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Más acerca de la discusión sobre Padre Michael J. Baxter y la Universidad de Notre Dame

El último número del Trabajador Católico de Houston presentó varios artículos en defensa del nombramiento del Padre Michael J. Baxter, C.S.C., un teólogo del movimiento Trabajador Católico, al departamento de teología en la Universidad de Notre Dame y en defensa del Presidente de Notre Dame, Padre Edward Malloy, del mismo grupo de los sacerdotes de la Santa Cruz, quien fue denunciado por el Senado de la Facultad por esta acción.

Nos disculpamos, especialmente con el Dr. Lawrence Cunningham, director del departmento de teología de Notre Dame, por hablar tan intensamente y criticamente del departamento. El Dr. Cunningham ha apoyado el trabajo de Casa Juan Diego por varios años y nos ha inspirado con su libro acerca de San Francisco de Asís. Debíamos habernos enfocado más en las declaraciones publicadas del Padre Richard McBrien tocante a esta controversia, la cual encendió las reacciones presentadas en nuestra publicación de mayo-junio.

Aun estamos incómodos con lo que ha pasado. El Padre McBrien tiene una gran cantidad de seguidores y sus declaraciones acerca de Dorothy Day pueden dañar al movimiento Trabajador Católico, al cual nosotros hemos dedicado nuestras vidas.

Esta cuestión es mucho más grande que P. Baxter y Notre Dame y P. McBrien. Es un atentado de parte de un número de escritores y teólogos de marginar la visión católica de Dorothy Day y Peter Maurin como una utopía, una visión que solamente muy pocos podrán seguir.

Hablamos del Padre Baxter como un teólogo del Trabajador Católico, no como el teólogo Trabajdor Católico. Ha habido varios teólogos asociados muy de cerca al movimiento del Trabajador Católico a través de los años. Aquellos que estaban más cerca personalmente y teologicamente a Peter Maurin y Dorothy Day incluían a P. Paul Hanley Furfey, P. Vincent McNabb, O.P. y P. John Hugo. La investigación llevada a cabo en el Trabajador Católico de Houston en preparación por la serie publicada recientemente acerca de las raíces del movimiento, sobre los santos y filósofos que tuvieron influencia en Peter y Dorothy en el desarrollo del movimiento, nos llamó la atención a la importancia de estos teólogos, tanto como filósofos como Emmanuel Mounier, Jacques Maritain y Nicolas Berdyaev, en las primeras décadas del movimiento.

P. Michael J. Baxter, quien co-fundó una casa de hospitalidad del Trabajador Católico, es otro teólogo en esta tradición.

Algunos se estarán preguntando porqué respondimos tan fuertemente en el número pasado a la denuncia del Senado de la Facultad de la Universidad de Notre Dame al Presidente Padre Edward Malloy, quien empleó al P. Michael Baxter para enseñar teología.

La razón es esta: Los comentarios por el Padre Richard McBrien que acompañaban esta acción clasificaron al Trabajador Católico y el movimiento por la paz como una secta y atentaba marginarlos de la tradición católica (National Catholic Reporter, 31 de enero, 1997). En esta marginalización de la linea principal de la tradición católica, él incluyó no solamente al Padre Baxter, teólogo Trabajador Católico, sino también a Dorothy Day.

Estas palabras no son originales con el Padre McBrien. Son un eco exacto de la crítica sorprendente de Dorothy Day por alguien que podría ser considerado como un compañero extraño de Richard McBrien, neoconservador George Weigel. En su libro de 1987, Tranquillitas Ordinis, y en su libro subsecuente, Freedom and its Discontents (La libertad y sus descontentos) Weigel acusa a Dorothy de ser sectaria, de abandonar la herencia católica. El coloca a Dorothy con San Francisco de Asís, con su separación de la linea principal del catolicismo en los Estados Unidos.

Weigel declara que “Dorothy Day y el movimiento del Trabajador Católico estaban decisivamente con la intuición religiosa franciscana y el impulso existencial, rompiendo con la tradición principal del catolicismo de E.E.U.U. y su visión del experimento americano.”

Desafortunadamente, Weigel aparentemente leyó solamente un libro sobre el movimiento TC, el de William Miller. El no sabía que Dorothy Day no era una franciscana del tercer orden, sino una oblata benedictina.

Es muy interesante que George Weigel coloque a San Francisco de Asís fuera de la tradición católica, pero él mismo parece estar más a gusto con Adam Smith, padre del capitalismo sin restricciones, ciertamente no al centro de la tradición católica.

Weigel describió a Dorothy en los mismos términos que Richard McBrien usó en el artículo del National Catholic Reporter de enero 1997, donde él la llamaba una santa, pero declaraba que el acercamiento contracultural representado por el Trabajador Católico y el movimiento católico por la paz “no es representativo de la tradición católica. Es como una opinión desconforme.”

McBrien y Weigel están hablando de una mujer que iba a Misa y comunión diaria y confesión semanal, hacía una hora santa diaria, memorizaba y estudiaba constantemente las encíclicas papales (la doctrina social de la Iglesia), rezaba el Oficio Divino, participaba en el renacimiento católico antes del Concilio Vaticano II (en el movimiento litúrgico, la renovación bíblica, el movimiento ecuménico y el movimiento sobre el papel del laico católico) y vivía el Sermón de la Montaña. Su vida radical de dedicación a los pobres y la paz son legendarios. Era totalmente católica en la tradición benedictina. ¿Están ella y los benedictinos fuera de la tradición católica? ¿Son miembros de una secta?

Peter Maurin tenía un conocimiento casi enciclopédico de la historia de la Iglesia y formó una síntesis para vivir el Sermón de la Montaña y Mateo 25:31 y lo siguiente en la riqueza de la tradición católica, la cual él trajo a Dorothy Day, una nueva convertida al catolicismo. El corazón era el Sermón de la Montaña.

Dorothy tuvo un impacto tremendo en el catolicismo y en los obispos de los Estados Unidos. El historiador católico David O’Brien en 1980 en la ocasión de su muerte, dijo que Dorothy Day “fue la persona más significante, interesante e influyente en la historia de catolicismo de E.E.U.U.” El movimiento Trabajador Católico fue un líder mucho antes del Concilio Vaticano II en enfatizar la importancia del liderazgo laico en trabajar como cristianos en el mundo y el llamado de los laicos al igual que religiosos a los ideales de la santidad del Evangelio, servicio a los pobres, y trabajo por paz.

¿Qué quiere decir Padre McBrien, diciéndonos que el Trabajador Católico y Padre Baxter son sectarios?

Según el Diccionario Universal de Webster, esto significa: 1) originalmente, un apóstata de una iglesia establecida, 2) un miembro de una secta religiosa, y 3) una persona que está ciegamente y encogidamente dedicada a una secta.

El Padre McBrien, mismo, en su libro Catolicismo, describe a un sectario como uno que define la iglesia como el lugar exclusivo de la actividad de Dios, y la misión de la iglesia como limitada a una salvación contracultural, de otro mundo.” Nadie que haya estudiado los escritos de Dorothy Day podrá aplicar la mencionada definición a ella, como lo hace McBrien en la entrevista del National Catholic Reporter.

Es una pena que aquellos que tan atrozmente han clasificado a Dorothy aparentemente no hayan leído el libro de Hna. Brigid O’Shea Merriman titulado Searching for Christ: the Spirituality of Dorothy Day (Buscando a Cristo: la espiritualidad de Dorothy Day, Prensa de la Universidad de Notre Dame, 1994) ni la compilación que hizo Shep Abell de la serie en el Trabajador Católico de Houston sobre las raíces del movimiento, los santos y filósofos que tuvieron influencia en Dorothy Day y Peter Maurin.

Si hubieran leído estas cosas, no estarían de acuerdo aun en el asunto del americanismo, pero no podrían de ninguna manera situarla fuera de la tradición católica y su herencia o marginarla como simplemente una santa a la cual nadie podría identificarse.

Americanistas–La nueva secta

Tal vez sean los “americanistas,” los que toman su inspiración de John Courtney Murray, quienes más propiamente podrían ser llamados “sectarios,” porque ellos respondieron a las tensiones entre la Iglesia y mundo restringiendo la religión a un asunto privado y acomodándose a todos los demás en la plaza pública. Esta nunca ha sido la tradición católica.

(Al criticar a los “Americanistas” de E.E.U.U. no estamos criticando a aquellos que simplemente tienen un compromiso con su país, sino a los teólogos que han desarrollado esta posición de separación de la Iglesia y la política, de fe y vida pública, entre lo que uno cree y lo que uno vive o con lo que uno está de acuerdo. Como católicos sabemos que es nuestra obligación de llamar a nuestro país a la grandeza–a derechos humanos y la paz, a usar los avances tecnológicos para aumentar la dignidad de la persona humana y no permitir que la persona se convierta en mercadería–ya sea en casa o en el mercado mundial. Nosotros creemos que nuestra fe puede ofrecer mucho a los Estados Unidos y no se debe simplemente dejarla en casa.)

La maldición de la teología moderna es el dualismo neoescolástico que regesa a la separación de la naturaleza y la gracia de siglos pasados, en vez de enfatizar su unidad orgánica como se expresa en la teología de Henri de Lubac, S.J., quien, más que nadie, formó la teología del Vaticano II.

Discusiones de la unidad orgánica de naturaleza y gracia son inadecuadas, como lo señala Padre DeLubac, si no expresan la necesidad de una transformación radical de naturaleza en relación a Dios. Cualquiera que observa la miseria, la desesperación de la gran mayoría en los países del Tercer Mundo hoy sabe que lo natural necesita un juicio más allá de si mismo. El impulso de la modernidad a operar sin Dios y sin transformación deja a los pobres sin nada.

Uno de los más importantes libros publicados desde el Concilio Vaticano II, Heart of the World, Center of the Church (Corazon del Mundo, Centro de la Iglesia, Eerdman’s, 1996) por David Schindler, un ex-profesor de Notre Dame, se refiere a estas cuestiones de Iglesia y mundo. Su distintiva manera de dirigirse a ello demuestra que así como la Iglesia existe para el mundo, también la intrínsica hermosura y libertad del mundo son profundizadas al ser informado por la Iglesia.

Dorothy Day sabía que el llamado radical del Evangelio a los pobres vivido a través de la Iglesia, profundizaría la intrínsica hermosura y libertad del mundo. Es interesante que Communio, la revista editado por David Schindler en los Estados Unidos, tendrá un número presentando a Dorothy Day este otoño.

Allen Figueroa Deck, S.J., hace preguntas relacionadas acerca de fe, Iglesia y mundo en su artículo, “Religión latina y la lucha por justicia: Evangelización como conversión,” Journal of Hispanic/Latino Theology, Vol. 4, No. 3, febrero 1997. Padre Figueroa Deck empieza por denotar que las iglesias protestantes y católicos, desde mediados de 1970, y especialmente la Iglesia romana católica, ha empezado “en efecto, a verse a si misma, a percibir su misma identidad, en términos de la rica y compleja idea de evangelización.” El presenta evangelización y conversión cristiana como “una experiencia radical de Dios en la vida propia,” una respuesta a la proclamación del mensaje del Evangelio en el cual “cambios profundos ocurren en el individuo y en los más amplios contextos de la vida de esa persona,” y además envuelven “cultura y la colectividad.”

Figueroa Deck, al aplicar las ideas de la Nueva Evangelización a América Latina, cita al Papa Pablo VI sobre la evangelización de cultura: Lo que importa es evangelizar la cultura y las culturas del hombre no solamente en una manera puramente decorativa, por ejemplo al aplicar una leve capa, pero de una manera vital, en profundidad y derecho a las raíces, en un rico y amplio sentido que es lo que tienen estos términos en Gaudium et Spes, siempre tomando a la persona como el punto de comienzo y regresando siempre a las relaciones del pueblo entre si mismos y con Dios” (Sobre la evangelización del mundo moderno).

En un repaso de literatura de los últimos años entre teólogos hispanos/latinos en su artículo, Figueroa Deck llega a la conclusión de que los teólogos de la liberación, quienes enfatizan transformar la sociedad, y los evangélicos, quienes enfatizan lo supernatural y conversión, tienen algo que ofrecerse el uno al otro. El sugiere que los huecos en cada una de estas comprensiones se pueden corregir en una suficientemente adecuada comprensión realmente íntegra de la evangelización/conversión.

Una experiencia íntegra de conversión al Evangelio de Jesucristo (evangelización) requiere fe en un Dios encarnado presente en la historia. Este es el area de escatología, la comprensión cristiana de la relación entre tiempo y eternidad, el sentido lineal de movimiento en el proceso misterioso por el cual el reino de Dios de alguna manera se convierte en realidad, encarnado, aquí en la tierra al igual que más allá. Los teólogos de la liberación enfatizan este conocimiento histórico, a veces hasta el punto de descuidar los elementos trascendente, supernatural y místico de la cristiandad. Los evangélicos, en contraste agudo, prescinden de la historia casi completamente, colocando todo el énfasis en lo que Dios hará fuera del tiempo, misticamente, después de la muerte, en su muy lejano cielo. En esto ellos no salen de un síndrome no-histórico de las religiones indígenas pre-colombianos o de las aun existentes versiones populares del catolicismo español de la edad media. ¿No puede, aun no debe, el antagonismo presente de los de la liberación a los evangelistas y viceversa ser transformados y hacer que se complementen uno al otro en el servicio de una dedicada visión íntegra cristiana de Iglesia y sociedad?

Privatización de religión lastima a los pobres

Es muy interesante que teologías dualistas, siguiendo a Murray, se encuentran en la derecha igual como la izquierda en la Iglesia católica en los Estados Unidos y tienen influencia en América Latina. El comentario social y teología moral que resultan confirman la declaración de Paolo Freire en La pedagogía de los oprimidos que la derecha y la izquierda igual son sectarias y que los dos de estos extremos al fin dejan a los pobres atrás.

Freire describe a sectarios de derecha igual a la izquierda (incluyendo marxistas) quienes “encerrándose en círculos de certeza de los cuales no pueden escapar, hacen su propia verdad.” Según Freire, los dos tipos de sectarios, tratando la historia en igualmente propietaria manera, acaban sin el pueblo–que es otra manera de estar contra ellos. En contraste, según Freire, “Entre más radical sea la persona, entrando plenamente en la realidad para poder saberlo mejor, más podrá transformarlo.”

Dorothy Day y Peter Maurin se consideraban ellos mismos radicales a raíz del sentido de la palabra, llegando a las raíces–en este caso del Evangelio y la tradición católica. Este compromiso radical los llevó a compartir la vida de los pobres y oprimidos, pasando sus vidas haciendo las obras de misericordia en lugar de obras de guerra, y protestando la injusticia. Ellos vivían lo que profeticamente decía Paolo Freire: “La pedagogía de los oprimidos es una labor para radicales, no se la puede llevar a cabo por sectarios.”

Tal vez, sin pensarlo, los americanistas contribuyen a la opresión de los pobres, especialmente en el Tercer Mundo, pero también en los E.E.U.U. La ambiguedad en la idea de John Courtney Murray que permite la privatización de la religión encuentra diferente, pero igualmente destructiva expresión en ideas liberales y neoconservadores. Es aparente ahora, con las evidentes desigualdades que se hacen más severas cada día bajo el mercado global, la falta de preocupación por parte de las sociedades por inmigrantes desplazados por estas desigualdades, y la subsiguiente implementación de políticas que tratan a las personas solamente como mercancías, que el remover la moralidad católica de la plaza pública deja a los pobres sin nadie que los defiende.

Podrá ser más óbvio que personas como George Weigel y Michael Novak, que escriben libros bonitos y presentan muchas pláticas acerca de las glorias del capitalismo puro y el mercado mundial, pudieran tener un papel directo en la tragedia de las vidas de tantos cuyas vidas están
controladas por maquiladoras (fábricas en el Tercer Mundo que pertenecen a compañías de países más ricos) o que sufren del impacto de decisiones sobre desarrollo de economías por el Banco Mundial, el Fondo Internacional Monetario y ahora la Organización de Comercio Mundial. Estos escritos justifican el pago de salarios en maquiladoras tan bajos que gente no puede comer, proveer vivienda y mandar a sus hijos a la escuela, mientras ejecutivos de compañías de Europa, los E.E.U.U., Japón y Sur Korea hacen millones de dólares y los inversionistas reciben enormes ganancias. Novak acusa a los pobres que protestan de esto del pecado de envidia.

Muchos no se encontrarán, no conocerán a personas que enfrentan estos sufrimientos directamente y pueden así ignorar a los inmigrantes que luchan para ir a países donde las normas del trabajo son un poco mejor. Los que no conocen a inmigrantes pueden repudiarlos como a personas terribles que deberían regresar a sus casas. En Casa Juan Diego hablamos todos los días con individuos o familias que están buscando trabajo bajo estas condiciones. Ironicamente, los comerciantes de E.U. están contentos de recibirlos, porque les faltan trabajadores en agricultura, construcción, fábricas de pollo, o como sirvientas de hogares.

Dos chícharos en una vaina

Teólogos liberales como Padre Richard McBrien, que dicen, yo estoy personalmente contra el aborto (o legislación anti-inmigrante o la pena de muerta o legislación anti beneficencia pública o eutanacia o sueldos de esclavo), pero tenemos que acomodarnos a la cultura en que vivimos y a sus leyes, también, tal vez sin pensarlo abren las puertas a políticos católicos a participar en opresión. Neoconservadores podrán decir, yo quiero que todos reciban un salario justo, “pero” uno no puede entremeterse con el mercado. Otros podrán decir, yo estoy personalmente opuesto a la pena de muerte, pero tenemos que acomodarnos.

La teología que deja la fe en casa para salir a participar en la plaza pública en un llamado campo de juego anivelado, no informa la cultura ni presenta su intrínsica belleza, sino que puede ser influído de mal manera por ella. Esta teología puede ser facilmente invadida por
estilos en boga o por movimientos seglares que podrán empezar bien pero que más tarde se deteriorán a narcisismo, busca de interés propio, y abandono de preocupación por los pobres. Esto ha aun confundido a los autores en tiempos pasados.

Lo que se podría ser llamada una teología “pero” (Yo personalmente estoy contra esto, “pero”) permite que hagan decisiones acerca de vida y muerte y la economía como si una persona fuera una mercancía. No solamente ocurre esto en la economía mundial, sino también mujeres católicas de la clase media deciden tener un aborto porque ellas tal vez
no podrían mandar a sus hijos a buenas universidades si ellas tienen más hijos. Ellas han encontrado en esta teología una abertura para hacer tal decisión. Estos teólogos no se han opuesto a la práctica de la profesión médica en E.E.U.U. de tratar de crear una raza superior, insistiendo en una política que resultará en seres humanos sin defectos, politícas que insisten en examenes invasivos y potencialmente dañinos y la posibilidad de deshacerse de criaturas que tienen alguna pequeña anormalidad.

La influencia de esta teología es devastantemente óbvia al ver sus efectos en las vidas de mujeres pobres en E.E.U.U. y donde ha llevado a sus seguidores en la comunidad mundial en eventos como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Mujeres en Beijing.

Teólogos como Padre McBrien quien criticó al Papa Juan Pablo II por su “intransigencia” en las reuiniones de la ONU como las de Cairo, porque el luchó contra la Planificación Familiar y su agenda de esterilización y aborto, probablemente nunca han hablado, como lo hemos hecho nosotros, con mujeres pobres de Latinoamérica que fueron esterilizadas sin su consentimiento y sin darse cuenta, descubriendo meses o años después que ya no tenían una matriz. Estos teólogos sin duda fueron convencidos por los argumentos de “pro-elección,” de que cada mujer debe decidir por si misma acerca de la esterilización y aborto, nunca pensando que estos podrán ser requisitios para trabajar en fábricas en E.U., Europa, Japón o Korea, en América Latina u otros países del Tercer Mundo. Muy de seguro que ellos no sabían que la teología que insiste que la moralidad católica no se lleve a la plaza pública nacional o internacional podría dejar a las mujeres pobres indefensas contra gobiernos, contra compañías, contra el aborto forzado como la política de China.

Ellas probablemente no sabían que los prevalecentes intereses de las mujeres de Latinoamérica y del Tercer Mundo no son un “derecho” a abortar a sus hijos, la “solución final” de esterilización y aborto, sino un estado económico de un nivel de supervivencia para una pareja, para la familia, para que los hijos puedan tener cuidados médicos y poder asistir en la escuela.

Teólogos liberales y neo-conservadores que insisten que el “experimento” americano (E.U.) de democracia, y la clase de separación de iglesia y estado como lo describe John Courtney Murray, es la expresión ideal del catolicismo y debería ser exportada, pueden ser culpable de un nuevo colonialismo. Siguiendo esta teología, Dorothy Day nunca hubiera podido traer el desafío del Sermón de la Montaña (Mateo 5, 6, y 7) para poder hacer la poderosa crítica que ella hizo de políticas económicas injustas y del usurpante militarismo en los Estados Unidos.

Los católicos hoy en día frecuentemente se encuentran sin una base teológica o líderes para combatir injusticias contra mujeres pobres en el mercado mundial que rivalizan la Inquisición en opresión. Por contraste, el teólogo Jesuíta Figueroa Deck nos recuerda, “la doctrina social católica con su crítica directa del capitalismo, la pena de la muerte y preeminencia del primer mundo, se ha hecho sentir, si tal vez solamente débilmente, a través de la predicación y los viajes mundiales del Papa Juan Pablo II.”

La espiritualidad del movimiento Trabajador Católico puede ayudarnos a todos a responder a Jesús en los pobres y a los injusticia y violencia económica mundiales desde una perspectiva del poder transformador del amor y gracia de Dios.

Trabajador Católico de Houston, Vol. XVII, No. 4, julio-agosto 1997.