Casa Juan Diego se llenó de alegría con la canonización de San Juan Diego. La bienvenida de México al Santo Padre en la ocación de su canonización resonaba en Houston, aun en los medios de comunicación seculares. Varios canales de televisión celebraban la visita del Papa y la vincularon con lo que ellos llamaron uno de los milagros del nuevo santo, Casa Juan Diego. Canal 2 (NBC) presentó dos programas, inclu-yendo un especial de una media hora el domingo 3 de agosto en la mañana. FOX-TV local destacaron a Juan Diego y Casa Juan Diego juntos dos veces, y canal 45 en español incluyó un segmento en sus noticias de Univisión.
Tuvimos la oportunidad de contar a la gente de Houston tanto de quiere decir Juan Diego a nosotros y como escogimos su nombre para nuestro trabajo cuando empezamos. ¡Que símbolo es él para los que son nadie en los ojos de los poderosos, pero apreciado mucho por Dios.
Nosotros también éramos nadie cuando comenzamos a recibir refugiados de las guerras en Centroamérica en los 1980s. Los inmigrantes y refugiados que vinieron y siguen viniendo con solamente la ropa puesta hacen todos los trabajos de Houston, pero muchos no los consideran seres humanos, igual como el primer Juan Diego. Como Juan Diego, ellos no hablan el idioma y no tienen derechos.
El trabajo de Casa Juan Diego, que empezó en un viejo edificio de carnicería, ha crecido a 15 casas, gracias a tantos que han ayudado y se han preocupado por los que vienen a buscar refugio y asistencia en tantas maneras. Los programas de televisión mostraron nuestra distribución de comida a los pobres de la comunidad, las clases de inglés, nuestra clínica medical en acción, y huéspedes de la Casa contando sus historias.
No pudimos ir a México para la canonización, pero hemos visitado la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe varias veces. La Villa siempre estaba llena de peregrinos de todas partes de México, de otros países de Latinoamerica y algunos pocos que hablaban inglés. En una occasión turistas que hablaban inglés nos preguntaron, “¿de qué se trata este lugar, qué es el significado?”
El Tiempo de las Apariciones
En el tiempo de la conquista cuando vivía Juan Diego, muchos de los conquistadores pensaban que los indígenas ni tenían almas y que así no tenían derecho de ser duenos, sino debían ser sujetos. Se les trataba mal, haciendoles esclavos. Estaba prohibido hablar su proprio idoma. (Por lo menos en los países de habla hispana, siguien viviendo; en E.E.U.U. muy pocos nativos sobrevivieron.) Pero, con los conquistadores también vinieron misioneros que quisieron compartir su fe con ellos. Fue muy difícil, a causa del trato terrible que recibieron de los conquistadores. Muy pocos se convirtieron a la cristiandad. Uno de ellos era Juan Diego, que con su esposa fue baptizado y frecuentemente recibió los sacramentos. Cuando Nuestra Señora de Guadalupe le apareció, Juan ya era viudo. Su fe era un ejemplo de la conversión profunda y sincera esperaba por los misioneros, quienes se preocupaban que los nuevos católicos podrían caer otra vez en idolatría.
El párroco de la casa que fundamos en Matamoros, México, con la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, que también se llama Casa Juan Diego, recientemente nos mandó un nuevo libro sobre Juan Diego y Nuestra Señora de Guadalupe escrito por Eduardo Chávez Sánchez, llamado Juan Diego: una vida de santidad que marcó la historia, publicado por Editorial Porrúa. Este libro destaca algunos documentos originales del tiempo de Juan Diego que muestran que los misioneros no solamente evangelizaron, sino defendían al pueblo indígena. Estos documentos y cartas también lo hace claro que no solamente existía Juan Diego, pero un gran evento occurió en este tiempo.
Chávez reimprima algunas cartas escritas de este tiempo por el Juan de Zumárraga, Obispo de México que recibió la tilma de Juan Diego. El Obispo escribió a España y a Roma, arguyendo que los nativos sí, tenían almas y que algunos de sus paisanos estaban actuando con tanta crueldad y corrupción que solo una intervención de Dios podría salvar la situación y la tierra:
El fray Juan de Zummáraga, el 27 de agosto de 1529 (apenas un año y cuatro meses antes de la Aparación), escribía con gran angustia al rey y emperador Carlos V sobre lo mal que estaban las cosas en la Nueva España, siendo testigo de los demanes e injusticias que estaban cometiendo algunos españoles:
“Zumárraga no sólo permaneció impotente ante los asaltos y crímenes de los españoles, sino que además fue amenazado por los suyos…
“Fray Juan de Zumárraga, a pesar de ser el Obispo de la Ciudad de México, se sentía impotente ante todos esto desastres y abusos de algunos de los españoles, especialmente los que estaban encargados del Gobierno de la Ciudad de México; robos, crímenes, corrupción eran su ley, maltratando a los indígenas para satisfacer intereses de todo tipo.
“El Obispo de México, consciente de que no había ninguna salida humana, rogaba para que Dios interviniera, decía: ‘Asimismo me parece es bien informar a V.C.M. de lo que a la fecha en ésta pasa, porque es cosa de tanta calidad, porque si Dios no provee con remedio de su mano está la tierra en punto de perderse totalmente’ (Carta de fray Juan de Zummáraga al rey de España, México a 27 de agosto a 1529).
“La situación como resultado de la Conquista, y la discordia que existía entre los mismos españoles, no daban posibilidad de salida; pudiera haber resultado el cataclismo de un mundo sobre otro, los españoles que se sentían interpelados por su conciencia y los indígenas que manifestaban con dolor un profundo fatalismo. Sólo una intervención de otra magnitud podría crear un nuevo pueblo, una nueva raza.”
Poco después, Dios proveó el remedio a lo que podría haber sido la destrucción de una civilización y cultura, por medio de María, la Virgin de Guadalupe, mandada a Juan Diego para llevar el mensaje de Dios al Obispo, y a través de él, a todos los continentes de América, dejando su propia imagen, embarazada con el Niño Jesús, en su tilma como signo de nueva vida.
“La luz de la Estrella de la Evangelización se revela como un momento de intervención de Dios en la historia humana. Si bien, el ser humano, a pesar de la intervención divina, sigue con sus limitaciones, infideli-dades y traciones; no hay duda que inmediateamente depués de la fecha de las Apariciones, se descubre un cambio im-presionante en cuanto a las conversiones de los indígenas y el cambio de actitud de los mismos españoles. Un cambio en lo profundo del ser de los habitantes de México.
“Fray Juan de Zumárraga, el Obispo de México fue la primera persona en manifestar un cambio radical de ánimo. Como vimos anteriormente, en 1529, Zumárraga manifestaba una gran angustia, impotencia y preocupación ante el desastre que estaban realizando sus propios hermanos españoles, a quienes poco les importaba ir en contra de los mismos frailes, así como de los más elementales pirncipios de su misión. Después de 1531, Zumárraga manifestó un ánimo totalmente distinto, escribió un volante a Hernán Cortés diciendo: “Y ahora entiendo en mi procesión y en escribir a la Veracruz. No se puede escribir el gozo de todos. Con Salamanca no hay que escribir. Al Custodio Guardián hice mensajero a Cuernavaca. A fray Toribio, va ya un indio y todo sea alabar a Dios y hareytos de indios y todos laudent nomen domini.
“Diga Vuestra Señoría a la Señora Marquesa que quiero poner nombre a la Iglesia Mayor título de la Concepción de la Madre de Dios, pues en tal día ha querido Dios y su Madre hacer esta merced a esta tierra que ganaste y no más ahora.
Firma ‘El electo regocijado.'”
“Ciertamente, el Obispo electo, fray Juan de Zumárraga, manifestaba una gran diferencia de ánimo entre la carta de 1529 enviada al rey, la que podría haber firmado como “el electo apesadumbrado”, y ésta de 1531 a Cortés en donde exclamaba firmando “el electo regocijado”.
“Pero, esta carta no es la única manifestación del im-portante cambio que se dio a fines de 1531; hay otro signo concreto, claro y objetivo de que este gozo penetró a fondo: las conversiones de los indígenas, que a partir de este momento se cuentan por millares. Y esto se constata por medio de las fuentes históricas; por ejemplo: fray Toribio Motolinia, además de indicarnos que la gran labor de los franciscanos había dado como resultado cierta cantidad de bautizos a indígenas, no pudo negar que en los pirmeros añoslos indios permanecían reacios a convertirse al catolicismo: “Anduvieron-de-claraba el misionero-los mexicanos cinco años muy frios”.
“Sin embargo, después de esos primeros años, Motolinia nos dio noticia de las grande cantidades indígenas que pedían el bautismo, y que en aquel momento, inexplicablemente, se contaban por miles, confirmaba: “fray Juan de Perpiñan y fray Francisco de Valencia, los que cada uno de estos bautizá pasaron de cien mil de los sesenta que al presente on en este año de 1536: ‘serán-decía-hasta hoy día bautizados cerca de cinco millones.’ Por su parte fray Juan de Torquemada en su obra Monarquía Indiana nos informa que ‘se bautizaban tantos mil en un día.'”
Chávez, explicando el significado de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, nos presenta a Juan Diego como ejemplo de fe: “Juan Diego cumple plenamente su labor como intercesor y modelo de la santidad, ya que cada uno de los que contemplamos la Imagen y el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe, nos lleva al Amor de Dios, por lo que nos disponemos como otros “Juan Diegos” que tratamos a la Madre de Dios como Madre nuestra, nuestra Niña del Cielo.”
Trabajador Católico de Houston, Vol. XXII, septiembre-octubre 2002.