Jaime llegó como voluntario con los inmigrantes de la Casa Juan Diego después de escuchar una charla en la iglesia de San Cyrilo.
Jaime vino de una familia de refugiados corridos, pero tuvo la oportunidad de recibir un buen entrenamiento y educación. El también fue un lingüista, la envidia de aquellos que no lo son, y fue llamado a trabajar en varias tierras distantes para compañías norteamericanas.
El era realmente un hijo de sus propias obras.
Jaime quería enseñarles a los nuevos inmigrantes sobre motivación, disciplina, trabajo duro y como siempre decir, “sí, señor,” y “no, señor.” Ellos deben enfocarse en progresar, ser alguien, ser respetados. Ellos deben ser realizadores. Ninguna meta es insuperable.
Jaime les dijo a los hombres que no era necesario ser pobres. Si eran pobres, era por su propia falta. Si él lo había logrado, ellos también podían. Los hombres debían tomar riesgos como los líderes en su compañía lo hacían, si es que querían progresar. (A Jaime se le olvidó qué los inmigrantes tomaban grandes riesgos en llegar aquí – sufriendo un viaje terrible, todos habían sido robados) El también se había olvidado que la gente del Sur de la frontera no tienen tirantes para levantarse por si solos.
Jaime amaba la compañía para la que trabajaba y siempre lo decía. Era siempre como si los valores de su compañía estuvieran enlazados con los de su Iglesia como la principal fuente de inspiración en su vida. Nuestro catolicismo aprecia diferente del de él. El era evangelista en su búsqueda por el éxito, y podíamos sentir su falta de paciencia con aquellos que estaban trabajando por salarios de esclavitud en otros países. Estaba probado que el trabajo duro liberaría a cualquiera de la pobreza si Dios estaba con él.
Los católicos fallaron en América Latina, de acuerdo con Jaime, por no animar a la gente a trabajar duro. Donde la gente se convertía en “evangélica” (protestante), las tasas de producción eran mucho más altas, reclamaba él.
Los “jefes” en la compañía de Jaime eran hombres que habían tomado “riesgos” y por lo tanto tenían éxito. Ellos sabían como hacer las cosas. Si solo el sector público – bibliotecas, parques, etc., los hubiese imitado, todo se beneficiaria más y todo seria manejado más eficientemente a menor costo.
Si solo a los negocios se les permitiera desembarazarse y pudieran operar en una manera libre sin interferencia gubernamental, gran éxito y ganancia les llegaría a todos. Mas les caería a los pobres. El rol del gobierno es proteger a las grandes empresas y no interferir. El dinero no debería ser desperdiciado en educación y servicios sociales. La “ética de trabajo” resolvería todo esto.
La compañía para la que trabajaba Jaime tenia un sistema ético y moral hermoso. Todos los que trabajasen ahí tenían que tomar este sistema de valores seriamente y promoverlo.
Asociación en la comunidad era decisivo: “Como socio en la comunidad que operamos, nuestra compañía cree que tiene una responsabilidad de conducirse a sí misma de acuerdo a ciertos principios.”
De acuerdo con su página del web, la compañía intentaba conducirse a sí misma de acuerdo a cuatro importantes valores: Respeto, Integridad, Comunicación, y Excelencia.
En vez de decir en su enunciado de misión que ellos tratarían de hacer la mayor cantidad posible de dinero sin ir a la cárcel, ellos decían, “Nosotros tratamos a otros como nos gustaría que nos tratasen a nosotros.” Esta es la regla de oro, por supuesto, y significa que el oro debe ser compartido.
Pero esta compañía insistía en ir más allá de la regla de oro, rechazando todas aquellas cosas frecuentemente necesarias para hacer dinero. Su libro de reglas decía: “Tratamos a otros como nos gusta que nos traten. No toleramos tratamiento irres-petuoso o abusivo. Crueldad, insensibilidad, y arrogancia no pertenecen acá.”
Desafortunadamente “los jefes” de la compañía de Jaime tomaron un riesgo más allá – como el de tomar todo el dinero y correr.
Cuando la verdad y la honestidad golpearon a las “torres gemelas de Houston” que habían creado la compañía de Jaime, Houston tuvo su 11 de Septiembre y la compañía se desplomó totalmente, aparente-mente por falla en sus estructura.
Todas las colleras del infierno se soltaron en esta conflagración que destruyó la forma de vida de muchos creyentes verdaderos y los enterró en el hondo hoyo de la pobreza. Enterrados con ellos estuvieron el Respeto y la Integridad.
Los jefes se declararon inocentes y en un espíritu que solo puede ser recordatorio del grito de el Alamo, esparcieron la palabra: “¡Ningún documento debe quedar intacto!” Esto por supuesto fue hecho para proteger a los inocentes y hecho en el espíritu de Respeto e Integridad y para evitar la Crueldad, la Insensibilidad y la Arrogancia.
¿Qué Significa Todo Esto?
No hay que explicar que Ken Lay el ex-CEO de Enron, inventó un nuevo tipo de economía llamado capitalismo “Lay” ssez- faire”.
Tentativas de hablar sobre el sistema que permitieron el colapso tan catastrófico no llegan a mucho con el Instituto Acton, cuya literatura dice que los de la izquierda han utilizado a la falla de Enron para censurar lo que ellos perciben como una corrupción inherente y sistemática en la América Corporativa. Ellos prefieren ignorar los hechos.”
El Instituto Acton insiste que todo esta bien, que algunas muy pocas excepciones mayores no merecen levantar preguntas sobre las prácticas de los negocios internacionales en las que los Barones Rateros típicamente absorben con sifón millones en utilidades para los ejecutivos e inversionistas, mientras que los trabajadores alrededor del mundo se les pagan salarios de esclavitud bajo malas condiciones y a través de la “privatización” y la “eliminación de las regulaciones” a la gente se le priva de los servicios humanos básicos o tiene que pagar inmensos incrementos por algo tan importante como la fuerza eléctrica.
La gente solo tiene que abandonar el pecado, dice el Instituto Acton. Es el ejecutivo el que peca, no el sistema que es el pecador. ¿Pero no es eso esperar mucho de la gente – abandonar el pecado – para evitar robar millones?
De acuerdo con el Wall Street Journal (dice el Instituto Acton), Enron no pecó, por lo menos técnicamente. Los abogados de Vinson & Elkins (una de las más prestigiosas firmas de Houston) perdona a los pecados ejecutivos de Enron aun antes de que ninguno de ellos confiese: las prácticas de Enron de formar entidades especiales a propósito para mantener a la deuda fuera de los libros de cuentas fue creativa y agresiva, y nadie tiene la razón para creer que es inapropiado desde un punto de vista técnico.”
El Instituto Acton mantiene que “Este acercamiento legalista al razonamiento moral podría poner a los ejecutivos de Enron fuera de la cárcel y libres de compromiso.”
Quisiéramos tener abogados como Vinson & Elkins para mantener a nuestros inmigrantes fuera de la cárcel, gente que no ha robado ni un solo millón – ni un dólar.
La mujer de José y sus niños han estado viviendo con nosotros por varios años. Su crimen: papeletas de trafico y un contenedor de cerveza abierto. A José lo examinaron como legalmente sobrio.
Otro inmigrante llamado Juan fue a la cárcel con una sentencia de muchas décadas por un accidente de trafico en que hubieron algunas fatalidades. El estaba legalmente sobrio.
(Increíblemente, el Instituto Acton ha sido invitado a enseñar ética de negocios a nuestros seminaristas en muchas diócesis de los E.E.U.U., y aun ha publicado libros en conjunción con el Vaticano.)
Jaime llamó desde otro país. El estaba disgustado.
El había sido despedido de su puesto en Enron. (Fue la primera vez que nos enteramos donde trabajaba) Jaime se sintió traicionado. El era un empleado leal de Enron, había aceptado el anzuelo de la filosofía de Enron y nunca había renegado ni por un momento.
Le ofrecimos nuestra simpatía y le ofrecimos nuestras oraciones por su trabajo futuro. Jaime planea empezar una Casa de Trabajadores Católicos en Sud América.
Mientras tanto los directores de Enron Field (el estadio de beísbol) están tratando de encontrar otro nombre para reemplazar el de Enron, otra compañía para patrocinarlo. Ellos insisten en que el reemplazo sea alguien realmente envuelto en la comunidad (como era Enron). Nosotros dimos una charla recientemente a un grupo de mujeres católicas, donde la gente estaba terriblemente preocupada, diciendo, “¿Cómo vamos a vivir ahora sin Enron? Ellos ayudaban a todos en la comunidad con su filantropía. Ellos deben haberlos ayudado a ustedes. ¿Cómo van ustedes a sobrevivir sin ellos? (Enron nunca ayudó a la Casa Juan Diego. Nosotros les explicamos que los muchos que ayudan a la Casa Juan Diego son simplemente personas en la comunidad que quieren ayudar – no corporaciones.)
Otorgar encomios a Enron con respecto a su filosofía mientras están en conocimiento de sus robos de las pensiones de tantos trabajadores es tan trágico y absurdo como la recomendación de Michael Novak en su libro, Business as a Calling (Los Negocios como Vocación), de Andrew Carnegie como modelo debido a su filantropía, aunque hubiera privado a incontables trabajadores, que trabajaban largas horas inhumanamente, de un salario en el que ellos y sus hijos pudieran vivir. Este tipo de filantropía proviene de ganancias ilícitas.
Es trágico que tanta gente perdiera su oportunidad de sus ingresos para la jubilación con la caída de Enron. Su destino es similar a aquellos millones que trabajan en países pobres para compañías multinacionales y que no solo no recibirán en el futuro dineros de jubilación, sino que en el presente no pueden sobrevivir de sus ingresos, aunque el Wall Street Journal continúe imprimiendo artículos en lo fabuloso que el “Libre Comercio” está ayudando a los pobres alrededor del mundo.
Decir que es injusto juzgar a la economía global o al capitalismo tal como lo conocemos en base a lo que pasó en Enron es como decir que es injusto culpar a Stalin por lo que hicieron unos pocos rusos.
Trabajador Católico de Houston, Vol. XXII, No. 3, mayo-junio 2002.