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Desafío a la Paz en la Tierra Santa; Jesús debe llorar por Jerusalén

El Hermano de Maryknoll Mark Gruenke es uno de los miembros fundadores de la hora santa para la paz realizada en el Centro de Estudiantes Católicos de la Universidad de Rice todos los martes en la noche a las 7 p.m.

Mi peregrinaje a la Tierra Santa me ha ayudado a darme cuenta como mi propia espiritualidad es sacramental e incarnacional.

Una de las cosas que más me chocó cuando llegue recién a la Tierra Santa fue ver como todo ha sido construido con piedra. No es fácil determinar que tan vieja es una estructura con solo mirarla. Lo que se construyó hace siglos podría haber sido construido ayer y lo que fuera construido ayer pudo haber sido construido hace mucho tiempo. Hay un cierto sentido intemporal sobre el lugar. ¿Cuánto de lo que estaba viendo yo había sido también visto por Jesús? A veces tenia la impresión de que Jesús estaba caminando junto conmigo en las calles de Jerusalén y en las gradas del Sur del Templo Monte. De todos modos, su gente, judíos y palestinos, así como los peregrinos de todo el mundo, estaban ciertamente caminando ahí junto conmigo.

Desafortunadamente, ¡los pro-blemas sociales, políticos, y religiosos de esta tierra parecen ser también intemporales! Me parece que el contexto de la vida de Jesús y su misión no sería muy diferente de la realidad encontrada en la Tierra Santa de hoy. Así como lo fuera en tiempo de Jesús, hay hoy un ejercito de ocupación en el territorio y divisiones y conflictos de muerte entre grupos étnicos, religiosos y políticos que dominan las interacciones sociales. Sin embargo, en alguna forma, me parecería apropiado a mí haber sido un peregrino en Belén durante la segunda Intifada. Las historias de los Evangelios ya no eran historias de otra era, sino que se habían convertido en las historias de hoy también. Ciertamente, la historia de los santos inocentes se hizo más real cuando ví a los soldados patrullando los caminos y cuando me desperté al escuchar batallas explosivas en el medio de la noche. Yo supe entonces una vez más que las madres lloraban por sus hijos abatidos. La carnicería sin sentido es intemporal. Continúa cada vez más y más.

Jesús le dijo a Pedro que guardara la espada a la hora de su arresto. Es claro que Jesús rechazo el modo de los sicarios, o de los terroristas asesinos de sus días que eran tan rápidos con sus puñales. Yo sospecho que Jesús reconocería la meto-dología sicaria en los suicidas con bombas de hoy. Sin embargo, Jesús mismo sabía él estaba destinado a ser víctima del terrorismo, aunque no el terrorismo de los sicarios. El sufriría en vez el terrorismo del estado. Ese tipo de terrorismo frío y calculado que es llamado ejecución justificada. Un terrorismo con cordón sanitario en el que todos aquellos juzgados por oponerse al estado son ejecutados. Los estados modernos de hoy reemplazan a la ejecución en la cruz utilizando en vez los misiles disparados desde los helicópteros BlackHawk que tienen el mismo horrendo propósito, aterrorizar a poblaciones enteras.

Durante mis días del peregrinaje, me pregunte a mí mismo muchas veces ¿Qué hace una tierra santa? ¿Qué hace a un templo o a un santuario santo? ¿Hay alguna esencia sagrada que ha impregnado el suelo o ciertos objetos, edificios, lugares, ríos, o ríos de sangre que han fluido libremente durante las incontables guerras que ha sufrido la Tierra Santa? ¿o tal vez, nuevamente la razón de ser sagrada es por el incontable flujo de peregrinos que viene a orar y a venerar la tierra que Jesús caminó?

Yo sospecho que la naturaleza de algo sagrado viene del hecho que sirve como recordatorio de la presencia de Dios aquí y ahora. Por ejemplo, ser testigo de la presencia del Dios amado brillando a través de las vidas y personalidades de gente que ha sido reconocida como santa a través de los siglos es fácil de entender. Tradicionalmente los artistas han capturado esto por medio de pinturas con halos o luz radiando de sus cuerpos. Pero yo encuentro que los lugares mismos son menos impresionantes como signos de la presencia de Dios. Yo encuentro especialmente que ciertas iglesias y santuarios que tienen despliegues ostentosos de riqueza son generalmente símbolos contrarios para mí.

No, no fueron las Iglesias de la Tierra Santa las que me inspiraron a mí. Yo fui inspirado mas bien por la gente que conocí y por el hecho de que estuve obligado a reflexionar y orar sobre el actual conflicto. Fueron esa gente y ese contexto que me ayudó a sentirme más cerca de Jesús y a lo que el debería haber experimentado cuando crecía y vivía su misión en la misma realidad.

Mi sitio favorito fue el Monte de los Olivos. Cerca de la cima del monte está la Iglesia Dominus Flevit. Es el sitio en que Jesús derramó sus lagrimas mientras contemplaba a Jerusalén. Yo también sentí gran tristeza mientras miraba sobre la ciudad. La ciudad que se supone que sea la luz de todas las naciones, un lugar donde toda las gentes vengan a adorar a su Dios, se ha convertido en un lugar que simboliza los peor en intolerancia religiosa. Jerusalén es el foco del conflicto y el odio entre los judíos, los musulmanes, y los cristianos.

¡Como debe llorar Jesús aun hoy día sobre Jerusalén!

En la falda del Monte de los Olivos hay otra iglesia, la Iglesia de Todas las Naciones. Es este santuario está la roca donde Jesús oró pidiéndole al Padre para que apartara el cáliz de él. Jesús, el Inocente, el Cordero de Dios, seria crucificado. La oración de Jesús fue una lucha interior terrible para aceptar la voluntad de Dios. La salvación del mundo estaba en el darse a sí mismo en un autosacrificio no- violento, en no pagar mal con mal. Este es el camino de Dios. Es la gloria de Dios. Jesús entró en esa gloria por ser fiel aun en las últimas consecuencias cuando era levantado en la cruz. Este es el gran sacramento que conmemoramos cada vez que celebramos la Misa. Sin embargo, ¿abrazamos nosotros realmente el más grande de todos los sacramentos? ¿Creemos nosotros que realmente nuestra salvación se encuentra en el sacrificio no violento de Jesús? Hagan esto en conmemoración mía fue el “comando de Jesús” a sus seguidores. En nuestro mundo de hoy donde los poderes nos dicen que nuestra seguridad y salvación deben ser encontrados en el poderío militar y a través de la venganza violenta, tal vez nosotros los cristianos ¿negamos la mentira, y proclamamos la verdad que la salvación más bien se debe encontrar en el sacramento de la salvación? ¿Seguimos fielmente el ejemplo de Jesús? ¿Oramos nosotros como Jesús en el huerto de Getsemani para que tal vez tengamos la fuerza para abrazar la voluntad de Dios para nosotros? ¿Somos obedientes al comando de Jesús de unirnos a él mientras quiebran su cuerpo y derraman su sangre?

Trabajador Católico de Houston, Vol. XXII, No. 3, mayo-junio 2002.