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Un día muy ocupado en Casa Juan Diego

Padre Edwin Correa, que cumple su promesa que hizo cuando era un seminarista voluntario en Casa Juan Diego, de regresar a celebrar la liturgia para los refugiados cada mes, trajo a una pareja con un bebe de cuatro días de nacido y un niño de dos años que estaban viviendo en la calle.

Con Padre Edwin, no se necesitan preguntas.

Matrimonio de presbiteriano metodista y amigos (quakeros)

Rev. Neil Seymour, un ministro metodista, dijo que él sería nuestro nuevo asistente dental, después de leer la noticia en la última edición del periódico.

Nuestro dentista, George Smith, es un presbiteriano, cuyo padre es un ministro. Ellos trabajarán juntos todos los viernes.

Una de nuestras doctoras de medicina de larga estancia, Marsha Holleman, ha sido un firme sostén de Casa Juan Diego por diez años. Marsha pertenece a la Sociedad de Amigos y ha sido importante a nuestra existencia, puesto que tenemos tantas madres y niños frecuentemente enfermos. Ella verá hoy a una docena de pacientes que son huéspedes en Casa Juan Diego.

La. Dra. Karen Cottingham continúa recetando a los más pobres de los pobres cada lunes por la noche.

Hermana Marianna Woods y la policía

Marianna Woods, O.P., llamó para referir a una mujer maltratada. Ella
trabaja en la Clínica del Sudoeste de la ciudad de Houston, manejada por las Hermanas de la Caridad y nos llama frecuentemente.

La Unidad de Violencia Doméstica del Departamento de Policía de Houston refirió a dos mujeres y sus hijos. Las dos mujeres estaban destrozadas de nervios causado por años de abuso físico y emocional.

¡El teléfono! ¡El teléfono!

Frecuentemente el teléfono de Casa Juan Diego suena constantemente. En medio de las necesidades de tanta gente, a veces es un verdadero reto contestar el teléfono una vez más.

Las trabajadoras sociales del Hospital Ben Taub nos llamaron hoy para pedirnos que pagásemos un boleto de regreso a Centroamérica para una mujer embarazada que estaba enferma.

Varias parroquias llaman para pedirnos que demos albergue a gente desamparada a sus puertas–San Benedicto, San Miguel, San Juan Vianney, Asunción, Sta. Cecilia….

Una organización cristiana que regala comida a los pobres nos llamó para pedirnos que ayudásemos a tres familias con comida. Ellos tenían dificultad en ayudarles porque las familias no hablaban inglés y la dispensa no podía obtener suficiente información.

Una clínica de salud de la ciudad nos llamó para preguntar si podíamos aceptar a una mujer que estaba prisionera por su esposo, si ella se podía escapar.

Llevamos a una mujer maltratada a que le quitaran los puntos de la cabeza, donde su esposo le había pegado con un abanico.

Un hospital nos llamó para preguntar si podíamos aceptar a un joven que había perdido ambas piernas en un accidente de tren en su jornada. Como sus heridas aun no habían sanado, pagamos a una casa de asistencia y cuidado para su cuidado por un mes antes de venir a Casa Juan Diego.

El Hospital Sharpstown llamó para decirnos que María había tenido su bebito. Lo llamó Diego, por Juan Diego.

Recibimos una llamada de otra parte de Texas pidiéndonos que aceptásemos a una mujer de habla hispana que había sido golpeada.

Un representante de una coalición cristiana de parroquias e iglesias nos llamó para pedirnos que atendiéramos a unos inmigrantes. Ellos dijeron que sus reglamentos no les permitían trabajar con personas que no pudieran probar que eran legales. Nuestra constitución (San Mateo 25:31ff) si permite esto.

Procesión

Personas de muchas parroquias y congregaciones pasan aquí cada quince minutos y a veces cada cinco minutos cargados con ropa, comida y muebles para los pobres de Casa Juan Diego (necesitamos especialmente pantalones de hombre).

Aunque personas de varios grupos religiosos apoyan la casa, la mayoría del apoyo viene de individuos católicos y, segundamente, parroquias y congregaciones religiosas.

Pies grandes y camas

También llegan a Casa Juan Diego gente casi sin zapatos y con pies que aparecen pertenecer a la familia de la sandía.

La gente llega cansada, sin haber comido por días, y se queja de problemas de su estomago. Ellos lloran cuando ven toda la comida en la mesa por sus hijos y miembros de su familia que no tienen comida. Ellos se mueren de hambre, pero no pueden comer por varios días–y se enferman cuando lo hacen.

Visitantes a la casa de los hombres se escandalizan de ver a hombres durmiendo durante el día en los sofás viejos por toda la casa de hospitalidad. Perdónenos, pedimos a los visitantes, estos hombres no han visto una cama en varios meses.

Quédense en su casa, por amor de Dios

Por amor de ios, porque no se quedan ustedes en su casa, es la pregunta después de escuchar historias de los inmigrantes, de como han sido robadas de casi todas sus pertenencias en su jornada y como la mayoría de las mujeres han sido abusadas sexualmente.

¿Por qué vinieron?

¿Por qué vino Rosa?
Rosa: En mi país (Perú), si uno trabaja mucho, uno puede mantener a una persona (uno misma), pero no a otra persona. Yo tengo un hijo.

¿Por qué vino Imelda?
Imelda: Mi esposo me había golpeado por años y yo no tenía a donde recurrir.

¿Por qué vino Sara?
Sara: La stiuación económica en mi país (Guatemala) está crítica. La gente se pregunta por qué mis hijos están tan chicos–aquí en E.E.U.U. ustedes comen mucho. Nosotros comemos muy poquito.

¿Por qué vino Jesse?
Jesse: Es tan difícil vivir en El Salvador ahora, de ganar lo suficiente para sobrevivir. La tortilla (tan importante a nuestra dieta) valía $.25 de un colón y ahora cuesta un colón (dinero de El Salvador).

¿Por qué vino Linda?
Linda: Yo no quería dejar mi casa, pero no tenía otra cosa que escoger. No había absolutamente nada de trabajo. Honduras es muy pobre.

¿Por qué vino Lupe?
Lupe: Yo tenía que evitar envolverme en una patrulla civil en Guatemala. Si yo me rehusaba, me matarían. Si participaba, hubiera sido forzado por el gobierno a matar a mis amigos y vecinos. Así que huí.

¿Por qué vino Mario?
Mario: (Un joven de 14 años). Mi familia es muy pobre. Yo vine aquí a trabajar para ayudarles, pero nadie me da trabajo porque yo soy muy joven.

¿Por qué vino Julián?
Julián recibió bola negra por una agencia del gobierno de E.E.U.U. porque él estaba activo en su sindicato de trabajo. La agencia del gobierno de E.E.U.U. AID le prometió a las compañias del Primer Mundo que ellos reportarían a todos los “revoltosos” que trataran de organizar sindicatos.

¿Cual es el futuro?

Las cosas mejoran aquí para algunos inmigrantes. Aquellos que son hábiles y agresivos se incorporarán a la fuerza laboral, ya que no sólo se muere el inmigrante por trabajar, sino que contratistas también se mueren por ocuparlos. Realmente quieren trabajar. Pero para aquellos que no son muy hábiles, es difícil si no tienen familia en los Estados Unidos.

Las mujeres inmigrantes están limitadas a trabajos caseros, frecuentemente seis o siete días a la semana.

Desafortunadamente existen siempre personas listas para explotar a las mujeres para trabajar en sus cantinas y en prostitución. En Casa Juan Diego tenemos que examinar cuidadosamente aquellos que quieren mujeres para trabajar.

Los hombres deben enfrentar frecuentemente que no les paguen, y salarios bajos. Casa Juan Diego podría usar una persona que trabajase tiempo completo investigando a donde los hombres inmigrantes no son pagados justamente o a veces no se les paga nada.

Los hombres deben enfrentar el hecho de que en caso de accidente y lastimados el contratista se desaparecerá.

Jovenes inmigrantes deben enfrentar constantemente el acoso de hombres mayores de edad en grandes automobiles buscando a jovenes para que vayan con ellos. Es triste ver a un joven siendo manoseado por un brazo desde la ventana de un carro mientras el joven es acosado. El carro desparece antes de que nosotros lleguemos a preguntarles si buscan trabajadores.

La pedofilia vive y está bien. Es una lástima, en cierto sentido, que los hombres en los carros grandes no son sacerdotes católicos, porque si fueran, el diario Houston Chronicle publicaría esta información en la primera página con fotografías y todo. Así como es, no encontramos a nadie que se preocupe por la explotación sexual de estos hombres jovenes inmigrantes excepto nosotros mismos.

Así que pensamos que sería mejor para la gente que se quedase en su casa. Si solamente hubiera alguna manera para que nuestro gobierno y las industrias transnacionales que tienen fábricas en esos países garantizaran un salario para vivir por los trabajos de fabricación allí. No creemos que sea necesario pagar $14.00 por hora, como en E.E.U.U., pero la gente debe de recibir más de $14.00 por semana ($.37 por hora es el promedio de salario en las fábricas maquiladoras del Primer Mundo en Centroamérica.) Si solamente pagaran $.70 la hora, sería una gran diferencia y la gente se quedaría en casa.

Esperanza con Tim

Tim escogió Casa Juan Diego como un lugar donde prestar horas de servicio a la comunidad para su colegio católico. Al cumplir sus horas, él nos dijo que cuando él había empezado en Casa Juan Diego, él pensaba que básicamente cada quien tenía que cuidar de sí mismo–que aquí en E.E.U.U. nosotros debíamos preocuparnos por los nuestros antes de ayudar a otra gente. Pero después de trabajar varias semanas, llegando a conocer a los huéspedes, él se dio cuenta más y más de que él era responsable por sus hermanos–que nosotros nos podemos cuidar a nosotros mismos y al mismo tiempo ayudar a aquellos con necesidades.

Trabajador Católico de Houston, Vol. XV, No. 7, noviembre 1995.