Andrew Wright se casó en octubre con Blossom (Flor) Mueller, que es una compañera de trabajo en el Trabajador Católico. Ellos iniciaron su vida familiar haciendo el retiro de una semana que Padre John Hugo le proporcionaba a menudo a Dorothy Day, como parte de su luna de miel.
Conforme van llegando más inmigrantes cada día, con su ropa sucia y grasosa en sus espaldas, a mí me hace pensar en lo que los trae acá. Recientemente un caballero de 72 años de México pasó la frontera buscando trabajo. El había estado viniendo desde que tenía 20 años, generalmente haciendo trabajo de jardinería en California. Ahora que sus hijos han crecido y su esposa ha fallecido, él viene por unos pocos meses al año para buscar la forma de sostenerse. La necesidad en México y Centro América hace el viaje imperativo.
En la sección de negocios del Houston Chronicle (HC) en los últimos meses por lo menos cuatro artículos proclaman abiertamente las ventajas económicas de las compañía que se han mudado al Sur de la frontera. En Saltillo México, los camiones de la General Motors (GM) son construídos tan bien o mejor que en Michigan. En los Estados Unidos un trabajador recibe $120 por día, en la línea de ensamble en Saltillo $6 por día (29 de Abril, 1998, HC). Es interesante saber que el salario de $6 al día es suficiente solo para lo esencial, los frijoles cuestan 85 centavos el kilo; pero no alcanza para comprar un camión GM. En otro articulo anunciando a Delphi (subsidiaria de GM) maquiladora de partes de automóviles en la frontera, el salario diario es de $8 a $12. Este salario, de acuerdo con el artículo, alcanza para la comida y una choza de metal corrugado sin agua corriente para una familia de cuatro (2 de Julio, 1998, HC). Para hacerlo corto el Houston Chronicle (HC) expone que los mexicanos que hacen coches para nuestro consumo no se les paga el salario suficiente.
Las encíclicas acusan la codicia de las compañías
Yo tengo mis propias ideas de como nosotros que consumimos tanto en E.U.A. y controlamos el capital a través de inversiones y posesión deberíamos actuar, para asegurar a aquellos que hacen lo que nosotros consumimos obtengan un salario lo suficiente para vivir. Si embargo, Yo no confío en mi sabiduría más de lo que confío en la sabiduría de los Tratados de Libre Comercio o de los políticos de nuestro Congreso.
Dos de las encíclicas sociales de la Iglesia, Rerum Novarum (1891, Papa León XIII) y su fruto, Quadragesimo Anno (1931. Papa Pio XI) son tan pertinentes hoy como siempre. Mientras que han sido citadas por su crítica al socialismo y al comunismo, ellas también se dirigen específicamente a nuestro sistema de capitalismo. Notablemente nos proveen de guías de como el capital se debe relacionar con el trabajo. Además Quadragesimo Annodescribe proféticamente la economía global de hoy y las formas de corregir las injusticias y las faltas de caridad personal.
Estas encíclicas han sido criticadas como utópicas, pero lo son tanto como un pecador arrepentido que regresa a casa al amante padre a pedir perdón (ver Lucas 15:11-32).
La verdad más repetida y que se le hace más énfasis en Rerum Novarum es el bien común. La frase cruza líneas culturales y religiosas como la luz del sol. La encíclica articula que el bien común no es una noción abstracta de soñadores, sino la verdad que se realiza cuando practicamos nuestra fe.
El Papa León XIII reitera la primacía de la familia como el primer paso a realizar el bien común.
Promover sistemas económicos injustos no es pequeña culpa de la violencia hecha a las familias (por no mencionar a los individuos y los estados). Es por esta razón que la Iglesia obliga un salario adecuado a la vida familiar. Como lo pone Pio XI, “La escala de salarios debe ser regulada con visión al bienestar de todo el pueblo” (74). Esto no se practica en la actualidad en todo México y Centro América.
La injusticia desnuda es deletreada por León XIII, “La más grande y principal obligación del empleador es darle a todos lo justo… ejercitar presión con el propósito de la ganancia, sobre el indigente y el destituído, y obtener utilidades de las necesidades de otros está condenado por todas las leyes, humanas y divinas. Defraudar a cualquiera de los salarios que le tocan es un crimen que gime al cielo “(Santiago 5:4).
Los planos del bien común son aun más articulados en el propósito del estado – para proteger los intereses de todos igualmente porque “Los pobres son miembros de la comunidad nacional igual que los ricos” (RN 27). Esto da consideración especial a los pobres pues mientras a los ricos tienen muchas formas de protección, el único recurso de los pobres a la justicia podría ser a través de la protección del estado
Interesantemente, Rerum Novarum aboga por la intervención del estado donde no se paga un salario de vida justo en el interés de la justicia para todos.
La instrucción más inspirada y desafiante dada por las encíclicas es aquella que trata de la relación del capital con el trabajo. El primer punto claro hecho por León XIII es su interdependencia, “El capital no puede funcionar sin la mano de obra, ni la mano de obra puede hacer sin el capital” (RN 15). El sabiamente aconseja al rico y al pobre en la necesidad de no ser hostiles el uno con el otro.
Contrariamente, cada clase tiene derechos con el otro con la meta que todos sean amados y respetados como personas de la familia humana. El trabajador está obligado a dar un día honesto de trabajo por su paga. Mientras que se le anima a organizarse entre sus compañeros trabajadores, se le permite pedir para condiciones más justa en una forma civil y no violenta. El empleador también está obligado a pagar al trabajador un salario justo de vida (RN 34) Está obligado a asegurar al trabajador que no se le abuse y que tenga tiempo adecuado para descansar. Finalmente ” El empleador está obligado de ver que el trabajador tenga tiempo para sus deberes de piedad” (RN 16).
Una ojeada superficial al mercado global nos revela que la Mano de obra está cumpliendo sus obligaciones en gran parte mientras que el Capital está reduciendo sus obligaciones hasta el punto de enterrarlas bajo los llantos, sangre, punzadas de hambre, y feces de una familia fragmentada viviendo en una choza de metal corrugado.los Tratados de Libre Comercio les permite a los dueños del capital de cruzar las fronteras buscando la fuente mas barata de trabajo, mientras que al trabajador se le restringe a los confines de su país económicamente deprimido.
Tan temprano como 1931 el Papa Pio XI proclamó, “La competencia libre esta muerta; la dictadura económica ha tomado su lugar” (QA 109). El pintó proféticamente el estado actual de los asuntos en amplios trazos cortantes: “El poder inmenso y la dominación despótica y dominante está concentrada en las manos de uno pocos … los fideicomisarios y directores de los fondos de inversión, que los administran a su propio placer” (105); “Este poder se hace particularmente irresistible cuando es ejercitado por aquellos que, debido a que tienen el dominio y el control del dinero, tienen la capacidad de gobernar el crédito y determinar su asignación” (106); “El estado que debería ser el árbitro supremo, gobernando en forma real por encima de toda disputa partidaria, con la intención solo de a justicia y el bien común, se ha convertido en un esclavo, obligado y al servicio de las pasiones humanas y la codicia.”
Debido a que el describe el estado de nuestro país tan agudamente, yo estaba ansioso de leer el remedio prescrito. A nivel Macro Pio XI llama a la cooperación mutua del trabajo y el capital guiados por la razón correcta y la filosofía social Cristiana. A nivel personal, el nivel al cual cada uno de nosotros cambia, Quadragesimo Anno trata a fondo la ruina de las almas en una sociedad moderna como la causa principal de nuestro desorden actual.
A menos que estas siempre pertinentes encíclicas nos parezcan anticuadas, uno solo necesita considerar las reflexiones del Papa Juan Pablo II, Centesimus Annus, cuidadosamente.
Desafortunadamente, este documento ha sido utilizado para soportar el mercado libre del capitalismo que se practica en la actualidad. Sin embargo, un estudio serio del documento nos desafía a re evaluar cuanto trabajo falta para el bien común: “En los contextos del tercer mundo, ciertos objetivos enumerados en Rerum Novarum permanecen válidos, y en algunos casos, aun constituyen una meta a ser alcanzada, si es que el trabajo del hombre y su propio ser no se reducen a un nivel de mera comodidad. Esos objetivos incluyen un salario suficiente para el soporte de la familia, seguro social para la vejez y desempleo, una protección adecuada para las condiciones de empleo” (CA 34).
Los inmigrantes que encontramos cada día vienen de lugares donde la mayoría de los trabajos (incluyendo, o especialmente las maquiladoras de las compañías de E.U.A. y aquellas de Europa y Asia) les falta cada uno de los objetivos enumerados.
El interés de Pio XI para las almas tiene todo que hacer con nuestro comportamiento moral en el mercado global. Así como se ha hecho énfasis repetidamente en esta publicación, nosotros consumimos e invertimos en lo que la gente del Tercer Mundo hace y extrae. Nosotros como seres humanos dependemos de ellos y viceversa. Juan Pablo II nos aconseja a enfocar mas en “ser” que en “tener.” El dice que nosotros nunca debemos buscar el “utilizar toda la vida en el goce como un fin en sí mismo. Es por lo tanto crear estilos de vida en los que la búsqueda de la verdad, la belleza, la bondad y la comunión con los otros por las razones del crecimiento común son factores que determinan las preferencias del consumo, ahorros, e inversiones” (CA 36).
Lamentablemente, muchos de nosotros tenemos una dedicación a un sistema de producción gobernada por el consumo y la inversión en vez de los principios de Dios. Dorothy Day condenaba el trabajo de aquellos con estrategias para incrementar nuestros deseos de consumo: “Todos somos culpables de concupiscencia, pero los periódicos, la radio, la televisión, y los batallones de publicistas (pero hay de esa generación) deliberadamente estimulan nuestros deseos, la satisfacción de los cuales a menudo significa el deterioro familiar” (Loaves and fishes, 74).
La participación en el mercado de valores es participación en el lado del capital de nuestra dictadura económica. Por lo tanto, estamos llamados a evitar el soporte de aquellas compañías que no paga un salario de vida o respetan la dignidad humana de sus trabajadores. En las palabras de Juan Pablo II: “No es materia del derecho de la caridad solamente, esto es, el deber de dar de la ‘abundancia’ de uno, y algunas veces aun de las necesidades propias, para proveer de lo esencial para la vida de una persona pobre. Me estoy refiriendo al hecho que aun la decisión de invertir en un lugar en vez de otro, en un sector productivo en vez de otro, es siempre una selección moral y cultural ” (CA 36). A menos, por supuesto, que adoremos al dinero más que a Dios.
Trabajador Católico de Houston, Vol. XVIII, No. 6, noviembre 1998.