Si el Senado de la facultad de la Universidad de Notre Dame votara hoy, votaría en contra de Dorothy Day y su teología. Se espera que no anulen postumamente la medalla otorgada a Dorothy.
Los Trabajadores Católicos están muy indignados de que los teólogos liberales cuestionen a una de las más grandes mujeres de los Estados Unidos y traten de marginar su idea porque demanda mucha dedicación a Jesús, al Cuerpo de Cristo y a los pobres. Los teólogos, que se presentan como el epítome de tolerancia, son aparentemente totalmente intolerantes cuando se trata de Dorothy Day, del Trabajador Católico y su movimiento. ¿Están estos teólogos burgueses, que se oponen a la teología católica de vivir en realidad el Evangelio?
Recientemente, a través de la dirección del Padre Richard McBrien del departamento de teología, el senado trató de rechazar al Padre Michael J. Baxter, un prominente teólogo Trabajador Católico, actualmente profesor en Notre Dame. Padre Baxter es un sacerdote de la orden religioso de la Santa Cruz, como lo es el presidente de la universidad, Padre Edward Malloy. Parte del problema es el título del curso del Padre Baxter, “Morir por la Fe,” lo que puede perturbar a algunos teólogos que saben como hacer compromisos para evitar el martirio.
El Padre Baxter no es solamente un teólogo Trabajador Católico, sino también ha empezado una casa de hospitalidad del Trabajador Católico en Phoenix.
Esperamos que este conflicto traiga a Notre Dame una más profunda teología y más profundos teólogos y se evite el desastre que ocurrió en muchas universidades religiosas como Harvard, Yale, Princeton y otras. Estas escuelas no solamente han abandonado verdades religiosas, sino que muchos de sus profesores están al frente de minar la religión. Existe realmente un peligro que Notre Dame se convierta en el Harvard del Oeste.
Las siguientes son selecciones de la teología del Trabajador Católico escritas por el Padre Baxter. Estas están tomadas de artículos que han aparecido en varias publicaciones teológicas y legales.
Contra los Americanistas: Sobre los errores de éticas católicas en los Estados Unidos
Debemos desafiar la “Tradición Americanista (o sea estaoudinense)” de teorizar éticas que han dominado el pensamiento ético del siglo veinte en los Estados Unidos. Presentaré aquí la posibilidad de generar una teologicamente más exigente “contra-tradición,” una que dependa, no en teorías sociales seculares para formar su ética, sino que dependa de la teoría social escrita en las creencias y prácticas de la Iglesia.
La suposición central de la “tradición Americana” es que la obligación principal de las éticas católicas es proveer una ética para los Estados Unidos de América. Virtualmente cada prominente eticista católico en los Estdos Unidos trabaja bajo la suposición de que la relación entre el catolicismo y los Estados Unidos debe, de alguna manera, teorizarse para demostrar, usualmente con la ayuda de alguna variante de teoría liberal democrática, una armonía básica o, de un punto de vista más puro, una “tensión creativa” entre los dos. Raramente se ve como tal teorización sirve en realidad para mantener discusión ética católica bajo la dominante inclinación de la ideología nacionalista y capitalista,
dejando así los teoristas católicos incapaces de formar una crítica del orden cultural y social de los Estados Unidos.
Se debe notar que no solamente los dominantes paradigmas teoréticos Americanistas han formado éticas católicas en esta tradición, sino que arreglos institucionales han producido y reenforzado estos paradigmas. Algunos de estos incluyen la adaptación de cursos en universidades católicas, cursos modelos seglares con propósitos de acreditación, un nuevo acercamiento a los escritos de historia que excluye creencias religiosas y prácticas de cualquier estatuto explicativo, la creación de numerosas asociaciones profesionales católicas y, la institucionalización del Concilio de Guerra Nacional Catolico en l917, el cual se desarrolló en la primera organización establecida, a nivel nacional, de la jerarquía católica en los Estados Unidos. Esta constelación de instituciones apoyadas por la Iglesia se creían una plataforma desde la cual intelectuales líderes católicos podrían
ofrecer un programa y visión para transformar Estados Unidos. Yo diría que estas instituciones eran medios por los cuales los intelectuales católicos, sin darse cuenta, se transformaron ellos mismos en Americanistas.
Virtualmente todos los eticistas contemporáneos católicos proclaman el manto de John Courtney Murray, quién unió una nueva comprensión Escolástica de ley natural a una epistomología realista de sentido común escosés para poder ofrecer una teoría política sin información de categorías teológicas. El resultado del proyecto de Murray fué disminuir la importancia de la Iglesia como una fuerza institucional formando directamente el carácter de la época reemplazando así las normas, tradicionales católicas en teoría política (las cuales con razón Murray debatió) con otra norma: Los Estados Unidos de América.
Los conservadores y liberales del mismo modo han sido capturados por el armazón historiográfico y teorías paradigmas Americanistas. El resultado ha sido un constante ajuste del discurso ético y católico al de Estados Unidos, así como los debates entre liberales y conservadores eticistas católicos de la época después del Concilio han llegado a reflejar largamente los debates de la cultura política estaoudinense. En efecto, la tradición Americanista ha llegado gradualmente a desincorporar las éticas católicas de la narrativa eclesiasticamente cimentada y ha inscrito ésto dentro una narrativa que celebra el “imperium” llamado Los Estados Unidos de América.
Mientras que la tradición Americanista ha dominado las éticas católicas en los Estados Unidos, otros teoristas, como Virgel Michel y Paul Hanley Furfey, encontraron recursos en la tradición católica para llevar la teología en una dirección definitivamente diferente.
Virgil Michael trabajó dentro de un ambiente monástico, lo cual le proporcionó una comprensión muy clara del potencial de la liturgia y la eucaristía como recursos en la formación de las éticas católicas. Su visión organicista y distribuitista iban en contra de la presunción de la teoría política liberal-democrática. Paul Hanley Furfey rechazó la dominante neo-escolástica división entre lo natural y lo sobrenatural, debatiendo que esto asegura una regla ética mínima basada en la ley natural e ignorando la importancia ética de los evangelios y las vidas de los santos. Los pensamientos neo-escolásticos de un lado, poseen una norma usada por aquellos que ven la sociedad principalmente del punto de vista de un conocimiento natural y que, en la práctica muestran sólo una obediencia mínima a la moralidad cristiana. Por otra parte, hay una norma más radical de aquéllos que tratan de realizar el ideal. Estos ven la sociedad no tanto dentro la luz de la razón sino a la luz de la
eternidad.
Furfey desdeña el primer tipo como minimalista y egocéntrico mientras que al segundo tipo lo aplaude porque representa el verdadero pensamiento de la Iglesia. Representa el precepto y ejemplo de Nuestro Divino Señor y de los santos. De acuerdo con esto Furfey presenta una
visión social que es firmemente teológica cimentada en una comprensión trinitaria de caridad como “participación en la inmanente vida de Dios” y en la doctrina del “Cuerpo Místico de Cristo,” publicando lo que él llamó sociología sobrenatural.
La importancia de estos pensadores, como Michel y Furfey es que ellos representan un instinto dentro del catolicismo que se opone a teologías confinadas de una esfera llamada “el sobrenatural” y luego separando esta del “natural,” “del social” o “lo económico.” Esta teoría social ha sido incorporada en el Movimiento del Trabajador Católico.
El Trabajador Católico
Colocándose concientemente al márgen de la cultura capitalista en E.E.U.U., junto a los pobres, el Trabajador Católico se presenta como una comunidad de resistencia a las ideologías que afirman la hegemonia capitalista en E.E.U.U. Además, la sociología “sobrenatural” del Trabajador Católico ha permitido servir como un lugar de alternativa institucional desde el cual se produjo una contra-tradición de las éticas católicas, una fundación, no en la teoría política liberal, sino una proclamación acerca del significado ético de la Trinidad, la liturgia, la vida de los santos, las obras de caridad, la divina providencia y el poder del Espíritu Santo en la historia. Con ésto el movimiento Trabajador Católico da un buen ejemplo de las posibilidades de la Iglesia de producir y de reproducir, en toda época, una crítica externa del órden cultural y político en el que se encuentra.
Naturaleza y gracia
La “sociología sobrenatural” de Furfey debería verse como parte de la rebelión en la teología católica de la mitad del siglo veinte en contra del neo-escolasticismo y así su pensamiento puede ser utilmente contrastado con el de Murray. Mientras Murray empieza con un paradigma teorético en el cual nuestro fin final podría ser excluído de alguna esfera de la actividad humana (e.j. política), Furfey afirma que la presentación de cualquier significante actividad humana sin ser ordenada a nuestro fin sobrenatural es fundamentalmente deficiente. Con esto Furfey rechaza la tentativa de Murray de establecer discursos políticos sobre “naturaleza” sin referirse a lo sobrenatural. Murray cree que esta fué la única manera de producir una teoría política para una sociedad pluralista, pero Furfey desafía una política formada de las exigencias del pluralismo moderno. Su punto sobresaliente es que las
principales instituciones de la sociedad capitalista moderna han sido capturadas por “el mundo” (comprendido teológicamente) y que los cristianos están viviendo en una edad corrupta, una edad espantosamente opuesta a nuestros principios. El favorece “la obligación de dar testimonio” y de lo que él llama la “técnica de no-participación, “estrategias designadas para poner en cuestión el órden social existente y para generar con esto una alternativa cristiana.
Cuando los términos de la historia del catolicismo en los Estados Unidos son traducidos según lo que David O’Brien ha llamado una perspectiva católica evangélica, se ve claramente que la llamada “llegada” del catolicismo en los Estados Unidos se debe ver no tanto como un éxito sino como un fracaso, puesto que la entrada del catolicismo en los Estados Unidos ha sido una ocasión de acomodo a los elementos no cristianos del órden político y cultural en existencia. El verdadero éxito del catolicismo en los Estados Unidos se debería explicar exponiendo lo que Furfey, Virgil Michel, y otros percibieron como un movimiento de “acción personalista,” proyectos dedicados a promover la integración racial, cooperativas de trabajadores, reforma agraria etc. Tales movimientos y comunidades son resultados de la sociedad sobrenatural de la historia de la Trinidad, efectos del Cuerpo Místico de Cristo.
Es así como se debe interpretar al Trabajador Católico, como un efecto histórico del Cuerpo Místico de Cristo, como una obra de la Divina Providencia. Como tal su historia va en contra la norma del catolicismo de los Estados Unidos.
Cuando los católicos dieron su apoyo incondicional a Franco durante la Guerra Civil Española, el Trabajador Católico se declaró neutral. Cuando los prelados católicos ofrecieron su apoyo a Roosevelt para que los Estados Unidos participara en la Segunda Guerra Mundial, el Trabajador reiteró su pacifismo y patrocinó un campo de trabajo para los católicos que se oponían a la guerra por escrúpulos de conciencia.
Cuando la mayoría de los católicos en la época de la posguerra se estaban enriqueciendo, el Trabajador Católico estaba abriendo más casas de hospitalidad en los barrios pobres, en busca de lo que Dorothy Day (citando a Baudelaire) llamaba “el camino hacia abajo de la salvación.”
Y cuando los católicos, en los años sesenta y setenta, estaban celebrando un “nuevo catolicismo,” Dorothy Day señalaba los males de la revolución sexual y lamentaba la manera descuidada de los “sacerdotes en camisa deportiva.”
Lo que ha sostenido al Trabajador en llevar a cabo esta contra-historia ha sido su enfoque en el “fin final.”
Fué este enfoque en el término final que permitió al Trabajador Católico encontrar a Cristo en los pobres y los marginados, a ver que la gran depresión de los treinta en algún sentido, nunca había terminado porque uno en cada cinco en E.E.U.U. vivía en un nivel económico constantemente deprimido, y a familiarizarse con el “otro Estados Unidos” (de la que los historiadores Americanistas nunca escriben bastante) y a negarse a reconciliarse con estas injusticias.
Trabajador Católico de Houston, Vol. XVII, No. 3, may-junio 1997.