TESTIGO DE ESPERANZA: La Biografía del Papa Juan Pablo II por George Weigel (Cliff Street Books, 1999) .
Publicidad de pre-publicación prometía de que el nuevo libro de George Weigel, Testigo de Esperanza (Witness to Hope), será la biografía definitiva del Papa Juan Pablo II. Por cierto es un libro grande (casi 1,000 paginas).
Está lleno no solo con detalles, eventos, incidentes personales fascinantes, y aun chismes, pero también de hermosos pasajes sobre los estudios filosóficos y enseñanza de Karol Wojtila, su confrontación histórica con el comunismo, su perspectiva ecumenica, y su impacto en el Segundo Concilio Vaticano.
Weigel escribe sobre los viajes del Papa, como cambió el papado del modelo burocrático a un acercamiento pastoral que ha atraído millones de gente, especialmente jóvenes a la Iglesia. Los pasajes sobre como se logró ser el primer Papa polaco y la respuesta de la gente polaca son particularmente conmovedores.
Estábamos esperanzados contra toda esperanza que las entrevistas con el Santo Padre y la enorme investigación realizada en la preparación de este libro le permitiría a Weigel el comprender al Karol Wojtila y al Papa que aparece tan bien en sus escritos. Weigel representa aquí a Juan Pablo II como su héroe, trata de analizar todo su vida, diplomacia, y escritos, y lo acredita a el por haber salvado la civilización a través de un profundo humanismo cristiano.
Desafortunadamente, el libro es también una apología de la política y economía del neoconservadurismo y esta parcialización es la falla en la tesis de Weigel.
Nuevas declaraciones papales.
Parecería no ser un accidente que al poco tiempo después de que apareciera Testigo de Esperanza, el Papa empezó a hablar en su miércoles semanal de catequesis de amor preferencial por el pobre como un mandato para todos los cristianos y sin equivoco desafiar a los abogados del mercado global para que tomen el camino de solidaridad y del bien común.
El Santo Padre habló fuertemente el 27 de Octubre de 1999: “Siempre, y en forma particular en su enseñanza social – de Rerum Novarum a Centesimus Annus -la Iglesia ha trabajado para tratar con el tópico de los más pobres dentro de los pobres. En ese discurso él pone en conjunto en forma sin equivocación la necesidad de la conversión del corazón y de los cambios estructurales: El gran año del Jubileo 2000 debe ser experimentado como una ocasión más para una fuerte conversión del corazón, de tal manera que el Espíritu pueda inspirar nuevos testigos en esta dirección. Cristianos, juntos con toda la gente de buena voluntad debe, a través de programas económicos y políticos adecuados, debe contribuir a los muy necesarios cambios estructurales, para que la humanidad pueda ser elevada de la herida de la pobreza” (ZENIT).
Tal vez el Santo Padre estaba respondiendo a la acusación en el libro que la enseñanza social de sus encíclicas era “materialista.” Weigel decía que Centesimus Annus era un quiebre completo con el lenguaje de sus encíclicas previas sobre el salario justo y una distribución justa de los bienes del mundo, destino universal de los bienes del mundo…Juan Pablo II respondió el 3 de Noviembre: “¡Que los agentes del mercado sepan que en el proceso de globalización económica no es posible salvarse a sí mismo solo!” El Papa pidió por una “nueva forma de ver a la riqueza en términos del bien común,” enunció fuertemente que no es “propio el subordinar los principios éticos a la economía,” que la “especulación abusiva y el interés exorbitante” debe ser evitado.
Que diferente a las palabras del Papa lo que Weigel alega en su nueva biografía, que la economía neoliberal que él y sus compañeros neoconservadores han promocionado por todo el mundo en desarrollo y en los países que están saliendo del yugo del comunismo, es la encarnación ideal del personalismo del Santo Padre como se expresaba en Centesimus Annus. El 28 de Octubre, Juan Pablo habló a los que tienen mucho: “Yo no puedo fallar en notar una vez más que los pobres constituyen el desafío moderno, especialmente para los que tienen mucho de nuestro planeta, donde millones de gente vive en condiciones inhumanas y muchos están literalmente muriéndose de hambre. No es posible anunciar a Dios Padre a estos hermanos y hermanas sin tomar la responsabilidad de construir una sociedad más justa en el nombre de Cristo” (ZENIT).
Parecería no ser un accidente que cuando este libro apareció, el Cardenal Francis Stafford, al dirigirse al grupo de comerciantes en Roma, Legatus, enunció fuertemente que el “autointerés iluminado no es suficiente.”
¿Podría ser que todo esto es una respuesta a la nueva biografía que contradice la enseñanza social de Juan Pablo?
¿Quien es Juan Pablo II?
Está claro, como él lo ha mencionado, que Weigel de verdad ha recibido información extensa del Santo Padre. Su investigación sorprendentemente le reveló a él un “cristiano radical” que no puede ser comprendido en la perspectiva de “las categorías convencionales de derecha e izquierda que han acomodado el reportaje de los medios de comunicación mundial de su pontificado” (y uno puede añadir, el reportaje de George Weigel y sus compañeros neoconservadores también).
Weigel parece comprender lo que no comprendió anteriormente, que aquellos, como Juan Pablo II, que son cristianos “tan completamente convencidos de la verdad que el cristianismo conlleva que esta convicción anima literalmente todo lo que el hace” no son, como Weigel admite aquí, “sectarios,” una palabra con la que él marginó a Dorothy Day y a San Francisco de Asís en su libro Tranquilitas Ordinis, por esa misma calidad. Weigel en realidad cita a Wojtila aquí hablando el lenguaje de Dorothy, Peter Maurin y Francisco: “El amor a Cristo no nos distrae del interés en otros, sino más bien nos invita a la responsabilidad por ellos, sin excluir a ninguno …”
La descripción del radicalismo cristiano de Wojtila por Weigel, descrito aquí en términos de la palabra latina radix o raíz, que
significa profundo, hacia abajo a la raíz, enlugar de que a la derecha o a la izquierda, hace eco en los Ensayos Fáciles de Maurin.
Aquellos que no comprendieron el personalismo cristiano radical de Dorothy algunas veces dijeron que ella estaba a la derecha con relación a la Iglesia y a la izquierda en la política. Ellos estaban equivocados. Toda su vida y acción brotó de su gran fe. El mismo criticismo generalmente se le ha hecho a Juan Pablo II. Weigel asegura a sus lectores que no hay dos Wojtilas, uno el doctrinal conservador y el otro un “político-social liberal,” pero más bien un profundo, comprometido cristiano.
Filosofía y teología
Sin embargo, mientras él explora los estudios del Papa en fenomenologia y la influencia de Max Scheler (limitando las definiciones de fenomenologia al artículo de Michael Novak), Weigel no le hace justicia a las raíces del personalismo cristiano. El parece que no se da cuenta de la conexión con otros grandes personalistas filósofos y teólogos haciendo parecer como si el personalismo de Juan Pablo hubiera salido de ninguna parte sin raíces (con excepción de otros personalistas polacos). Como dice Kenneth Schmitz en The Center of the Human Drama: The Philosophical Anthropoloty of Karol Wojtila/Papa Juan Pablo II, publicada por la Prensa de la Universidad Católica de America, el análisis del Papa “debe estar situado dentro de la amplia tradición del personalismo cristiano que ha florecido en nuestro propio siglo, principalmente bajo el auspicio católico francés. Schmitz da ejemplos: “Esto incluye el personalismo de Maurice Blondel con su énfasis en la acción. El espectro del personalismo católico también incluye el personalismo socio – político de Emmanuel Mounier, también como el personalismo metafísico de Jacques Maritain y el personalismo concreto de Gabriel Marcel. Pero su trabajo también conlleva una cierta afinidad con el personalismo no- católico, tal como el protestante de Paul Ricoeur y el judío Martin Buber, así como algunos aspectos del pensamiento de Emmanuel Levinas. Final-mente, él es uno de un número de personalistas polacos…” (p. 35-36)
Uno se pregunta como Weigel y sus colegas pueden tomar la filosofía y la antropología personalista profunda de Juan Pablo II y concluir que él endosa una economía que en práctica es completamente utilitaria en su tratamiento de la persona, el trabajador. ¿Cómo, en el nombre del Papa, pueden estos hombres promover un mercado global que incluye un abuso consistente de los trabajadores y especulación e intereses exorbitantes en el financiamiento, dando carta blanca a una economía basada en el autointerés?
Esto puede ser explicado por la teoría de James Hanink (en su trabajo sobre personalismo a ser publicada próximamente) que personas que no estan familiarizadas con el pensamiento personalista, “en particular como se ha desarrollado en los círculos franceses con los que Wojtila comparte tanto,” encuentran el personalismo misterioso. El sugiere que aquellos que escuchen sobre la incomparable dignidad de la persona humana puedan no comprender completamente el contexto del pensamiento del Papa. El hace hincapié que esta dignidad “no debe sugerir una autofelicitación antropocentrismo” – por que es siempre en comunidad y la comunión de la Trinidad, siempre en contra del utilitarismo.
En esta biografía el énfasis de Weigel con respecto al personalismo está en un prolongado criticismo de la traducción del libro de Wojtila, al inglés y especialmente su título, The Acting Person. El frecuentemente menciona el énfasis del Papa en la gran dignidad de la persona humana.
Su presentación habría sido enriquecida, sin embargo, por un concepto llave que Hanink ha identificado en el personalismo de Wojtila: aquello del “intransitivo.” Hanink hace énfasis que “viendo la primacía del intransitivo es crucial en aun un escueto esquema de su trabajo.”
Esta “tesis de la intransividad” nos dice que “al actuar cambiamos el mundo alrededor nuestro, pero más importante nos cambiamos y nos trascendemos a nosotros mismos.” Wojtila hace énfasis de como la dimensión intransitiva de nuestra acción la da forma a nuestros carácteres”, “las acciones humanas una vez realizadas.” El observa, “no se desvanecen sin dejar huella; ellas dejan su valor moral, que constituye una objetividad real intrínsecamente cohesiva con la persona , y por lo tanto una realidad también profundamente subjetiva” (The Acting Person, p. 149). Hanink indica que la ironía que “tantos suponen que está en la producción transitiva que nos hacemos libres.”
Economía papal versus Weigel
Unos cortos ejemplos ilustran las diferencias desnudas en el acercamiento del Papa a la economía y la producción y la presentada por Weigel. Weigel describe positivamente las ideas del Papa en la encíclica Laborem Exercens (Sobre Trabajo Humano). El aun menciona que siempre ha sido la encíclica favorita de Juan Pablo, pero se propone a desacreditarla en cualquier aplicación al mundo real: “La breve discusión de la situación del mundo económico en la encíclica es tal vez la sección menos persuasiva.” Weigel declara claramente que el Papa está muy atrasado en el tiempo, de hecho atrasado todo un siglo, que él no comprende la economía global de hoy y la revolución de las computadoras y que está equivocado en su preocupación del peligro de la contaminación. (p. 421).
Es incomprensible que en su discusión de Laborem Exercens, Weigel deje de mencionar lo que Juan Pablo II llama el criterio llave para la evaluación de cualquier sistema económico: “Por lo tanto en cada caso, un salario justo es el medio concreto de verificar la justicia del sistema económico…no es el único medio de comprobarlo, pero es uno particularmente importante y en un sentido el medio llave” (n. 80).
Una evaluación de los salarios ahora pagado por las compañías del primer mundo en los países pobres en las maquiladoras (y en las talleres de abuso de los Estados Unidos), muchas veces unos pocos centavos por hora y algunas veces pagados a niños, podría concluir que esta economía esta quebrada y debe condenarse.
Cuando él critica las observaciones de la teología de la liberación, Weigel deja de mencionar que el segundo documento del Vaticano sobre la teología de la liberación, La instrucción sobre libertad y liberación cristiana, es un mandato para todos los cristianos para que trabajen para una civilización de amor.” El documento no solo hace énfasis en la necesidad para una reflexión renovada en “lo que constituye una relación entre el mandamiento supremo del amor y el orden social considerado en toda su complejidad,” sino la necesidad de una verdadera civilización de trabajo, donde las relaciones del trabajo justo son una “pre condición necesaria para un sistema de comunidad política capaz de favorecer el desarrollo integral de cada individuo.”
El abogado de dejar que el mercado determine el bien común no menciona que los salarios deben permitir al trabajador y a su familia tener acceso a un estándar de vida verdaderamente humano en el orden material, social, cultural, y espiritual. Es la dignidad de la persona la que constituye el criterio para juzgar el trabajo, y no en la forma contraria” (n. 81 – 86)
La insistencia de Weigel de que Laborems Exercens no es aplicable a la realidad actual, y solo al capitalismo industrial del siglo XIX, es directamente contradictorio al Centesimus Annus, una de las encíclicas favoritas de Weigel, donde Juan Pablo cita del Laborem Exercens: “Hay situaciones en que las reglas de períodos anteriores del capitalismo todavía florecen en condiciones ‘despiadadas’ en ninguna forma inferior a los momentos más obscuros de las primeras fases de la industrialización” (n. 33).
Referencias burlonas a los intereses ambientales ignoran las continuadas referencias en los escritos de Juan Pablo II sobre la necesidad de cambiar los estilos de vida, en documentos posteriores y encíclicas, incluyendo Centesimus Annus: “Creando tales condiciones llama a un concertado esfuerzo mundial para promover el desarrollo, un esfuerzo que también incluye el sacrificar la posición de ingreso y poder gozado por las economías mas desarrolladas. Esto puede significar hacer cambios importantes en estilos de vida establecidos, con el objeto de limitar el desperdicio de los recursos humanos y ambientales, por lo tanto permitiendo a cada individuo y a todas las gentes de la tierra el poder tener un compartimiento suficiente de estos recursos” (n. 52).
Los neoconservadores católicos frecuentemente han atacado a los que no están de acuerdo con ellos sobre la economía, incluyendo al Trabajador Católico de Houston, al llamarlos socialistas o comunistas. Aquellos que insisten que el mercado global ha causado estragos en los pobres son apartados como marxistas.
Weigel actualmente dice, sarcásticamente, en su libro, que Centesimus Annus fue “un amarga desilusión para los católicos socialistas y para abogados de un ‘tercer camino católico, algunos de los cuales invirtieron energía considerable en los 1990’s tratando de explicar que no decía lo que expresaba sencillamente.” El ridiculiza lo que él llama esta “curiosa interpretación”. En contradicción directa a la encíclica que lee: “Hemos visto que es inaceptable decir que la derrota del así llamado Socialismo Real deja al capitalismo como el único modelo de organización
social.” (n. 34).
Y nuevamente en el numero 56: “Los países occidentales … corren el riesgo de ver este colapso [del Socialismo Real] como una victoria unilateral de su propio sistema económico, y por la tanto fallar en hacer las correcciones necesarias en ese sistema.”
Weigel deja de mencionar los criticismos de Centesimus Annus de la situación económica mundial: “La solución marxista ha fallado, pero las realidades de la marginalización y explotación permanecen en el mundo, especialmente el Tercer Mundo, como también la realidad de la enjenación humana, especialmente en los países más avanzados. Contra este fenómeno la Iglesia levanta su voz. Vastas multitudes todavía viven en condiciones de gran pobreza material y moral … Hay un riesgo que una ideología radical capitalista pueda difundir y que aun rehusa considerar estos problemas, en la creencia a priori que cualquier intento de solucionarlos [pobreza, etc.] está condenado al fracaso, y que ciegamente confía su solución al libre desarrollo de las fuerzas del mercado” (n. 42).
No Virtuoso, No Libre, y No Democrático
Weigel utiliza el lenguaje del libertario P. Robert Sirico cuando él insiste que la economía que él apoya es una sociedad “libre y virtuosa” en el modelo del personalismo del Papa Juan Pablo II.
Weigel aun emplea el término “personalismo económico” utilizado por el Instituto Acton para describir la economía del mercado libre neoliberal y la forma en que supuestamente promueve libertad y democracia.
Desafortunadamente, la economía que ha sido apoyado y continúa siendo impulsada en todo el mundo por George Weigel, Michael Novak, P. Sirico y P. Richard Neuhaus es todo menos personalista o democrática. El temor del gran personalista Emmanuel Mounier que la palabra personalismo fuese falseada para enmascarar al individualismo es logrado acá.
La economía neoliberal incluye la absolutización de la economía, la reducción y el deterioramiento de los servicios públicos, el desempleo, la destrucción del medio ambiente y los recursos naturales, de la creciente brecha entre los ricos y pobres, y de la competencia desleal que pone a las naciones pobres en una situación de creciente inferioridad”, tan censurada por el Papa Juan Pablo II en Iglesia en América en 1999 (n. 20). Está basada en una ideología de “autointerés iluminado” que promete, todo la evidencia de lo contrario, que la gente buscando su propio bien económico terminará al final creando un bien común. Aquellos que insistan que el Papa ha bendecido la economía neoliberal deben leer Iglesia en América, donde en enero de 1999 es condenada por su nombre como un pecado social que clama al cielo.
Es desafortunado, aun trágico, que un escritor e investigador de la habilidad de Weigel pueda presentar a los esfuerzos de Juan Pablo II a través del lente de la economía neoliberal. El es incapaz de ver, como Juan Pablo II, que mientras cambiar corazones y formar conciencias es tan importante, cambiar las estructuras injustas es también requerido para que otros tengan la posibilidad de vivir como personas: “No hay brecha entre amar al vecino y desear justicia. El contrastar a los dos es distorsionar a ambos el amor y la justicia … Las iniquidades malvadas y la opresión de todo tipo que aflige a millones de hombres y mujeres de hoy abiertamente contradice el Evangelio de Cristo y no puede dejar la conciencia de ningún cristiano indiferente” (Instrucción en libertad y liberación cristiana)
Pulverizando a la Persona
Las ideologías utópicas han sido desacreditadas en este siglo, con mucho apoyo de Juan Pablo II. El marxismo es un ejemplo – lleno de promesas, pero en la práctica devastador.
La “mano invisible del mercado” es otra ideología utópica. Weigel cita a Juan Pablo II indicando que el marxismo “pulveriza” a la persona. En otra sección del libro él indica que el Papa también insiste que la pulverización de la persona puede ocurrir en otros sistemas también, en cualquier lugar en el que haya una visión utilitaria de la persona. Lo que él no reconoce es que en la práctica actual la economía que él promueve, en que las grandes corporaciones reinan mientras la gente joven a través del mundo se esfuerzan bajo condiciones intolerables en líneas de ensamble, también pulveriza y degrada a la persona. El sistema de maquiladoras es uno de los acercamientos más utilitarios contra los trabajadores que el mundo haya conocido.
En la Casa Juan Diego es más fácil ver la ideología defectuosa del libro de Weigel.. La sangre del pobre esta en nuestro umbral y en nuestros corazones, con los inmigrantes que vienen cada día a nosotros. No podemos hablar de la maravillosa economía que pueda gotear para ayudarlos algún día, cuando los pasados treinta años han indicado que las únicas gotas que han caído han sido de sangre.
“Aprovecharse de la Mano de Obra Barata”
Los salarios tan bajos pagados por las compañías de naciones ricas en países pobres no son adaptaciones a las economías locales. No son filantropía. Son planeadas y confabuladas.
Hace algunos años los autores observaron un segmento de “Sesenta Minutos” (Sixty Minutes) que enseñaba como los representantes da la agencia U.S. AID del Presidente Reagan promovía el aprovechar de la mano de obra barata. Ellos hablaban de este tema: “Ustedes deben venir (a América Latina) a tomar ventaja de esta mano de obra barata. Los beneficios para su compañía son inimaginables. Hemos arreglado zonas libres de impuestos (sin ayuda para la comunidad local – estas son zonas cercadas), y además aseguramos que los líderes laborales serán identificados y eliminados para que ustedes no tengan problemas de organización laboral.”
Esta no es una economía basada en el personalismo. No fue planeada en la esperanza de que tal vez algún día ayudaría al pobre, como tratarían de convencernos aquellos que fraudulentamente hablan del “personalismo económico” y de como se aplica en el mercado global. Las maquiladoras, nuestras plantas desarrolladas en esta forma y ahora presentes a través de los países en desarrollo, son un símbolo de la injusticia y de la opresión de los trabajadores, y que es tan fuertemente condenada en Laborem Exercens. Por supuesto, las mismas políticas han sido adoptadas por la administración de Clinton; no es una cuestión de política partidaria.
Reemplaza a la Trilogía
Las tres encíclicas sobre la doctrina social Católica de este papado, Laborem Exercens,Solicitudo Rei Socialis y Centesimus Annus, conforman una unidad, una gran trilogía. Centesimus Annus cita frecuentemente a las otras encíclicas. En Testigo de EsperanzaWeigel rechaza esta trilogía y las substituye con otras dos encíclicas para incluirlas conCentesimus Annus, (Veritatis Splendor y Evangelium Vitae) para hacer una nueva y diferente trilogía de doctrina social católica. Todas estas son grandes encíclicas, pero Weigel parece que utiliza esta táctica como subterfugio para ignorar el impulso hacia la justicia para y la solidaridad con los trabajadoresy los pobres en la trilogía del Papa.
¿Cultura Primero, pero que Cultura?
Un tema del libro es el acercamiento a la economía de Juan Pablo II y a la compresión de la vida y civilización que es “primero cultura,” cultura antes de economía. En Centesimus Annus él explica la caída de los países comunistas por su falta de compresión en la importancia de subordinar la economía a la cultura, un comentario fascinante. Los católicos neoconservadores han escrito extensamente sobre la importancia de la cultura en los escritos de Juan Pablo y este libro no es una excepción. Sin embargo Weigel y sus amigos no toman responsabilidad por el hecho que la economía que ellos promueven en el nombre de la Iglesia destruye las culturas, homogeneizandolas en una cultura materialista, comercial. El bombardeo de la publicidad relacionado al mercadeo internacional y a la resultante mentalidad consumista distrae de y hace irrelevante la cultura y religiosidad popular indígena.. Misioneros que regresan de países como Filipinas lamentan que la preocupación de la juventud pobre no es su propia cultura, sino la absoluta importancia de obtener un par de jeans “Guess”.
Weigel completamente omite los criticismos frecuentes de Juan Pablo sobre la sociedad de consumo como estructura del pecado.
Los propios escritos del Papa enseñan que la cultura está constituida por la praxis humana – pero esto es verdad solamente “hasta que a través de ella la gente se haga mas humana, y no meramente adquiera mas medios.” La destrucción de la cultura por el mercado no es accidental. Los escritores que favorecen la integración de todas las economías en el mercado global actualmente nombran la existencia de culturas locales distintivas como una barrera comercial y sueñan con una cultura de consumo con marca de nombre que represente las primeras lealtades de la gente, (Akio Morita, “Toward a New World Economic Order,” The Atlantic Monthly, junio de 1993). El tardío Roberto C. Goizueta, presidente de la compañía Coca Cola, se regocijó que “la gente alrededor del mundo estén hoy día conectados por nombres de marca de productos de consumo así como por todo lo demás.”
Weigel no puede estar sin darse cuenta que lo que su revivir de Adam Smith y su “autointerés iluminado” en la creación de la riqueza, en realidad ha creado una monocultura de consumo. Es casi como si el nuevo Cuerpo Místico es la cultura de Coca Cola. Nace la pregunta, ¿puede esta sociedad de consumo aun llamarse cultura?
Siguiendo a Gabriel Marcel, los escritos de Juan Pablo II presentan el desafío dramático de la situación contemporánea por el humanum, la cuestión de ser y tener: “Junto a las sociedades y gente que tienen una sobreabundancia de medios existen sociedades y gente que sufren por la falta de los mismos, de una insuficiencia de medios. Sobra decir que deberíamos trabajar por una justa distribución de bienes. Este es un principio autoevidente. Un apartarse de la realización de este principio es una amenaza a lo humano. Uno podría preguntar, sin embargo, si la amenaza no es más grande donde una sobreabundancia de medios, una sobre fluidez de lo que tiene la gente, obscurece quienes son y quienes deben ser” (Karol Wojtila, “The Problem of the Constitution of Culture through human praxis,”Person and Community. Selected Essays, traducido por Theresa Sandok, OSM (Catholic Thought fron Lublin), Peter Lang, 1993.
Según Wojtila, en la acción hacemos nuestra cultura, nosotros formamos cultura en nuestras acciones auto-determinantes” (Hanink); pero en otro nivel “nosotros siempre simultáneamente ‘hacemos a nosotros mismos,’ ‘creamos’ a nosotros mismos.”
Desacuerdos en la Guerra Justa
Weigel alaba a Juan Pablo II sin reserva por su rol diplomático, poderoso y profético en la caída del comunismo. Mientras que demistifica una teoría de conspiración entre Juan Pablo II y el Presidente Reagan, Weigel parece que pone al político Reagan casi en el mismo plano ético que al Papa. El insiste que ambos hombres “estaban confiados que la palabra hablada de verdad podría cortar a través de la estática de las mentiras del comunismo y levantar al pueblo de su sumisión a la servidumbre.” Es irónico que Weigel pudiera igualar el compromiso de Reagan a la verdad al de Juan Pablo cuando las comisiones de la verdad han hecho claro que la administración Reagan (y varias otras también) cubrió la verdad en el envolvimiento norteamericano en las guerras de El Salvador y Guatemala durante los 1980’s (Ver Robert Jensen, Houston Chronicle, sección “Outlook,” lunes 15 de Noviembre de 1999).
Las visiones políticas y económicas de Weigel constante y desvergonzadamente erup-cionan para minar la consistente ética de vida del Papa, que por el Santo Padre incluye economía y lo terrible de la guerra. Testigo de Esperanza indica que George Weigel no está por la vida en economía o guerra.
En un lenguaje que podría llamarse “Weigolesco”, Weigel se pronuncia en un ataque devastador en contra de nuestro Santo Padre por su falla diplomática en unir sus fuerzas con George Bush y las Naciones Unidas en conducir una guerra mayor contra Irak. De acuerdo con él, all Papa y al Vaticano le faltaron los “rigurosos análisis empíricos” (él repite la frase varias veces) para presentar y aplicar la teoría de la guerra justa a la Guerra del Golfo.
Inmediatamente antes y durante la Guerra del Golfo, el Santo Padre habló de la futilidad de la guerra y suplicó por la paz 56 veces, mientras que el Presidente Bush utilizó la teoría de la guerra justa para defender la guerra (William Portier, Communio, Spring 1996, p.52). Weigel clasifica al Santo Padre con los editores jesuitas de Civilta Cattolica que, él dice, publicó artículos sobre la guerra que eran tan conceptualmente confusos y tan mal informados empíricamente que fueron acusados de “desobediente desafío de los hechos.” Weigel desechó a las repetidos llamados de Juan Pablo II diciendo que el comportamiento del Vaticano durante la crisis de la guerra del Golfo entre agosto de 1990 y Marzo de 1991 no logró satisfacer los altos estándares logrados en los previos doce años del pontificado.
La asociación de Weigel con Elliot Abrams en el Ethics and Public Policy Center hace su análisis sospechoso del criterio de cualquier guerra justa. Abrams, como asistente del Secretario de Estado de los Estados Unidos, negoció la muerte de un gran porcentaje de las decenas de miles que fueron muertos en la guerra de El Salvador y en Guatemala en los 1980’s a través del armamento de los E.E.U.U., consejos y entrenamiento en La Escuela de la Américas. Abrams, uno de los personajes a los que Weigel agradece por haberlo ayudado con este libro, defendió a estos gobiernos cuando se supo que estaban matando un gran número de civiles.
Otras Reseñas
Escribiendo sobre el Día del Trabajo en su periódico arquidiocesano sobre Testigo de Esperanza, el Cardenal Bernard Law de Boston mencionó cuan interesante esta nueva biografía será para mucha gente. El inmediatamente siguió su observación con referencia al trabajo de Karol Wojtila en las minas y relató esto de como el Santo Padre debe comprender a aquellos que trabajan por salarios de esclavitud hoy día en las maquiladoras. El punto parece ser que esta era una realidad social omitida de un libro que pretende analizar las enseñanzas de Juan Pablo II en la luz del mundo de hoy.
Aun Mary Ann Glendon, asociada cercana de Weigel, mencionó en su reseña del libro que la sección sobre economía sería “conflictiva”.
Cuando Weigel habló recientemente en Chicago sobre su libro, el Cardenal Francis George lo desafíó a él por haber dejado de lado la dura crítica de Juan Pablo II sobre la cultura de consumo.
Varios críticos (e.g., Paul Evans, en Book: the Magazine for a Reading Life y Eamon Duffy en Commonweal) se han terminado el libro con una más negativa, poco simpática visión del Papa Juan Pablo II de la que ellos habían tenido antes de leerlo. Es casi como si el libro precipitase hostilidad hacia el Papa, más que ser el mensajero del mismo, George Weigel.
Paul Evans presenta a Dorothy Day, Martin de Porres, y Juan de la Cruz como mejores modelos que Juan Pablo II, modelos que comprendieron la idea católica que está en la kenosis, vaciándose, dejando el poder, que la bondad se prueba a sí misma. Mientras que Weigel repite varias veces en su libro que Juan Pablo II insiste que la Iglesia “propone, nunca impone,” la impresión general dada a los críticos como Evans es la de un Papa esgrimiendo poder del mundo.
El Arzobispo Rembert Weakland, O.S.B., escribiendo en la revista America se preguntaba si Weigel tendría el “marco necesario y el vocabulario técnico” para intentar analizar todos los escritos principales del Papa, como él lo hace como parte de la biografía. El Arzobispo Weakland parece no haber sido convencido por el libro de tener una opinión más alta de Juan Pablo II de la que había tenido antes.
Aquellos que quieran comprender el pensamiento de Juan Pablo II y balancear la interpretación en este libro harían bien en leer Iglesia en América, el reporte del sínodo publicado en enero de este año, la segunda instrucción en la teología de la liberación, las encíclicas de este pontificado o los libros mencionados en el cuerpo de este artículo.
El Santo Padre nos lleva a los Evangelios y presenta, como no lo hace Weigel, el llamado de entregar el poder, dar todo lo que tenemos, seguir a Jesús y de recibirlo a El en los pobres.
Trabajador Católico de Houston, Vol. XX., No. 1, enero-febrero 2000.