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ANTI-JUDAISMO EN LOS ESCRITOS RELIGIOSOS FEMENISTAS

¿Quién entre nosotros no ha escuchado de escritores femenistas que Jesús fue único para su época en su preocupación por las mujeres, en contraste a todos los demas judíos?

¿Quién entre nosotros no ha escuchado de escritores femenistas que los hebreos, la biblia hebrea, los judíos son responsables por el patriarcado, donde las mujeres se tratan mal, una práctica que más tarde continuaban los cristianos?

¿Acaso no hemos escuchado comentar del Antiguo Testamento, inadecuado convenio, hecho con los patriarcas hebreos, el epítome del prejuicio contra las mujeres, y símbolo de legalidad y justicia como lo opuesto al amor?

¿Quién no ha escuchado que las escrituras hebreas son responsables por nuestras imágenes masculinas de Dios? No ha uno escuchado la nueva acusación de que los nombres masculinos para Dios que vienen del judaísmo aumenta la violencia contra las mujeres (Señor, Rey, etc.)?

¿No habremos escuchado todos que algunos mantienen a los judíos como responsables por la muerte de la diosa–y que el monoteísmo es una de las peores contribuciones de los judíos a la historia?

¿Existe alguien que no ha escuchado los nuevos mitos acerca del tiempo de las diosas cuando todo era ideal para las mujeres?

Tal vez no se nos ha ocurrido a la mayor parte de nosotros que estas impresiones, constantemente sugeridas, constantemente produciendo ira, contribuyen al anti-judaísmo como una religión mundial digna de respeto. Aún peor, ya sea intencionalmente o no, estas generalizaciones que proyectan fisonomías patriarcales al judaísmo contribuyen al
anti-Semitismo.

En su libro, Anti-Judaism in Religious Feminist Writings (Anti-judaísmo en escritos religiosos feministas, publicado en ingles por Scholars Press), Katherina von Kellenbach, una inmigrante alemana a los Estados Unidos, cuenta de su proceso de estudiar y comprender este problema. En su introducción von Kellenbach, una mujer luterana que estudiaba para ser ministra, recuenta un encuentro con una judía por primera vez, una compañera estudiante en el departameno de religión de la Universidad Temple. Ella encontraba incomprensible que una mujer judía quisiera estudiar para ser rabino en una religión que era “totalmente identificada como masculina, patriarcal, sexista y chauvinista,” al igual que envuelta con leyes sin sentido y
restricciones. La experiencia de llegar a conocer esta mujer judía y darse cuenta que sus estereotipos de judaísmo no eran exactos, impresionó a von Kellenbach de una profunda manera, particularmente porque ella se había confrontado con anti-Semitismo en su propia
familia–incluyendo la complicidad de un pariente suyo en las muertes de muchos judíos durante el holocausto en Alemania.

Una feminista, von Kellenbach indica que la teología cristiana a través de los siglos ha estado frecuentemente manchada por el anti-Semitismo. Aunque su estudio es de anti-judaísmo en escritos femenistas, von Kellenbach indica claramente que esta no es la única teología que tiene el problema. Como femenista, ella no quiere que su libro se use para minar la búsqueda por el respeto para las mujeres en las iglesias. Pero ella cree que debe retar a teólogos femenistas que, sabiéndolo o no, contribuyen al anti-judaísmo.

Es interesante notar que esto no es un asunto completamente nuevo. Desde 1978 empezaron a aparecer artículos en el tema de literatura femenista. Algunas téologas femenistas han tratado de responder. Pero von Kellenbach interpreta la mayoría de los cambios como cosméticos y reta a escritores femenistas a enseñar el respeto por el judaísmo como
la única manera de evitar el anti-Semitismo. El libro incluye una evaluación crítica de como el judaísmo ha sido presentado en las mayores teologías femenistas en Estados Unidos y Alemania Occidental, incluyendo los escritos de Rosemary Radford Reuther, Carol Christ, Elizabeth Moltmann-Wendel y muchas otras.

A través de cuidadosa investigación von Kellenbach demuestra que muchas de las imagenes de judaísmo tan frecuentemente objetos de desdén en los escritos religiosos femenistas no tienen una histórica o religiosa base exacta. Judaísmo continúa a ser presentado por muchos como sinónimo de patriarcado.

¿Era Jesús totalmente diferente de sus contemporaneos judíos en su actitud hacia las mujeres? Eran sus percepciones y acciones sin paralelo y sin precedente, “enigmáticas,” “¡sorprendentes!” “revolucionarias,” un “rompimiento radical,” “radicalmente escandalosas” para sus contemporaneos?” Eran sus actitudes no-judías, como frecuentemente se presenta en los escritos femenistas? Algunos escritores se atreven a decir que Jesús fue ejecutado por otros judíos porque El defendía a las mujeres.

Von Kellenbach denota que un estudio de los Evangelios mismos refutan mucho de la hipótesis del tratamiento judío de las mujeres en el primer siglo. Las narraciones del Evangelio presentan a las mujeres caminando libremente en las calles, presentes y visibles en las sinagogas y el templo, participando en conversaciones en público, visitando a otras
casas, recibiendo visitantes, y siguiendo a Jesús. Y la ira dirigida a Jesús por sus contemporaneos judíos se enfoca, no en las mujeres, sino en cosas como “no respetar el sabado, asociación con desterrados, leprosos y prostitutas, o estar sanando, resucitando y perdonando pecados.” Ella pregunta, “Podría ser que sus actitudes no eran tan
diferentes de los de sus adversarios?”

Tocante a otras costumbres, tan frecuentemente citadas como arcaicas, patriarcales y anti-mujer en el judaísmo, tales como separar a las mujeres en menstruación, no proporcionar educación igual a las mujeres, y dar gracias por no haber nacido mujer o bestia o bárbaro, von Kellenbach descubre que están presentes en la sociedad no-judío (e.g.,
griega) de manera igual durante este período histórico.

Von Kellenbach también denota que no existen documentos históricos escritos en ninguna cultura que sugieran que hubo un tiempo de diosas en que las mujeres existían en un tipo de paraíso. La evidencia más bien sugiere que en culturas donde existían diosas femeninas, a las mujeres no se les proporcionaba un mayor puesto en la sociedad–de hecho, las
diosas mismas tenían un menor papel que los dioses.

Aunque no existe ninguna referencia de la destrucción de las diosas en las escrituras hebreas, algunas femenistas culpan al “monoteísmo bíblico” por la muerte de las diosas. Según von Kellenbach, esto es muy sorprendente, puesto que en otras culturas Orientales Mediterraneas
cercanas, “mitos de asesinato, abuso y matrimonio de diosas abunda.”

Algunas femenistas disputan que “monoteísmo masculino” es peor que el politeísmo, por las imagenes de Dios como Señor, Rey, Guerrero, Creador y Padre trascendente. El judaísmo es identificado solamente con guerra y “ojo por ojo” y en contraste con el ideal de amor del Nuevo Testamento. Se llama la atención a la oposición entre guerra y paz, y “el judaísmo es identificado con lo primero.” Esta presentación hace a un lado el hecho de que la tradición judía y las Escrituras Hebreas incorporan ambos lados. Como lo presenta von Kellenbach, “Es verdad, el pueblo de Israel usa fuerza militar para obtener una tierra que se les ha prometido Yahweh. Pero la visión bíblica es una de paz y justicia, especificamente para los oprimidos.”

Y aquellos que hablan tan desdeñadamente del mononoteísmo masculino de los judíos pasan por alto las imágenes femeninas de Dios en las Escrituras Hebreas y en la tradición judía como lo interpretan los rabinos.

Como enfatiza von Kellenbach, ha existido una larga historia de problemas con el anti-judaísmo en la teología cristiana. Es desafortunado que en las teologías más nuevas han aparecido de nuevo. En el análisis de von Kellenbach estas teólogas femenistas (y todos los
teólogos) que trabajan con la idea de una alianza, o del cumplimiento de la alianza que no ha ido revocado, en lugar de un contraste inflexible entre dos alianzas, son mucho más aptos en evitar toda evidencia de anti-judaísmo en sus escrituras.

Raymond Brown, respetado escolar bíblico, escribe en la revista América del 1 de Abril, y advierte a todos los católicos que tengan cuidado de no dejar que el anti-judaísmo se insinúe en su lectura de las narraciones de la Pasión en los Evangelios. Nos recuerda también que la frase de Pablo, “los judíos que mataron a Jesús,” estaba limitada a un grupo de judíos y que Pablo mismo era judío, así como lo eran muchos de los primeros cristianos.

En su “Declaración sobre la relación de la Iglesia a religiones no cristianas,” el Concilio del Vaticano II promulgaba guías para relaciones religiosas con los judíos, anotando que el paso llevado a cabo por el Concilio “encuentra su posición histórica en circunstancias
profundamente afectadas por la memoria de la persecución y matanza de judíos que se llevaron a cabo poco antes y durante la Segunda Guerra Mundial.”

El Concilio pide a los cristianos que “se esfuerzen para adquirir un mejor entendimiento de los componentes básicos de la tradición religiosa del judaísmo,” agregando que deben esforzarse para informarse por cuales acciones especiales se definen los judíos en vista de sus propias experiencias religiosas.

El Concilio nos recuerda que el “judaísmo en el tiempo de Cristo y los Apóstoles era una realidad complicada, abrazando muchas tendencias diferentes, muchos valores espirituales, religiosos, sociales y culturales.”

El Antiguo Testamento y la tradición judía fundada sobre el no deben presentarse contra el Nuevo Testamento de tal manera que lo primero paresca ser una religión solamente de justicia, temor y legalidad, sin ningún apelación al amor a Dios o al prójimo. (cf. Deut. 6:5, Lev. 19:18, Mateo 22:34-40). El Concilio pide diálogo respetuoso y estudio
de judaísmo.

Que todos los fieles laicos y teólogos al igual, en este aniversario de cincuenta años después de los horrores de Auschwitz, nos acerquemos a las Escrituras con reverencia y respeto por nuestras raices Semitas y nuestros hermanos y hermanas judías, para poder seguir la proclamación del Papa Juan Pablo II para este aniversario, “¡Nunca mas
anti-Semitismo!”

Trabajador Católico de Houston, Vol. XV, No. 5, julio-agosto 1995.