Este es el tercer artículo en una serie acerca de los santos y filósofos que tuvieron influencia sobre Peter Maurin y Dorothy Day en el desarrollo del movimiento Trabajador Católico.
Nicolás Berdyaev (1874-1948) era uno de los grandes personalistas y un “profeta particular” en la vida del Trabajador Católico y su movimiento, uno que con el don de su genio exploró el significado de la vida del espíritu en el siglo veinte.
Berdyaev, un filósofo ruso exiliado por su oposición a la revolución rusa, veía el problema histórico central de su época como una ascendencia de su espíritu burgués. Para Berdyaev, la palabra “burgués” designaba no una condición social, económica, o ética, sino un estado espiritual y una dirección del alma. Según Berdyaev, el espíritu burgués en su esencia es una búsqueda de los aspectos materiales de la vida y una búsqueda sin fin por lo conveniente y lo útil. El burgués es un idólatra de este mundo. “Aunque el espíritu burgués siempre ha existido en cultura ha alcanzado su cúspide en el siglo diez y nueve.” Berdyaev vio entonces que su concupiscencia ya no estaba restringida por creencias sobrenaturales como lo estaba en el pasado, ya no están limitadas por símbolismo sagrado de una cultura más noble y tradicional. El centro de la vida, lo espiritual, se ha desterrado hacia la periferia. El triunfo del espíritu burgués llevó a Berdyaev a declarar que la historia era una historia de fracaso. Berdyaev lamentaba que la obstinación hacia el poder y afluencia había triunfado sobre la voluntad hacia santidad y genio.
Otro importante tema en las obras de Berdyaev que encontraron un eco en Peter Maurin y en el movimiento Trabajador Católico era una comprensión de la historia muy diferente al de la mayoría de los historiadores y filósofos políticos del siglo diez y nueve y veinte. La percepción de la historia de Berdyaev es más allá del tiempo. Para él, la historia no tiene nada que ver con el éxito material, con progreso o hazaña, o con buscar las idolatrías de poder, lujuria o comodidad. Berdyaev comprendía que en la Encarnación y Redención de Cristo está colocado al centro de la historia y que la persona humana, formada en la imágen y semejanza de Dios, es creado para participar con Dios en la construcción de la Nueva Creación.
Trabajador Católico De Houston, Vol. XV, No. 5, julio-agosto 1995.