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Nuevo Colonialismo Impacta a los Estados Unidos

Para celebrar el Día Internacional de los Derechos Humanos, Marcos y Luisa Zwick, editores del Trabajador Católico en Houston, estuvieron entre los homenajeados por su trabajo estableciendo casas de hospitalidad del Trabajador Católico, para inmigrantes y refugiados, en los Estados Unidos, México y Guatemala. Se les pidió que hablaran en el programa; el texto de su plática sigue:

Nos sentimos muy honrados de estar aquí para celebrar el Día Internacional de los Derechos Humanos.

Nosotros no recibimos muchos honores o premios. La semana pasada en una reunión en una iglesia alguien sugirió que la iglesia debería organizarse apoyando a la Casa Juan Diego. Una persona del grupo objetó, “¿No se dan cuenta que ellos podán estar ayudando a forasteros ilegales?”

Sin embargo, con Elie Wiesel decimos, “Ustedes que son llamados forasteros ilegales deben saber que ningún ser humano puede ser ilegal.  Esto es una contradicción de términos. Los seres humanos pueden ser hermosos ó más hermosos, pueden tener razón ó estar equivocados, pero ¿ilegal?. ¿Cómo puede un ser humano ser ilegal?”

Existen muchas declaraciones muy precisas en nuestra literatura religiosa acerca de los derechos humanos. Las Escrituras Hebreas manifiestan claramente que el inmigrante, el viajero, el forastero debe ser tratado con el más grande respeto, con gran dignidad. El Nuevo Testamento es muy claro acerca de lo que debe ser nuestra actitud hacia los inmigrantes.

Muchos solan decir que la religión era el opio del pueblo, pero resulta que necesitamos de ese opio del pueblo más que nunca. Los únicos oponentes a la ley anti-inmigrante fueron los grupos católicos y los Obispos Calólicos.

Lamentablemente ya no es la religión el opio del pueblo en los Estados Unidos. El opio del pueblo es el individualismo y el consumismo, un estilo de vida de la clase media burguesa que consume la mayoría de los recursos e insensibiliza la consciencia hacia los que sufren en el Tercer Mundo. Es casi falta de patriotismo no consumir.

La revista Cuaquera nos dice que en la proporción que la gente de la India consume la energía electrica, diez billones de entre ellos podrían vivir en los Estados Unidos. Diez billones es más diez veces la población actual de la India.

Algunos piensan que estamos haciendo un favor a los paises del Tercer Mundo al establecer maquiladoras en esos paises porque proporcionan trabajos y más consumidores. Pero salarios de esclavitud y destrucción del ambiente no son favores.

El Primer Mundo (Estados Unidos, Europa, Japón, Korea), en sus esfuerzos de expansión económica han llenado la faz de la tierra con talleres de sudor tan malos como los descritos en las obras de Charles Dickens. Necesitamos un nuevo Dickens para nuestro tiempo.

El Primer Mundo ha establecido una economía global, un nuevo colonialismo, robando a la gente de su dignidad, al igual que arruinando su ambiente. Esta nuevo colonialismo ha producido conquistadores que hacen aparecer a los antiguos como monaguillos.

Imagínense que el trabajador que hizo la camisa que usted compra en la tienda GAP por $25.00 recibió $.16 por hacerla en El Salvador.

Por años nosotros pensábamos que $.37 centavos por hora eran bastante malo en Honduras, pero hemos encontrado peores condiciones en Haití, la República Dominicana y Chiapas. Una tercera parte de las mujeres trabajadores en Brazil han sido esterilizadas para no interferir con la producción al tener hijos.

Una gran parte de este nuevo colonialismo ha sido la causa de la inmigración. La gente no puede vivir con sueldos de esclavos y se ven forzados a inmigrar.

Los nuevos colonialistas son astutos y han sido responsables por lo que es llamado “enverdecimiento del odio,” en el cual las fuerzas anti-inmigrantes, usando argumentos del crecimiento de la población en los Estados Unidos, están urgiendo a los defensores del ambiente que apoyen una moratoria de inmigración (Derechos de Inmigrantes, Network News). Nosotros creemos que tales falsas inculpaciones distraen la atención de las verdaderas causas del decaimiento ambiental y divide a los inmigrantes y ambientalistas cuando la protección de derechos ambientales y humanos están en peligro.

Mucha gente alrededor del mundo son forzados a emigrar cuando el ambiente del cual dependen es expropiado o destruído por las corporaciones transnacionales. Existe una conección entre las protecciones ambientales y de derechos humanos. Además, la declaración de que los Estados Unidos no es responsable por los inmigrantes de otros paises niega el impacto de la política exterior de los Estados Unidos en echar a la gente de sus hogares y del desplazamiento de la gente debido a las actividades de las corporaciones de E.E.U.U.

Necesitamos una proposición más completa al problema de la inmigración, algo que vaya a las raices de la causa de la inmigración global, como una injusta política de desarrollo y un comercio destructivo, al mismo tiempo que se pone enfasis en la protección del inmigrante basada en reglas coherentes de los derechos internacionales.

Al enfrentar este crecimiento del odio nace una particular necesidad de exponer la estructura de la bomba de la población a través del lente de la justicia ambiental. Los defensores de la población fijan la atención en los números de personas sin referirse a quién está haciendo qué a quién, omitiendo de separar el impacto divergente de ricos y pobres Ä ignorando las fuerzas politico-económicas que compelen la degradación ambiental y la inmigración.

Campañas negativas como esta han tenido un impacto. Una reciente legislación ha tenido una gran implicación para los refugiados inmigrantes, tanto legales como indocumentados. En la Casa Juan Diego hemos estado recibiendo llamadas en las últimas semanas lo cual deja claro el impacto desvastador en las familias. Este año la Fundación Legal de la Costa del Golfo (que presta ayuda a los pobres con todos los asuntos legales) no podrá ya más ayudar a los indocumentados. Anteriormente ellos podían ayudar a aquellos cuyos hijos eran ciudadanos, pero las condiciones para sus fondos federales ya no lo permiten. La mayoría de los otros grupos en Houston que asistían a las mujeres maltratadas, por ejemplo, con divorcios, ya no están ayudando a las mujeres indocumentadas. Y así las mujeres maltratadas en Houston, la mayoría de las cuales están casadas con ciudadanos o con hombres legalizados, no tendrán recurso en obtener un divorcio o custodia de sus hijos.

Ayer recibimos una llamada de San Antonio, Texas, de una trabajadora social del barrio. Ella había tratado desesperadamente de encontrar ayuda para una mujer de El Salvador con tres niños pequeños. Todas las puertas estaban cerradas para ella. El albergue de la ciudad le había dado un tiempo limitado. El Ejercito de Salvación no aceptaba a mujeres indocumentadas. Los departmentos de gobierno no aceptaban su solicitud. Ella era una inmigrante. Nadie la ayudaría. La recomendación de otras trabajadoras sociales era que entregara sus hijos a la agencia de Servicios de Protección a la Infancia (obviamente ella era una madre inepta porque no tenía casa donde vivir), y luego entregarla a Inmigración para que sea deportada. En lugar de eso ella vino a la Casa Juan Diego.

Al mismo tiempo, muchos grupos ecuménicos de servicios sociales, apoyados por las parroquias católicas, en sus constituciones excluyen todas las familias o personas indocumentadas. Es imposible imaginar una correlación entre esto y el Evangelio.

El Hospital del Condado de Harris, por muchos años atendió a las necesidades de los pobres sin excluir a los indocumentados. Pero ahora, para seleccionarlos, están comenzando a hacer preguntas destinadas a excluir a los indocumentados. La presión de los políticos del distrito es muy grande contra inmigrantes.

¿Qué le ha pasado a nuestro sentido del bien común? ¿Cómo podemos tratar de esta manera a los recién llegados? ¿Qué le ha pasado a nuestro entendimiento de que cada persona está creada a la imagen y semejanza de Dios y tiene una dignidad única?

Lamentablemente, el movimiento de los derechos en los Estados Unidos, que comenzaron bien, se ha vuelto nercisista, enfatizando su propio grupo en lugar del bien común.

Algunos de los nuevos movimientos y filosofías rechazan las viejas verdades como el bien común, insisten en que no existe otra verdad excepto la de ellos.

Pero el Segundo Concilio Vaticano y las dos últimas encíclicas del Papa Juan Pablo II nos han dicho que si existe la verdad. Que si existen pecados muy graves. Estos tres documentos señalan que entre los pecados más graves, a nivel del homicidio, aborto, genocidio, eutanasia, mutilación, tortura, esclavitud, prostitución, deportación junto con el tráfico de mujeres y niños, condiciones de trabajo degradantes en los que se trata a los trabajadores como simples instrumentos de lucro.  Según estos documentos, todo esto es una ignominia y hace más daño a los que lo practican que a sus víctimas.

¿Cómo podemos responder a esta crisis? ¿Cómo podemos construir una civilización de amor que incluya a todos? No existen fondos federales.  Mientras con certeza necesitamos grupos defensores y trabajo legislativo, estos resultados están muy lejos de alcanzarse. Lo que más
necesitamos en este momento son servicios alternativos–servicios legales alternativos. servicios médicos, servicios sociales que no negarán un pedazo de pan a una familia inmigrante. Necesitamos ayudar a aquellos que están más necesitados. Necesitamos desarrollar nuevas estructuras para ayudar a la gente a sobrevivir. ¿Serán ustedes los que
enfrentarán este reto?

El Trabajador Católico de Houston, Vol. XVII, No. 2, marzo-abril 1997