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Familias indocumentadas de deportados sufren

La semana pasada Noemí vino a Casa Juan Diego para pedir posada con sus tres hijos. Le habían deportado a su esposo por que tenía “tickets” de tráfico. Pues, no lo deportaron por tener tickets, pero lo llevaron a la carcel por no pagarlos a tiempo. Lo deportaron por ser indocumentado. El Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) tiene un escritorio en la Carcel del Condado de Harris donde buscan a personas indocumentadas que llegan, los mandan al Centro de Detención y luego los deportan. Hemos oido que a veces los empleados preguntan, ¿Hay alguien aquí que habla español?” Los que levantan la mano se los mandan al escritorio del SIN.

Maria, otra madre de dieciocho años con su bebé,vino a la puerta para pedir ayuda con su renta o posada, porque su esposo había sido deportado. La recibimos.

Jorge, desesperado, vino a pedir nuestra ayuda para buscar a su esposa quien tiene problemas mentales bastante serios. Lo deportaron a él, y él acaba de regresar a los Estados Unidos. Cuando él regresó, ella había desaparecido.

El Trabajador Católico de Houston ha publicado varias veces la enseñanza del Concilio Vaticano II, y de las encíclicas El Esplendor de la Verdad y El Evangelio de la Vida, que la deportación es un pecado grave, al nivel de asesinato, eutanasia o aborto.

Samuel vino a vivir en Casa Juan Diego. El saltó adentró de un tren para poder llegar en EUA. No podía ver que el tren estaba lleno de tubería de metal muy pesado que se volteó y aplastó su pie.

Ayer vinieron varios grupos de hombres para pedir nuestra ayuda. Trabajaron varios días y no recibieron un centavo de paga. Eran indocumentados.

También recibimos a muchas mujeres maltratadas y golpeadas en los últimos meses. Llegaron junto con sus hijos a la casa. Nos contaron que en sus países los hombres no eran tan malos, pero aquí donde no hay apoyo de las familias o de la comunidad, las cosas empeoraron mucho. Un esposo que golpeó a su esposa con su puño, le había dicho, “Tu familia no te quiere, mi familia tampoco te quiere. No tienes a nadie aquí.” Pero, por supuesto, Casa Juan Diego, sí la quiso y le dio un tiempo sin límite para quedarse hasta que ella podía empezar de nuevo.

Michael Novak y los ejecutivos de compañías grandes internacionales que hacen presentaciones en programas en las universidades (ver el artículo en este número) no mencionan las historias trágicas de inmigrantes y la ética de migración enseñado por los Padres del Concilio. Michael Novak ha dicho que el capitalismo es tan bueno que migrantes siempre viajan a centros capitalistas y que allí la mayoría tiene éxito. Nosotros hemos conocidos a muchas personas muy buenas que han trabajado muy duro, pero que no han tenido mucho éxito. Novak dejó de mencionar que la ley de Estados Unidos prohibe a estos trabajadores trabajar y así tener éxito.

Gracias a Dios la ley de 1987 que prohibió a los inmigrantes trabajar dejó una ventana para cooperativas en esta ley. Mientras casi nadie se ha aprovechado de esta ley, nosotros tenemos tal cooperativa para hombres inmigrantes indocumentados en Houston. Si usted tiene trabajo por día, se puede encontrar trabajadores en 1218 Shepherd Drive en el lado de la via del tren entre 6:00 a.m. y 3:00 p.m.
¿Ilegal?

Todo esto nos hace pensar en las palabras de Elie Wiesel:
“Ustedes que le llaman ‘ilegales’ tienen que saber que ningún ser human es ‘ilegal.’ Seres humanos pueden ser bellos o más bellos, pueden ser altos o cortos, pueden ser correcto o incorrecto, pero ¿ilegal? Cómo puede un ser humano ser ‘ilegal’?”

Trabajador Católico de Houston, Vol. XIX, No. 4, junio-julio 1999.