerra con Irak no sería una guerra preventiva, sino la continuación de una “guerra justa,” la guerra I de Irak, y en efecto una obligación moral. El arguyó que también era una cuestión de autodefensa, que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva, que era un caracter inescrupuloso, y que por lo tanto era solo cuestión de tiempo antes de que se uniera con Al Qaida y le diera dichas armas.
Novak no tuvo éxito en convencer a los lideres de la Iglesia – de hecho, algunos comentadores reflexionaron que sus esfuerzos pueden haber tenido el efecto contrario. La credibilidad de Novak en su argumento fue tal vez minado por su empleo en el American Enterprise Institute, fuertemente mantenido por las compañías petroleras, algunas de las cuales empezaron a solicitar empleados en el Houston Chronicle para trabajar en Irak antes de que empezara la guerra.
Los oficiales de la Administración negaron por meses que la meta de la guerra fuese relacionada con el petróleo. Sin embargo, el 4 de junio del 2003, el periódico inglés, The Guardian, reportó las palabras del Sub-secretario de Defensa de los EUA, Paul Wolfowitz (uno de los mayores arquitectos de la guerra). Wolfowitz había comentado anteriormente que la urgente razón dada para la guerra, armas de destrucción masiva, era sola-mente una “razón burocrática” para la guerra. Ahora en la Conferencia Asiática Cumbre de Singapur ha declarado abierta-mente que la verdadera razón para la guerra era el petróleo: “Cuando le preguntaron por que un poder nuclear como Corea del Norte estaba siendo tratado en forma diferente de Irak, donde no se han encontrado armas de destrucción masiva, el Sub-secretario de Defensa dijo: “Veámoslo en forma simple. La diferencia más importante entre Corea del Norte e Irak es que económicamente, nosotros sen-cillamente no teníamos alter-nativa en Irak. El país flota en un mar de petróleo.”
Juan Pablo II ha tratado de distanciar a la Iglesia Católica de la idea de del “Destino Manifiesto” cristiano de los EUA de George Bush, y especialmente evitar la apariencia de un conflicto de la civilización cristiana contra el Islam. Zenit reportó que en el mensaje de este año del Domingo de Resurrección Juan Pablo II “imploró por la salvación del mundo del peligro del trágico conflicto entre culturas y religiones.” El Papa también envío un mensaje a los terroristas: “Que haya un punto final a la cadena de odio y terrorismo que amenaza el desarrollo ordenado de la familia humana.” Como había hecho en su invitación a los líderes religiosos de muchos diferentes credos a Asís a principios del 2002, el imploró nuevamente a los lideres de las otras religiones: “Que la fe y el amor de Dios haga a los seguidores de cada religión unos constructores valientes de per-dón y comprensión, pacientes tejedores de un diálogo intra-religioso fructífero, capaz de inaugurar una nueva era de justicia y paz.”
El Catholic World News citó al Obispo del Rito Latino de Bagdad, Jean Benjamin Slei-maan, decirle al diario italiano La Repubblica que el alto perfil de la oposición del Papa a la guerra contra Irak ha ayudado a evitar un tipo de maniqueísmo que podría establecer una oposición entre el Este y el Oeste, en la que la cristiandad está conectada con el Oeste y el Islam con el Este.
Las violaciones de la guerra de Irak II a los principios de la guerra justa abundaron. El bombardeo incluyó tales blancos como un mercado abierto y el hotel donde estaban alojados los periodistas de todo el mundo. Mientras los informes de la mayoría de todos los diarios y canales de televisión de los EUA minimizaron su cobertura sobre los muertos y heridos a la gente Iraquí, los informes de muchas víctimas civiles sí salieron. CBS News informó el 7 de abril historias sobre civiles fluyendo copiosamente hacia los hospitales de Bagdad, con la amenaza de colmar al personal médico, y que el daño causado por las bombas que tuvieron a hogares como blancos: “Los viejos, los jóvenes, y mujeres por igual, nadie ha sido permitido vivir. Un hospital reportó haber recibido 175 heridos para el mediodía. Un cráter es todo lo que queda de cuatro familias y sus hogares – obliterados por una masiva bomba venida del firmamento sin aviso en el medio de la tarde.” La prensa canadiense llevaba un informe de la Cruz Roja de niveles “increíbles” de víctimas de Nasiriyah de una carga de camión de mujeres y niños desmembrados llegando al hospital en Hila de dicha villa, sus muertes fueron el resultado de “bombas y proyectiles.”
Mientras los rumores crecían sobre el ataque de los EUA a Irak, el Cardenal Joseph Ratzzinger, el Prefecto de la Congregación del Vaticano para la Doctrina de la Fe, empezó a declarar inequívocamente que “El concepto de ‘guerra pre-ventiva’ no aparece en elCatecismo de la Iglesia Católica.” Sus comentarios han sido publicados desde septiembre del 2002 y fueron repetidos varias veces conforme se hacía inminente la guerra.
El Cardenal Ratzinger recomendó que las tres religiones que comparten la herencia de Abraham regresen a los diez mandamientos para contrarrestar la violencia del terrorismo y la guerra. “El Decálogo no es propiedad privada de los judíos o los católicos. Es una expresión elevada de razón moral, que como tal, también es encontrada en la sabiduría de otras culturas. El referirse nuevamente al Decálogo podría ser esencial precisamente a restaurar la razón.”
La preparación de una nueva versión más corta y simple del Catecismo de la Iglesia Católica empezara próximamente y de acuerdo con los informes y entrevistas con el Cardenal Joseph Ratzinger, probable-mente incluirá revisiones para clarificar la sección sobre la guerra justa, como la versión oficial ha hecho contra la pena capital en una sociedad civilizada. El Cardenal Ratzinger dirigirá la comisión para escribir el nuevo Catecismo. En una entrevista con Zenit el 2 de Mayo del 2003, el Cardenal reiteró la posición del Santo Padre sobre la guerra de Irak (II) y sobre la pregunta de la posibilidad de una guerra justa en el mundo de hoy: “No habían razones suficientes para desatar la guerra contra Irak. Dados los nuevos armamentos que hacen posible la destrucción que va mas allá de los grupos combatientes, hoy día deberíamos estar preguntando a nosotros mismos si todavía es lícito admitir la misma existencia de la “guerra justa.”
En casi todos sus discursos a grupos grandes y pequeños y en cada visita a otros países, tales como su reciente visita a España, Juan Pablo II ha clamado por la paz.
En la Misa del Miércoles de Ceniza de este año, el Papa hizo mas énfasis sobre el tema de que la paz viene con la justicia: “No habrá paz en la tierra mientras la opresión de la gente, las injus-ticias y los desbalances eco-nómicos, que todavía existen, perduran.” El insistió que los cambios de estructuras, las económicas y otras, deben venir de la conversión de los corazones: “Pero para que se logren los deseados cambios estructurales, las iniciativas y las intervenciones no son sufi-cientes; lo que se necesita sobre todas las cosas es una conversión unida de los corazones para amar. ”
En su mensaje de Semana Santa el Santo Padre llamó la atención no solo a la guerra de Irak, sino a las guerras olvidadas y las hostilidades prolongadas que están causando la muerte e injurias en medio del silencio y negligencia por parte de sectores considerables de la opinión pública.” El periódico oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano llevó el mensaje Pascual de paz del, Papa con encabezados en tipo muy grande, PACE (paz), tomando un cuarto de página. El le ha pedido a los católicos que recen y hagan penitencia para pedirle a Cristo por la paz, una paz “fundada en los sólidos pilares del amor y la justicia, verdad y libertad.”
Trabajador Católico de Houston, Vol. XXIII, No. 5, septiembre-octubre 2003.