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La deuda estrangula al Tercer Mundo: “Ajuste estructural”: Tiempo de Reforma

Megan está graduada de la Universidad de Notre Dame y es una trabajadora Católica.

En el mes de diciembre el Presidente Clinton y el gobierno de los Estados Unidos prometieron 80 millones de dólares en asistencia para el desastre de los países de Honduras y Nicaragua, que habían sido devastados por el huracán Mitch.

Desafortunadamente, esta ayuda tendrá un pequeño impacto debido a que Honduras y Nicaragua deben pagar 80 millones de dólares cada cinco semanas para pagar su deuda. (Jubilee 2000/USA Action Alert 11/12/98). Y no están solos.

Mas de 40 otros países en desarrollo (e.g. “Tercer Mundo”) deben billones de dólares a los Estados Unidos, Europa y otros financieras extranjeras en deudas otorgadas hace mas de dos décadas. Lo que es peor, para poder reprogramar sus pagos, la gran mayoría de estas naciones han sido coercionadas en participar en los (Structural Adjustment Programs) Programas de Ajustes Estructurales (SAP’s) negociados a través del Banco Mundial y/o el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Aunque originalmente destinadas a estimular el crecimiento y proveer mucha de la ayuda necesaria para el desarrollo, los Programas de Ajustes Estructurales, que típicamente incluyen planes de austeridad severos, están haciendo más mal que bien en la mayoría de las regiones donde se han implementado.

De hecho, el daño humano ha sido tan grande que el Papa Juan Pablo II ha pedido terminar estos programas al urgir que las deudas del Tercer Mundo sean perdonadas en el año del Jubileo.

En los Programas de Ajuste Estructural el enfoque se hace en reducir la deuda. La prioridad se da a los productos de exportación que traen el efectivo, aunque signifique pagar salarios de esclavitud, utilizando métodos destructivos de producción, o exportando la comida mejor y más nutritiva.

Nota del Editor: Los editores de HCW fueron testigos de esto en una planta procesadora de bananas en Guatemala. Gigantescos camiones con dirección a los Estados Unidos fueron cargados con las mejores bananas. Los rechazos fueron colocados en un pequeño volquete dirigido al consumo local.
Un hombre que llegó recientemente a la Casa Juan Diego desde Honduras vio una caja de bananas en el comedor y tomó una. Se la quedó mirando y exclamó: ¡este es un milagro! Yo nunca he visto una banana como esta.

Malos Prestamos – ¿Quien es el culpable?

Antes de intentar hacer una crítica seria de los SAP’s (Programas de Ajustes Estructurales), sin embargo, es esencial explicar como se iniciaron, y preguntar ¿por que hay tantas naciones del Tercer Mundo atrasadas en el pago de sus deudas? Y ¿por que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional ejercen tanta influencia en sus economías?

Muchas personas aseveran que la mayoría de la deuda del tercer mundo fue lograda por la falla en la substitución de importaciones y/o un exagerada mala administración de los fondos por los corruptos oficiales de los gobiernos. Aunque estas aseveraciones no son necesariamente inválidas, la así llamada crisis de la deuda del “Tercer Mundo” en realidad tiene sus raíces en las desproporcionadas e inherentemente desiguales condiciones del sistema económico internacional. De hecho, las causas del actual desastre financiero pueden ser rastreadas hasta el final de la segunda guerra mundial, cuando los Estados Unidos se encontraron en una posición de poseer gran cantidad de sobrantes relativos al resto del globo. No queriendo sacrificar los altos niveles de producción que había alcanzado durante la guerra, los EUA (a través de los bancos comerciales) empezó a otorgar préstamos a países en desarrollo en Africa, Latino América y Asia para que pudieran seguir comprando bienes de los EUA.

Este patrón de flujo de capitales Norte Sur continuó en incremento hasta que en los 1970’s cuando el crecimiento sin precedente de los precios de petróleo por parte de la naciente OPEC creó utilidades masivas para sus miembros, quienes a su vez inundaron los Bancos del Norte con depósitos. Para reciclar apropiadamente estos “petrodólares” muchos de estos bancos aumentaron sus préstamos al mundo en desarrollo, lo que resultó en un virtual “frenesí de préstamos.” (David Simon, et al., eds., Structurally Adjusted Africa: Poverty Debt and Basic Needs. London: Pluto Press, 1955, p 62).

Consecuentemente, las cargas de la deuda del Tercer Mundo empezaron a amontonarse durante la segunda mitad de la década, y continuaron al principio de los 80’s debido al alza de intereses y a la recesión global. Realmente, para 1982, muchos países deudores se acercaban rápidamente a la mora, o a aquello a lo que su servicio de deuda acumulado podría sobrepasar el ingreso anual de ayuda extranjera, presagiando la ruina financiera de los bancos del Norte.

En un atento desesperado para demorar esta crisis de la expansiva deuda global, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional se hicieron presentes, ofreciendo salvar a los bancos comerciales. Fue en este contexto que el concepto de Préstamos de Ajuste Estructural se dieron a la luz. Esencialmente, el Banco Mundial y el FMI ofrecieron proveer a los países deudores con los préstamos necesarios para permitirles que continuasen servir sus deudas, con la condición de que “ajustasen” sus economías de acuerdo con los requerimientos específicos de política. Estos requerimientos se incorporaron rápidamente en los Programa de Ajuste Estructural (SAP’s) de los países específicos, y fueron reflejos concomitantes con la revolución del pensamiento económico neo-liberal (llamado neo-conservatismo en los EUA). Por lo tanto, al negociar SAP’s el FMI y el Banco Mundial, típicamente, dictaban (y continúan dictando) un numero de medidas de liberalización de comercio del lado de la oferta, tales como privatización, devaluación de la moneda, descontrol del precio, incentivos de exportación, disminución de los gastos gubernamentales, y flexibilidad del tipo de cambio.

Estas recetas eran especialmente exigentes en naciones de Africa y Latino América, que hasta este punto habían mantenido economías guiadas por sus gobiernos. Sin embargo, encarados con una deuda abrumadora y un cada vez más reducido ingreso nacional, no tuvieron otra alternativa que subscribiese a la racional del mercado libre del Norte, haciendo a los SAP’s virtualmente sinónimos con la política económica en el Tercer Mundo de hoy día.

Deuda, No Crecimiento

Aunque el Banco Mundial y el FMI arguyen que el ajuste está procediendo de acuerdo los planes, permitiendo a los países el “… reducir sus déficits de cuenta corriente a proporciones más manejables en el término medio mientras se mantiene el esfuerzo de desarrollo más factible” (Simon p. 3) Las estadísticas pintan una figura impresionantemente diferente.

]Para empezar, ha habido poco o ninguno, crecimiento consistente en las naciones que tienen SAP’s. Mientras que algunos, tales como Ghana, han experimentado porcentajes estables relativos de crecimiento GDP positivo, la mayoría han sido testigos de subidas y caídas esporádicas. Mas aun, parece haber poca correlación entre el grado a que una nación ha implementado el SAP y su rendimiento económico total. Por ejemplo, en su articulo, “Ajuste Estructural en Africa: Un grado de falla hasta ahora,” Sayre P. Schatz indica que los países africanos que han cumplido más ardientemente con los mandados de “comercio libre” del Banco y el Fondo, no son necesariamente los que han logrado el más alto GDP. Al contrario, los cuatro países con los peores récords de reforma (Gabón, Kenya, Madagascar, y Malawi) actualmente estuvieron arriba del porcentaje promedio. (Journal of Modern African Studies 23:4 1994, p. 683.) También, en su libro reciente Un Mundo: Listo o no: La Lógica Maníaca del Capitalismo Global (One World: Ready or Not: the Manic Logic of Global Capitalism), William Greider nota que “… las naciones más pobres que han tenido éxito más espectacular durante las últimas tres décadas son las que ejercitaron los controles más severos sobre el capital.” (New York: Simon & Schuster, 1997, p. 264.)

Aun donde el crecimiento genuino ha ocurrido, ha hecho poco para promover expansión económica real (i.e. ahorros e inversiones), puesto que casi todos los países deudores han acumulado más cargas de deuda bajo los Ajustes Estructurales. Algunas naciones, tales como Nicaragua, han visto su deuda duplicarse o triplicarse en la última década. (Jubilee 2000/USA, Action Alert, November 12, 1998)

Otros, tales como Uganda y Tanzania, ahora poseen proporciones de deuda a exportación de mas del 300%, lo que significa que su carga de deuda total es trescientas veces mas que sus ingresos por exportaciones anuales, aunque de acuerdo a un numero de críticos, cualquier proporción por encima del 200% es insostenible.

Peor aun, con el objeto de contraer estos porcentajes a niveles mas sostenibles, cualquier país deudor necesita mantener un porcentaje de crecimiento de GDP de mas del 15% por año, algo que muy pocos si alguno, se han acercado a realizar. (de notas tomadas por el autor cuando trabajaba en el verano de 1996 en el Center of Concern, Washingto D.C.) Por lo tanto el Tercer Mundo está atrapado en una clásica trampa de escenario “Catch-22”: y debe seguir dependiendo de ayuda del extranjero y ajuste estructural o caer más profundamente en la miseria económica.

Pobreza, no alivio

Aparte del impacto cuestionable en las cargas de la deuda y el crecimiento, los SAP’s han hecho poco para aliviar la pobreza a través del Tercer Mundo. Mas bien, en la mayoría de los países, los SAP’s han favorecido intrínsecamente a la clase del “comprador.” Compuesta de profesionales, negociantes, tecnócratas, y otras elites educadas en el Norte, aunque virtualmente ignorando a los pobres. En muchas áreas, la competencia por los recursos se ha hecho más intensa en la actualidad, cuando las corporaciones y las industrias privadas, las que tienen el reinado de la tierra bajo la “mano invisible” de la ideología del ajuste, han apartado el sector publico y muchos negocios pequeños de propiedad local.

Además, los intentos neo-liberales para flexibilizar el trabajo – destruyendo los sindicatos y dándoles a los directivos, maás control sobre las horas de sus trabajadores – en un sinnumero de países deudores, ha deprimido seriamente los salarios de los grupos de pequeños ingresos. En Chile solamente, mas del 23% de los asalariados en el sector manufacturero estaban viviendo bajo la línea de pobreza al inicio de los 1990’s, mientras que antes de la crisis “…un puesto en una fabrica garantizaba virtualmente un paquete de paga lo suficientemente grande para mantener a una familia por encima de la pobreza.” (Duncan Green. Silent Revolution: The Rise of the Market Economics in Latin America. London: Cassell, 1995, p. 96) Esta declinación en salarios aunada a precios más altos, están prohibiendo a muchos individuos pobres el obtener aun las necesidades mas básicas, tales como agua potable, comida, y vivienda adecuada.

De mayor perjuicio a las clases menos favorecidas son los cortes drásticos en los servicios sociales que típicamente acompañan los ajustes. Muchos gobiernos han sido forzados a reducir gastos en áreas tales como salud y educación, con el propósito de cumplir con los constreñidos presupuestos que han sido impuestos por las SAPS’s. Aunque los proponentes de los ajustes aseveran que estos cortes son irrelevantes por los subsiguientes incrementos en las alternativas del sector privado, ellos fallan en considerar las necesidades específicas de los pobres. Mientras que los proveedores privados puedan en realidad ofrecer una calidad de educación mas alta y cuidado médico, generalmente requieren honorarios exorbitantes, que los pobres simplemente no pueden pagar. Así mismo, muchas instituciones públicas han sido ahora inducidas a cargar honorarios de usuarios para restablecer los fondos perdidos, alienando aun mas a la clientela necesitada. Este fenómeno de “exclusión institucionalizada” fue dramáticamente ilustrada en Zimbabwe, cuando los honorarios educacionales fueron recientemente incrementados, las matrículas en las escuelas primarias entre los quintiles de los ingresos mas bajos se redujeron en casi un 20%. (Simon, p.84)

Destrucción Ambiental, No desarrollo

Finalmente, con el objeto de responder a sus demandas para incrementar exportaciones, muchos países del Tercer Mundo bajo la férula de los SAP’s han sido animados o aun forzados, a desviar recursos de los productores de comida de escala pequeña hacia las granjas gigantescas comerciales, muchas de las cuales son propiedad de corporaciones multinacionales con base en los EUA. No solo aquellos negocios agrarios “agrobusinesses” (y las prácticas agrícolas de inversión intensiva que ellas promueven) amenazan la seguridad del alimento, hacen poco si nada, en promover diversificación económica. En vez, al poner la explotación desenfrenada de la tierra sobre la capacitación humana, solamente sirven para “realzar la rigidez estructural … y encerrar a los países en patrones de utilización de recursos de destrucción ambiental insostenibles. (Kidane Mengisteab and B. Ikubolajeh Logan, eds. Beyond Economic Liberalization in Africa: Structural Adjustment and the Alternatives. London: Zed Books, Ltd., 1996, p. 146)

En ninguna parte del mundo han sido estas tendencias más aparentes que en las selvas tropicales. En Costa Rica solamente, mas de 2.5 toneladas de tierra cultivable se pierde por cada kilogramo de carne que se exporta a la industria de comida rápida (fast food) en los Estados Unidos (Green, 109). Similarmente, el negocio agrícola de bonanza (agribusiness) de frijol de soya en el Sur del Brasil, una consecuencia directa de las presiones de exportación del Banco Mundial, ha desplazado a gran cantidad de campesinos de sus tierras, impulsándolos a “… dirigirse hacia las ‘fronteras agrícolas’ del Amazonas en busca de tierras cultivables, para cortar el monte en agricultura de arrasar y quemar.” (Green, 109)

¿Que puede hacerse?

Cuando solamente falta un año para el jubileo del año 2000, muchos se preguntan, ¿que se puede hacer? ¿Como podemos levantar la carga del ajuste y la deuda de los hombros de nuestros vecinos del Sur?

La solución ms efectiva e inmediata, por supuesto, sería cancelar o “perdonar” enteramente la deuda del Tercer Mundo. Esta es la posición que ha tomado el Papa Juan Pablo II, que ha, como se ha mencionado anteriormente, tomado la posición profética de llamar por el perdón de la deuda para el jubileo. El Santo Padre también ha hecho hincapié en su recienteMensaje del Día de la Paz Mundial (1 de Enero de 1999) que “ciertos problemas económicos,” que son discutidos solamente en “círculos limitados” han llevado a la concentración inapropiada de poder político y financiero a pequeños números de gobiernos y grupos de interés. De acuerdo al National Catholic Register, los servicios de información del Vaticano FIDES explicó esta declaración del Papa en referencia a aquellas instituciones y hechos de los grupos G8 (las naciones ricas que se han reunido para planear la vida económica para el mundo), las políticas de desarrollo del Banco Mundial y los errores del FMI en política con relación a la crisis del Asia.]

Otros están abogando por un acercamiento gradual. Ellos creen que el ajuste estructural no necesita ser eliminado completamente, pero que el impacto de las evaluaciones sociales y ambientales debe ser conducido por organizaciones independientes y/o sin propósito de lucro (non-profit) antes de la implantación de los SAP’s, para hacerlos más sensitivos a problemas locales y la situación especial de los pobres. Aun otros están llamando la atención a la necesidad de mayor participación popular en la planificación de los ajustes. Por esto ellos quieren decir que a los países deudores y a su gente se les debe dar más control y latitud en diseñar sus programas de ajuste.

Por supuesto, ninguna reforma llegará a realizarse si los líderes del Banco Mundial y del FMI no están convencidos de su necesidad. Lo que se requiere, por lo tanto, es un esfuerzo comprensivo por parte de todos: los líderes políticos, economistas, y ciudadanos comunes por igual, para hacer saber a estas instituciones que deben encontrar formas más sostenibles, ambientalmente, y socialmente sensitivas para lograr sus pagos de la deuda.

Trabajador Católico de Houston, Vol. XIX, No. 2, marzo-abril 1999.