Por varios años hemos publicado en estas páginas que el salario promedio en Honduras era $.37 por hora. Esto incluía compañias (maquiladoras) pertenecientes a corporaciones transnacionales como los de Estados Unidos. Por los bajos salarios pagados por estas compañías, la gente está forzada a inmigrar a los Estados Unidos y otros países.
Estos reportes fueron reafirmados cuando las mismas noticias acerca de Centroamérica fueron publicados el 23 y 24 de agosto en ediciones del New York Times en artículos por Bob Herbert.
La siguiente vez que compre una chaqueta safari en la tienda Banana Republic, un par de pantalones de mesclilla en la tienda Gap, o una playera “Eddie Bauer,” Herbert nos recuerda, piensa un momento en las mujeres como Claudia Molina y Judith Viera, jovenes mujeres que han tenido que trabajar bajo condiciones extremamente crueles para producir mucha de esta ropa.
El último empleo de Srta. Molina fue con ropa Orion, una fábrica de Korea en Honduras. Ellos producen playeras para Gitano, un subsidiario de Fruit of the Loom. Srta. Molina fue pagada $.38 por hora en un taller de sudor que ocupa mujeres jovenes empezando a los catorce años, según el periódico Times.
El trabajo y el horario de trabajo en Orion lo llevan a uno a pensar en la Revolución Industrial en Inglaterra, los limpiadores de chimeneas, niños atados a las máquinas y padres que nunca veían a sus hijos por las largas horas de trabajo–todo material para un nuevo Charles Dickens.
Según Herbert, cuando el negocio está bueno y las ordenes grandes de las compañías de Estados Unidos llegan, “el horario cambia a 15 horas por turno: 7:30 a.m. a 10:30 p.m., y el sábado es un increíblemente largo turno de 22 1/2 horas por turno de 7:30 a.m. el sábado hasta las 6:30 a.m. el domingo.
Estos jovenes son transportados por camiones de la escuela (probablemente deshechados de E.E.U.U., pero en vez de llevar a los jovenes a la escuela los llevan a las fábricas donde hay reglas muy estrictas: se prohibe hablar, visitas al excusado están limitadas a dos por día y pedir asistencia médica no se recomienda.
Estas zonas de libre comercio han sido una bonanza para las compañias de E.E.U.U., pero el Times indica que la pérdida humana que ha causado es sin conciencia. Desde 1980 E.E.U.U. perdió medio millon de trabajos de textiles y ropas. Y los sueldos de los trabajadores de maquiladoras son tan bajos que no tienen suficiente para comer o pagar su renta (así que están forzados a enmigrar.)
Estos cientos de miles de jovenes (la mayoría mujercitas) que trabajan en las fábricas en Centroamérica y que ganan casi nada han sido una tremenda ganancia para los oficiales de las compañías que pueden ganar dos millones al año, según Herbert. Un ejemplo es Donald Fisher, el jefe ejecutivo del Imperio, Gap y Banana Republic, que se pagó a sí mismo más de $2 millones el año pasado.
Los lectores del Times reaccionaron rapidamente. Un profesor de Princeton nos pidió que imagináramos este guión: Gap pone un anuncio en la ventana de su tienda anunciando que los precios de Gap son más altos que los de la competencia porque Gap paga en las maquiladoras un humano $2.00 por hora en lugar de $.58 que se paga en El Salvador. (Anuncios recientes en los periódicos Salvadoreños atraen a los dueños de maquiladoras con salarios tan bajos como de $.38).
El Trabajador Católico de Houston piensa que esta es la manera de detener la inmigración: pagar un sueldo–aun el doble de $.58 en El Salvador o el doble de $.38 en Honduras.
Este plan sería más barato que los del Presidente Clinton y los del Congreso para detener los inmigrantes.
Nosotros creemos que las compañias como Gap, J.C. Penney, Levi Strauss, aquellos que trabajan para ellos al igual que los que compran allí y sus accionistas deben de considerar que los trabajadores en estas fábricas de ropa ganan menos de la quinta parte de la cantidad necesaria para mantener lo que se requiere para cubrir el costo de vida.
Los accionistas que son católicos, protestantes o judíos reciben bastante apoyo de su Biblia y sus iglesias para insistir que sus compañias paguen un salario de vida.
Es difícil para los editores comprender como personas que están recibiendo grandes ganancias de sus acciones en estas compañías pueden recibir la Eucaristía en buena fe. Recemos el uno por el otro.
Y si usted encuentra en su corazón el deseo de tomar alguna acción para informar a estas compañías que compran la ropa de estas fábricas que usted desea que ellos dejen de tratar mal a sus empleados y que apoyen sindicatos para sus trabajadores, escriba o llame a los siguientes:
James E. Osterreicher, CEO, J.C. Penney, 6501 Legacy Dr., Plano, Texas 75204-3698.
Donald G. Fisher, CEO, The Gap, One Harrison Street, San Francisco,
California 94105
John J. Shea, CEO, Spiegel, Inc. (ropa de Eddie Bauer), 35 Lacey Rd.,
Downers Grove, Illinois 60515.
Trabajador Católico de Houston, Vol. XV, No. 7, noviembre 1995.