Ahora ya sabemos porque a nadie le gusta hacer hospitalidad. Estamos hasta las rodillas en po po.
Nada funciona, nada fluye. “Retroceder” toma un nuevo sentido, ya no hay refuerzos, pero lo que baja vuelve a subir.
No es un espectáculo agradable. “Doc” de Plomerías Crown,” seguía diciendo que podíamos emplear el escusado sin preocupación, pero se necesitaría una cantidad de siquiatras para hacernos sentir mejor con su manera terapéutica que era: “Lo oscuro baja y lo amarillo es blando.” No se da cuenta que es como un globo proverbial que uno aprieta y el aire se va al otro lado. Lo mismo pasa con las cañerías. Lo que baja en un lugar sube en el otro.
Nos dimos cuenta que no podíamos alojar más gente en nuestra casa de los hombres. ¡Era un espanto!
Mientras tanto teníamos que hacer algo con nuestros cincuenta huéspedes. La teoría de Doc no sostenía el agua y mucho menos el po po.
Inmediatamente empezamos a buscar lugares a donde llevar a los hombres para que los albergaran por varios días mientras Crown arreglaba las cañerías.
Al primer lugar que acudimos fué a la Misión de Puertas Abiertas. Conocemos a Steve Bolton y pensamos que nos ayudaría. Aceptaron a doce de nuestros alojados con un tanto de desconfianza. Habíamos llamado de antemano y nos dijeron que aceptarían a doce hombres porque ellos nos conocían y también porque sabían que era sólo por unos pocos días porque, seguramente, Crown ya habría arreglado todo para entonces.
Fuimos enseguida al Ejército de Salvación con doce huéspedes. Sabemos que es un buen lugar. Les llamamos antes y nos dijeron: “Vénganse todos.”
Llegamos con los doce hombres y tan pronto se cerró la puerta detrás de nosotros, tres hombres más grandes que Alaju-won (un jugador de los Houston Rockets) gritaron: “¡Arriba contra la pared, arriba contra la pared!” y “¡Quiténse los sombreros!” Hasta nosotros queríamos tirarnos al suelo, a pesar de que hemos hecho este trabajo por muchos años y no nos asustamos tan facilmente. Nunca hemos visto hombres tan asustados. Pensamos que nadie se quedaría pero, afortunadamente, tenían confianza en nosotros y se quedaron. En realidad no había otro lugar a donde ir.
Les explicamos que el Ejército de Salvación trata con algunas personas malas de la calle en Houston, y es por ello que tienen que ser rígidos. Les recordamos que algunos hombres que no obtienen lo que quieren de la Casa Juan Diego, nos dicen que van a regresar para matarnos. Así que hay hombres rudos por todos lados.
Los nuevos inmigrantes de habla española tienen mucho miedo de los afro-americanos que hablan inglés. En realidad hay muchos afro-americanos que hablan español. Son de Honduras, Nicaragua, la República Dominicana o Colombia. Ellos también comparten ese temor. Esperáramos que un día todos lleguen a entenderse los unos a los otros. Todos son pobres.
Le dimos al Ejército de Salvación un cheque por $252.00 dólares para que albergaran a los hombres por tres días, el tiempo que necesitaba Crown para arreglar las cañerías.
Como todavía teníamos más hombres que acomodar, nos ofrecimos a ayudarlos con el transporte a aquéllos que tuviesen familiares o amigos en otras ciudades. Cuando nos encontramos todos en la estación del autobús, toda la gente desamparada se reunió allí junto a nosotros y se formó un grupo tan grande que los asistentes del cherife vinieron y
querían detenernos por crear un motín.
Pudimos poner, más o menos doce personas en el autobús, y nos regresamos al lugar donde el Doc de Crown describía como: “Lo oscuro baja y lo amarillo es blando” para atender a los que quedaban.
¿Qué hacer con el resto? Pensamos en un motel barato, pero cuando nos estábamos dirigiendo al motel un grupo de hombres estaba regresando de la Misión de Puertas Abiertas. “Esos hombres nos van a matar,” dijeron. Era ya muy tarde para explicarles que la Misión tiene que tratar con algunos de los hombres más violentos de las calles de Houston y por eso tienen que ser estrictos. Les recordamos de algunos de los hombres rudos de la Casa Juan Diego que se emborrachan y que quieren golpear a todos.
El motel nos aceptó a nosotros y a nuestro dinero. Fué una negociación muy divertida, en inglés, en español y vietnamés. Pusimos cuatro hombres en cada cuarto y les dejamos cobijas extras y comida para varios días ya que sabíamos que Crown arreglaría todo en varios dias. ¡Fué más barato que el Ejército de Salvación!.
Regresamos a la Casa Juan Diego a ver como iban las cosas en la casa de los hombres. Nos portamos como San Pedro de Alcántara que durante años no levantaba la cabeza para poder concentrarse mejor. Nosotros no levantamos la vista porque no queríamos ver a otros hombres sin casa porque ya no los podríamos ayudar. No podíamos darles la cara.
Mientras tanto Crown trajo una de esas máquinas grandes qué (pensamos) podría abrir cualquier tubo. No lo hizo. Llamaron al supervisor que dijo que el lunes enviaría un grupo que lo arreglaría todo.
El lunes mandaron otro grupo con el mismo aparato para abrir el caño. ¡No resultó!
Después de varios días de llamarlos y molestarlos, Crown mandó un grupo para escarbar. El personal cambia y el idioma cambia cuando se trata de escarbar “po po profundo,” ahora todos hablan español. Esto ha sucedido antes y nosotros esperamos usar nuestro español. Probablemente que Crown estaba conciente de que nuestra casa es de habla española.
La primera cosa que tuvimos que hacer fué escribir un cheque de más de novecientos dólares a Crown antes de que una pala tocara el suelo (nosotros hemos pagado una fortuna a Crown por todas nuestras casas, pero eso parecía no tener ninguna importancia).
Malas Noticias
Después de escarbar por un rato, Crown nos anunció que tenía malas noticias. Nos dijeron que la tubería de la ciudad que se conectaba con la nuestra estaba quebrada y que la ciudad tendría que arreglar esto primero.
Después de algún tiempo vino el equipo de la ciudad. Pero ellos dijeron que era la culpa de Crown.
El siguiente día Crown mandó otro grupo a investigar, solo para decirnos que era la culpa de la ciudad.
Mandaron otro grupo para investigar y decir que era la culpa de Crown. Después de días de culparse el uno al otro y nuestras llamadas diarias, uno de los hombres de la ciudad nos dijo que el “supervisor de todos los supervisores” iba a venir al día siguiente. El vino y dijo que Crown tenía que arreglarla.
Lo hicieron. Los tres o cuatro días se volvieron catorce. Finalmente podíamos dejar de mirar hacia abajo y de nuevo recibir a nuestros huéspedes.
Voto de Hospitalidad
Escribimos esto para compartir nuestras frustraciones acerca de la hospitalidad y el porque nuestros fondos para destituidos no van siempre diréctamente hacia la hospitalidad. Es así como se puede entender que alguien nos ha sugerido que necesitamos un voto de hospitalidad para continuar con este trabajo como el voto de no-violencia de Eileen Egan.
Recientemente alguien nos mencionó que ya habían pasado por la fase de la hospitalidad, queriendo decir que ellos ya no hacen hospitalidad, sino que han pasado a una fase más profunda, tal como “cambiando de estructura.”
La hospitalidad es la cosa más dificil que nosotros hacemos. Siempre alguien está enfermo o enojado o borracho. Los bebés nacen cada hora. La gente tiene que encontrar un lugar a donde cambiarse. Los inmigrantes llaman a la Parroquia San José para decirles que nosotros no somos bastante buenos cuando rehusamos darles algo que no podemos ofrecerles.
O después de recibir una cama, comida, ropa, medicina, cuidado dental y médico y transporte a donde ellos quieren ir, llegan con unas cuantas latas oxidadas de comida de alguna iglesia y nos preguntan porque nosotros no podemos ser tan buenos como ellos.
Y así sigue, y sigue, y sigue, y sigue, y sigue, y sigue….
Es cierto, “si no aguantamos el calor debemos salir de la cocina.” Pero, afortunadamente, el calor del amor de Dios y el de los inmigrantes pueden desvanecer cualquier dolor, aún el calor de la cocina del Infierno.
Las palabras de nuestra fe nos incitan a dar un sentido a nuestro trabajo y hospitalidad. “Dejen que el amor de hermandad viva en ustedes y no se olviden de acoger extranjeros, porque es así que algunos han acogido ángeles sin darse cuenta.” Sabemos que la señal clásica de nuestra aceptación del misterio de Dios es acoger y hacer un lugar para el extranjero.
Recen por nosotros para que podamos continuar a acoger al extranjero y a los ángeles, al menos cuando trabajen las cañerias.
M.L.Z., L.Y.Z
Trabajador Católico de Houston, Vol. XVII, No. 3, mayo-junio1997.