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ACOGIENDO AL SEÑOR EN MUCHAS APARIENCIAS: 60 AÑOS DE HOSPITALIDAD

El centro del movimiento Trabajador Católico (y Cristiandad) es el carisma de hospitalidad.

Albergar a los destituídos, gente desesperada de las calles, ha sido la marca del movimiento del Trabajador Católico, desde su principio, y aún la marca de los seguidores de Jesús.

En su vigor original, durante la gran depresión, los primeros trabajadores del movimiento llenaban sus pequeñas casas de hospitalidad de destituidos, sin tomar nunca en cuenta el costo en tiempo y energía.

En el estudio de Mel Piehl del Trabajador Católico, Breaking Bread (Temple University Press, 1982), el enfatiza como los destituídos buscaban las Casas del Trabajador Católico: “Los hombres subían a los trenes de carga viajando millas a una ciudad donde hubiera una Casa de Hospitalidad,” reportaba El Trabajador Católico. “Preferían dormir en el piso del Trabajador Católico que tomar lo que los restirados de las misiones tenían que darles.” En la película documentaria “Welfare,” un indigente enfadado por la burocracia de una oficina de asistencia pública finalmente se pone de pie y anuncia que él mejor irá al Trabajador Católico.”

La hospitalidad es lo que ha distinguido a la gente del Trabajador Católico de otros activistas y movimientos. Algunos Católicos liberales apreciaban los esfuerzos de paz de Dorothy Day, pero veían con desdén el que albergara a esta gente en todos los rincones de las casas y que
compartiera su cama con prostitutas. Ellos caracterizaban su trabajo como labor de venda. Otros reconocían la determinación de estar y vivir con los pobres, viviendo así la visión y mandamientos de Jesús.

Según Piehl, “Los generosos reglamentos del Trabajador Católico hacían posible que ellos pudieran ejecutar una función única en el centro de las ciudades de América. Su disposición de acoger casi a todos los que llegaban, sin hacer preguntas, frecuentemente hacía la Casa de
Hospitalidad el último refugio para aquellos que eran rechazados en otras partes. Aunque la masiva desesperación de los treintas nunca regresó (sic), los Trabajadores continuaban recibiendo aquellos que de alguna manera caían en las quebraduras y grietas del sistema de
asistencia del gobierno de Estados Unidos.” (Piehl, p.106)

Otras veces ofrecían “una inolvidable visión del paraíso, con todo el vivir en amor y unidad. “El Trabajador proporcionaba … para muchos de nosotros una señal y muy especial experiencia de comunidad Cristiana, y de comunidad pura y simple,” recordaba un Trabajador. Para aquellos que vivían, trabajaban y escribían en ellas, las Casas de Hospitalidad eran un continuo experimento en Cristiandad Evangélica radical y la matriz perfecta para el desarrollo de un radicalismo Católico Americano.”

Hospitalidad inesperada

Recientememte, un Trabajador Católico de Casa Juan Diego estuvo en una junta con trabajadores sociales locales para determinar que hacer para cierta mujer que había sido desatendida por las agencias.

Nadie había trabajado con esta mujer por largo tiempo y ella había deteriorado de golpeada, negligencia, y mala dirección, indescriptibles abusos y andar de casa en casa.

Después de mucha discusión, un trabajador social, supervisor, preguntó, “¿Cual va a ser el plan para esta madre?”

Un Trabajador de Casa Juan Diego respondió, “Nosotros tomaremos responsabilidad por esta familia indefinidamente, hasta que se le arregle una casa del gobierno.”

La discusión siguió y de nuevo se preguntó, “¿Cual es el plan?”

De nuevo, el Trabajador Católico respondió, “Nosotros tomaremos la
responsabilidad.”

Las trabadoras sociales no podían escuchar la respuesta de Casa Juan Diego. Ellos lo ignoraron totalmente. No podían creer que alguien hiciera tal cosa como trabajar con una familia por largo tiempo y se tomaran la responsabilidad de ella.

Hoy, mas que nunca, las casas del Trabajador Católico, y las parroquias se necesitan para los muchos destituídos en nuestras calles. Hay mas destituídos ahora que durante la gran depresión cuando empezó el Trabajador Católico.

Peter Maurin (co-fundador del movimiento Trabajador Católico) predicaba (anunciaba) la necesidad de hospitalidad en la temporada y fuera de temporada. El le sugerió a todos los obispos de los Estados Unidos que cada parroquia tuviera una casa de hospitalidad.

La visión del Trabajador Católico ve la hospitalidad como el centro de los valores de sus fundadores. La hospitalidad también continúa como el centro a los Cristianos que creen en seguir a Jesús.

Embajadores de Dios

Peter Maurin habló de los destituídos como embajadores de Dios. Si este es el caso, es mejor practicar la buena diplomacia y recibir a los representantes de Dios:

Los Griegos solían decir
que las personas necesitadas
son embajadores de los
dioses.
Aunque ustedes sean llamados
vagabundos y limosneros
ustedes son, en realidad, los
embajadores de Dios.
Como embajadores de Dios
A ustedes se le debe dar
comida, ropa y albergue
por aquellos que lo pueden
dar.

La visión de las Casas de Hospitalidad del Trabajador Católico no ha sido una de hacer acto de caridad o de servicio social: Las casas del Trabajador Católico reciben personas que son, ante los ojos de Dios, y ante los ojos de los Trabajadores, completamente iguales a aquellos que les sirven, o Cristo en la apariencia de los pobres. A veces es un reto
ver al Señor en algunos de los huéspedes, pero la fe lo permite–mucha fe!

A veces nos han dicho aquí en Casa Juan Diego, “¿Les enseñan ustedes a la gente como vivir?” Aunque dialogamos y compartimos valores con nuestros huéspedes, muchas veces nos sentimos empequeñecidos por sus fortalezas, su esperanza, su resurgencia cuando enfrentan las tremendas dificultades que se les presentan. Gente que ha caminado a través de México, a veces con niños, han sido robadas, violadas, y que están tratando de hacer una vida para ellos aunque indocumentados, enfrentan obstáculos terribles. O mujeres golpeadas tratando de empezar de nuevo con sus hijos frecuentemente tienen poco apoyo. Ayudamos en toda manera que podemos, pero no pretendemos de que “podemos nosotros enseñarles como vivir.”

Posiblemente ellos nos pueden enseñar algo de como vivir.

¿”Casos” O huéspedes?

Los primeros Trabajadores Católicos (y esperamos que los presentes también), han tratado de vivir este ideal tratando a los pobres con respecto y dignidad. “Hospitalidad es derivada de la palabra en Latín que significa huésped,” dijo El Trabajador Católico y expresa una
relación entre hombres y mujeres iguales. Los huéspedes no se veían como “casos.”

Y según Mel Piehl, “Palabras derogativas como vagabundos y perdidos nunca aparecieron en El Trabajador Católico y debían de evitarse aún en conversaciones en las Casas; las palabras propias eran huésped o compañero trabajador o simplemente los hombres y las mujeres.”

En Casa Juan Diego y en El Trabajador Católico de Houston, las palabras extranjero ilegal o mojado no se usan, sino personas indocumentadas o simplemente, los hombres y las mujeres.

Primeras Casas de Hospitalidad

¿Cómo se extendió la idea de casas de hospitalidad a través de Estados Unidos, convirtiendo al Trabajador Católico como un movimiento nacional en los treintas?

Mel Piehl documenta el desarrollo de hospitalidad en la casa original de Trabajador Católico en Nueva York (la hospitalidad empezó en 1933) y también el proceso de desarrollo de casas de hospitalidad en otras ciudades. Como ejemplo de la extensión en Nueva York, al ir creciendo la casa, sigue:

“En la primavera de 1936, los Trabajadores se cambiaron a una doble residencia grande en la Calle Mott cerca de Chinatown. Dos tiendas grandes en el primer piso se convertieron en comedores, oficinas editoriales, un taller de imprenta, y cuartos para ropa. Dos pisos de
apartamentos para hombres y uno piso para mujeres fueron hogares para aproximadamente 150 Trabajadores Católicos y sus huéspedes.” (p.96)

Al continuar Piehl a describir el desarrollo de casas, la historia se desarrolla. Al continuar apareciendo historias en El Trabajador Católico sobre las experiencias en Nueva York, llegaron muchas solicitudes de Católicos en otras ciudades pidiendo información de como podían tomar parte en este esuferzo. La experiencia de Nueva York se convirtió en modelo para otras casas en otras ciudades. Los editores de la publicación formaron listas de lectores en otras areas, permitiéndoles tener contacto unos con otros.

Dorothy Day y Peter Maurin fueron invitados a hablar en muchos lugares y sus visitas frecuentemente llevaban a la formación de primeramente, grupos de Trabajador Católico, y por último, casas de hospitalidad.

Después de una plática por Day o Maurin, aquellos mas interesados empezaban a leer documentos sociales católicos (encíclicas) y a discutir las necesidades en sus comunidades. Dorothy Day insistía en este período de estudio y reflexión antes de empezar a trabajar, porque ella encontró esta manera mas efectiva en unificar un grupo y aclarar compromisos.

Después de una apelación para fondos en publicaciones católicos o iglesias, los Trabajadores obtenían una residencia o frente de almacén y abrían una casa de hospitalidad llamada en honor de un Santo.

Las casas eran independientes y cada grupo desarrollaba sus propios intereses y estilo. Pero, todas eran inspiradas por Dorothy Day y Peter Maurin y dependían de la dirección de Dorothy Day.

¡En cada ciudad, después de consultar con el grupo nuevo Dorothy Day nombraba un encargado para la casa nueva!

¿Pero, practicamente, cómo funcionaban estas casas?

¿Cómo podía uno siquiera pensar en comenzar tal esfuerzo–una Casa de Hospitalidad de Trabajador Católico? ¿Quién haría el trabajo? ¿Cómo podría sobrevivir financieramente? ¿No era muy difícil tener una casa para gente, o aún peligroso? ¿Sería solamente una casa chica tal vez la única posibilidad de tipo de casa que fuese manejable? ¿No tendría uno
que tener una cantidad grande de fondos para siquiera empezar? ¿Qué mantendría a la casa? ¿Cómo podría la gente hoy pensar en empezar una Casa de Hospitalidad del Trabajador Católico o de una parroquia?

Las Casas de Hospitalidad podrían empezar y sobrevivir financieramente, la mayoría del tiempo, aunque frecuentemente con esfuerzo, y con muchas oraciones a San José por la dedicación a la pobreza voluntaria. Totalmente dependiendo de donaciones, los Trabajadores estirando el dinero lo mas que podían.

La pobreza voluntaria todo el tiempo ha sido el compromiso del Trabajador Católico. Es una señal del compromiso al Evangelio radicál, al igual de una manera práctica para financiar el trabajo: No hay salarios, oficinas elegantes, secretarias, o gastos de decoración interior. Los Trabajadores Católicos dependen en el movimiento para sustento y usan el dinero donado para servir a los pobres. Lo que se pagaría de salarios ha financiado muchas Casas de Hospitalidad. Algunas veces los Trabajadores Católicos han tenido trabajos de tiempo medio o tiempo completo para ayudar, o como en el caso de los autores. Uno trabajaba para ayudar a criar nuestra familia hasta que estaban preparados como jovenes adultos.

Pobreza voluntaria, al contrario de pobreza involuntaria es definida como un estado de “suficiencia simple” de comida, ropa, un lugar donde vivir y otras necesidades, con nada de extras. Esto era y es claramente diferente a destitución.

Nadie escoge deliberadamente la impotencia, humillación y deprivación del destituído. Pero la elección de una vida de simplicidad y dependencia en donaciones para poder hacer el trabajo es una elección, una manera de identificarse con y estar en solaridad con los pobres.

Esta elección, sin embargo, le parece extraña a mucha gente. En realidad, la idea de pobreza voluntaria es completamente incomprensible a casi todos los Americanos contemporaneos. Nuestra sociedad está orientada hacia interés propio y competencia y posesiones, en contraste completo a los valores del movimiento del Trabajador Católico.

Dorothy habló de la necesidad de estar en un estado que ella llamaba precario, viviendo al borde de la pobreza involuntaria y requeriendo solamente las mas simples necesidades.

 

 

Comunidad y presiones del trabajo de hospitalidad

El trabajo se ha hecho de los corazones de los Trabajadores Católicos y con el compromiso al Evangelio sin pago. Muchas personas admirables, muchas personas comprometidas han vivido y profundizado su compromiso Cristiano en el movimiento del Trabajador Católico. Muchos se podrán llamar santos, graduados del Trabajador se llevaron sus valores con ellos al continuar sus varias vocaciones.

Naturalmente las demandas del gran número de gente en las casas de hospitalidad han fatigado a muchos Trabajadores Católicos. Y las presiones de “vivir sin recursos en barrios pobres afectó a muchos del grupo, especialmente aquellos miembros que habían sido atraídos por motivos románticos o sentimentales.” Como dijo Piehl, “La reducción de nuevos trabajadores fue alta, aunque una vez acostumbrados, la mayor parte de los voluntarios aprendió a lidiar con los problemas del modo de vida del Trabajador Católico.”

“Uno pronto se hizo adepto a juzgar que tanto tiempo estaría la gente con nosotros,” dijo uno. Por lo regular si venía una persona que era un poco indiferente o escéptico del trabajo, podíamos depender de que estaría con nosotros por un tiempo razonable. Pero si llegaban llenos de entusiasmo y efusivos acerca de nuestro hermoso modo de vida, era
entonces una conclusión predeterminda de que no estarían mucho tiempo.”

El ideal de trabajar juntos como una comunidad para proporcionar hospitalidad atrajo a mucha gente al Trabajador Católico en esos primeros años. Venían con grandes esperanzas y expectaciones, buscando tal vez una comunidad utópica, y frecuentemente, inevitablemente, se desilusionaban. Daniel DiDomizio, escribe en Revolution of the Heart (editado por Patrick G. Coy, publicado por la universidad Temple), comparte con nosotros las reflexiones de Dorothy Day sobre las dificultades de vivir en comunidad en Casas de Hospitalidad:

En sus escritos Dorothy expresa sus cándidas descripciones de generosos y no generosos residentes de Trabajador Católico en sus comunidades. Reflexionando en perdón, ella comentaba, “..pero era mas difícil perdonarse el uno al otro, aquellos de nosotros que trabajabamos juntos.” Ella escribió acerca de los disgustos, las tensiones que
caracterizan la vida comunitaria. “Comprometidos aún que están a la no violencia en pensamiento, palabra y obra,” ella comentaba con amable ironía, “Ellos aceptan el difícil dicho, Ama a tus enemigos, muchos de los cuales son de su propia casa.” (p.229)

Los Trabajadores Católicos venían de una gran variedad de antecedentes, atraídos al trabajo por su compromiso religioso o por su servicio a los pobres, o por su falta de burocracia, o por su compromiso al movimiento laboral, o por sus reflecciones intelectuales y su clarificación de pensamiento, o porque la persona misma necesitaba hospitalidad. De acuerdo con Piehl, “Era difícil separar los Trabajadores Católicos en categorías sociales regulares, en parte porque muchos tenían antecedentes complicados y perspectivas indefinidas. Muchos trabajadores sin trabajo y estudiantes que dejaban la escuela, por ejemplo, escondían su propias necesidades reales por la Casa de Hospitalidad bajo la atractiva apariencia de unirse a un movimiento social para ayudar a otros. El impulso de servir era genuino, uno se daba cuenta, pero también venían a que se les sirviera, aunque ellos nunca reconocían esto.” (Piehl, p.101-102)

Los Trabajadores frecuentemente vivían en viviendas amontonadas junto con los huéspedes, siempre abriendo lugar para uno mas. Y las condiciones, según Piehl, variaban de casa a casa, de moderadamente cómodas a lo atroz. Por ejemplo, en Baltimore, la Casa de Hospitalidad tenía mas de docientos, la mitad de los cuales dormía en el piso porque
nada mas había 90 camas. Ni los excusados o regaderas trabajaban; los residentes solo se podían lavar en los fregadores y no podían limpiar su ropa o bañarse. Los recursos eran limitados y cuando los fondos eran limitados, se tenía que escoger, aún así los destituídos insistían.

Dorothy dice: no hay límite

Si personas que decían que eran Trabajadores Católicos se presentaban como lo que no eran, Dorothy Day estaba allí para revisar la situación.

Mel Piehl nos dice que “cuando una o dos casas establecían restricciones para proporcionar mejores condiciones para vivir para aquellos a quienes servían, eran criticados por Dorothy Day. “La Casa de Philadelphia no está buena,” le dijo ella a otro grupo del Trabajador. “La arreglan tan bonita, pero solo hacen lugar para 25 o así y sus lineas para comidas son cortas. Algunos aún admiten que no quieren a nadie en la Casa que no pueda contribuir de alguna manera.” (p.105)

Esperaremos poder encontrar maneras de mantener viviendas saludables, aunque pobres, y al mismo tiempo, poder recibir a aquellos que necesitan de las Casas de Hospitalidad. (Plomeros voluntarios siempre son bienvenidos en las casas del Trabajador Católico).

Excelsior

Fue mientras aprovechavamos la hospitalidad de los Quakeros en la Ciudad de México, donde los autores se hospedan por unos cuantos dólares por noche en la Casa de Los Amigos cuando visitamos México para animar el movimiento allí, que estabamos leyendo el periódico Méxicano, Excelsior, un diario que siempre contiene artículos profundos sobre causas sociales (derechos humanos). Allí descubrimos que había un tremendo espíritu de hospitalidad en una comunidad religiosa en México hace algunos años.

Cierta orden religiosa tomó votos tradicionales de pobreza, castidad y obediencia, pero también tomaron el cuarto voto de hospitalidad, de estar totalmente comprometidos a los destituidos.

Así, que además de tomar el voto de pobreza en la cual todos los miembros hacen todo en el nombre del Señor y no toman dinero, y el voto de castidad, donde todo el amor va hacia otros y al Señor, o el voto de obediencia, que promueve decisiones sin egoísmo y a obedecer las circunstancias de los tiempos, tomaron un cuarto voto, uno de hospitalidad lo cual significa que estaban totalmente comprometidos a proporcionar refugio a los refugiados, peregrinos y desamparados.

Otros votos–a tiempo

El concepto de que la comunidad láica tome votos no es un concepto nuevo. Eileen Egan y Pax Christi incitaban a tomar un voto de no-violencia hace varios años. (¡Los láicos también toman votos matrimoniales!) donde aprenden mas sobre compromiso y servicio al Cuerpo de Cristo y cuerpos de uno y otro.

Nos gustaría agregar a esta tradición de paz Católica el voto de hospitalidad para Católicos y especialmente a Trabajadores Católicos y a aquellos cometidos al servicio de los pobres.

Un voto que cometería la energía de uno al servicio de los destituídos, refugiados, inmigrantes, mujeres maltratadas, madres solteras, enfermos mentales, de separarlos de la violencia que los rodea está muy a tiempo. Aún estimaciones conservativas hablan de cientos de miles de
desamparados.

Cristianos de Mateo 25

A la gente promoviendo el voto de hospitalidad también se le conoce como Cristianos de Mateo 25. Ellos toman en serio–¡aún literalmente!–lo que dice Jesús en Capítulo 25 del Evangelio según San Mateo, verso 31 y lo siguiente.

Jesús da varios mandatos en Mateo 25, pero es el tercer mandato que impacta el voto tomado cuando Jesús dice, “Yo era un extraño y tú me acogiste,” y vean las acusaciones de Mateo 25, especialmente la tercera declaracion: “Yo era un extraño y tú nunca me acogiste.”

Imagínense no acoger a Jesús. Uno debe leer el resto de Mateo 25 para darse cuenta que Jesús habla en serio a los que creen y el juicio vendrá tarde o temprano. A un sacerdote que celebraba Misa en un edificio viejo, infestado de cucarachas, que era una casa temporal del Trabajador Católico después de una quemazón, se le preguntó porque decía Misa para los pobres, ya que aún las cucarachas caminaban sobre el altar. El respondió, “Nos estamos preparando para el Día del Juicio.”

Reto de la hospitalidad

No estamos diciendo que la hospitalidad es fácil. ¡Es, por mucho, la cosa mas difícil que nosotros hacemos! ¡Es muy difícil! Sabemos porque muchos grupos no quieren hospedar a los desamparados. Los asilos de Houston están llenos. Tiene uno que estar un poco loco o ser persona de fe, o seguidor de Jesús, o una Madre Teresa para acoger extraños en su casa.

Nosotros antes criticábamos a la gente que proporcionaba casa a los necesitados y como lo hacían. Eso era antes de que nosotros proporcionaramos hospedaje para ellos. Ahora no criticamos ya a los que lo hacen.

Aunque el United Way, con sus muchos millones, no puede proporcionar suficientes lugares para los que necesitan. Es un trabajo muy difícil.

Esta es la razon porque muchas comunidades no ofrecen hospitalidad. Ellos dicen, “¡Somos Gente de Apoyo” no hacemos hospitalidad!

Los problemas son de un gran número

Los problemas de los destituídos son muchos. No solamente tienen problemas emocionales y físicos, sin mencionar los económicos, sino que muchos de ellos tienen la tendencia de apropiarse de lo que no es de ellos y que no esté atado a algo. (Richard Sackey, nuestro carpintero voluntario, perdió algunos de sus mejores herramientas. De entre 70
hombres siempre hay uno a dos ladrones–un promedio mejor que el de los asilos locales.)

A la gente se le da asilo no porque son virtuosos, o lo merecen, sino porque están destituídos.

No un asilo

Una persona comprometida a la hospitalidad es realmente diferente de un trabajador de un asilo. La hospitalidad es una manera de vida, un cometido total, no un trabajo. Tiene que ser como un voto de celibato.

En un asilo frecuentemente somos nosotros (el personal) contra ellos, opuesto a nosotros contra la destitución. Frecuentemente existe una enorme distancia y distinción entre los trabajadores y los residentes en un asilo.

Es facil entender que alguna gente diga, “Somos un grupo de apoyo. No ofrecemos hospitalidad.” (¡Pero imaginense que gran grupo de apoyo fueran si ofrecieran hospitalida–¡una relación de amor con los embajadores de Dios!)

Algunos también dicen que ellos no quieren ofrecer casa a la gente. Dicen, “No queremos ser nada mas otro asilo.” Pero tiene esto a Peter Maurin dándose de vueltas en su tumba, y ustedes le pueden oir decir:

Gente que dice
Que ellos no quieren ser
nada mas otro asilo
aún no han descubierto
que los destituídos
son embajadores de Dios.
En lugar de decir
nosotros no queremos ser
nada mas otro asilo
debemos decir:
“Bienvenidos extranjeros a
nuestro grupo–
nuestra cama es su cama
nuestro piso es su piso__
en el espíritu de Hebreos:
“No dejan de demostrar
hospitalidad a extraños
por que así algunos han
recibido angeles sin darse
cuenta.” (13:2)

Algunos de los antiguos Trabajadores tienen la respuesta a la pregunta de si estamos o no siguiendo en los pasos de Dorothy Day y Peter Maurin, ¿Cómo va su hospitalidad?

Resistencia

Lo decisivo para cada Casa del Trabajador Católico es la resistencia.

Resistencia significa rehusarse a participar en el mal–resistir activamente el mal.

Los Trabajadores Católicos creen en revolución–una revolución del corazón–en la cual son llamados a resistir los valores que no son de los Evangelios o de acuerdo con las enseñansas sociales Católicas (encíclicas).

Los Trabajadores Católicos de la América Latina están muy envueltos en el movimiento de “no-violencia” fundado por Adolfo Pérez Esquivel para resistir sin violencia la violencia en Argentina y otros paises Latino Americanos.

Pérez recibió el premio de la paz Nobel en 1970 por sus esfuerzos. Phil McManus documenta en su libro Relentless Persistence (Persistencia Implacable), (New Society Publishers), los origenes de la no-violencia.

Algunos Trabajadores Católicos resisten la maldad de la guerra y arriesgan ir a la carcel al protestar por la manufactura de armas nucleares.

Algunos Trabajadores protestan por el capitalismo que pone la avaricia y lucro como la fuerza motivadora en la economía y trata de demostrar que la publicidad y el mundo consumidor minan los básicos valores humanos.

Algunos Trabajadores protestan, usando cartulinas con sus quejas, ante los Edificios Federales para pedir al gobierno que no use fuerza solamente para resolver problemas internacionales.

Otros resisten el hambre proporcionando comidas a cientos de destituídos y gente pobre.

Uno de los movimientos ahora es la resistencia a la hospitalidad. La falta mas grande ahorita es la falta de resistir la destitución. Parece que hay una resistencia contra la Hospitalidad del Trabajador Católico. Quizá necesitemos regresar a nuestras raices.

Hospitalidad y trabajo por la justicia

Pero resistencia y hospitalidad no están opuestos o mutuamente exclusivos.

Una manera de contender con las estructuras de la sociedad es trabajar con los destituídos de la sociedad que sufren de las estructuras injustas. Trabajando en hospitalidad nos acerca a las causas y problemas de institucionalizmo y es tal la experiencia existencial de los resultados de estructuras injustas que totalmente supera el hablar acerca de ello en grupo de apoyo.

Marchar con cartulinas y protestar la violencia está bueno, lo hacemos todo el tiempo, pero actuando en hospitalidad trae la realidad de la protesta pacifica entre nos otros. ¡No podemos escapar!

Caminar (o protestar con cartulinas) entre los destituídos mientras duermen en tu piso (cuando están llenas las camas) es una manera tremenda de protestar sus valores a los destituídos, que necesitan este testimonio.

Si usted quiere que su hospitalidad sea casa de protesta real, usted puede recibir algunos de los millones de inmigrantes indocumentados y refugiados que llenan nuestras ciudades. Usted siempre se puede imaginar que la Inmigracion y el FBI y la CIA están rodeando su casa porque usted está albergando y transportando a los llamados “extranjeros ilegales”, si usted necesita jugar ese juego. Y puede ser cierto a veces. Necesitamos recordar el Exodo 22:20:22.

Debemos recordar lo que dijo el Papa cuando estuvo en San Antonio, Tejas: Debemos siempre acoger a nuestros hermanos y hermanas del Sur (América Latina).

Casa Juan Diego no da albergue a documentados o indocumentados. Proporciona hospitalidad a la gente. En ninguna parte de la Biblia encontraremos que no debemos dar hospitalidad a extranjeros.

Históricamente, para los Trabajadores, proporcionando hospitalidad, comida en las lineas para ‘caldo’ o ‘pan’ y responder a las necesidades individuales no era/es “poner una curita sobre el cancer,” sino una estrategia determinada para minar los valores Americanos al revés a los que rodean la sociedad consumidora.

Casas de Hospitalidad y la no-violencia

Las Casas de Hospitalidad también dan una oportunidad a los Trabajadores a vivir la no-violencia del Sermón del Montaña (además de los muchos otras maneras en que los Trabajadores Católicos trabajan para la no-violencia y paz).

Algunos que trabajan por la paz se preguntan si dar de comer y dar hospitalidad a los pobres eran lo bastante revolucionario en la lucha por el cambio sin violencia. Algunos han sugerido que es tan solo un vendaje.

Pero Dorothy Day y Peter Maurin creen (como lo hace Pax Christi ahora y como lo creía Gandhi) que la violencia en el corazón de cada persona era el lugar donde empezar por la paz en el mundo. Tomando el Sermón del Montaña (Mateo 5, 6, y 7) como el corazón del Evangelio para el movimiento, los Trabajadores Católicos estaban y están comprometidos al pacifismo.

Se ha escrito mas acerca del compromiso al pacifismo de la perspectiva de marchas con cartulinas o resistencia a las preparaciones contra invasiones aereas o asistir al Sindicato de Campesinos en sus campañas.

Sin embargo, dentro de una Casa de Hospitalidad hay constantes oportunidades de practicar la no-violencia. Estas oportunidades pueden ser bastante desafiantes. Muchas de las casas que han tenido comedores populares a través de los años han tenido que contender con violencia en las lineas, como lo han tenido que hacer otras con sus huéspedes en las
casas de hospitalidad. Huéspedes que han tenido que vivir en las calles pueden enojarse con otros y se pueden desarrollar situaciones explosivas.

En la Casa Juan Diego el otro día un hombre trataba de robarse uno de nuestros vehículos. Vicente, uno de los Trabajadores Católicos de Guatemala, trató de detenerlo. El recibió un terrible golpe en la boca. Vicente no se desquitó. El tenía razón de no desquitarse además de su pacifismo.

La policia levantó al ladrón por otras razones en una lavandería local ese mismo día, cosa que ayudará a mantener las cosas pacíficas por unos cuantos días.

Ironicamente, los Trabajadores Latinoamericanos en nuestras casas en Houston son objetos de agresión mas que los Trabajadores de los Estados Unidos. A los últimos casi nunca se les molesta. El desafío a la no-violencia es mas grande para los Trabajadores Católicos
Latinoamericanos. Ellos necesitan nuestro apoyo, el cual estamos comprometidos a proporcionar en estas situaciones.

Espiritualidad profética y la hospitalidad

Peter Maurin creía que pobreza voluntaria y la hospitalidad efectuaría la santificación del Trabajador Católico y, al mismo tiempo, transformaría la actitud de la Iglesia hacia los pobres.

En Revolution of the Heart el centro de la espiritualidad del Trabajador Católico se explica: “El centro del mensaje del Trabajador Católico es esencialmente el evangelio básico que proclama que Jesús es el Señor. Esta proclamación debe variar a veces y las causas cambian, y el Trabajador Católico ha encontrado muchas maneras y muchas voces para anunciar su visión en diferentes tiempos y lugares.”

Y así, mientras que cada casa de hospitalidad tiene su propio sabor por las personalidades de sus líderes y por las necesidades particulares en cada comunidad a las cuales el Trabajador Católico está respondiendo, cada casa está buscando la manera de vivir según este mensaje central. Cada casa trata de responder a los huéspedes como Peter Maurin nos ha
inspirado, cuando el dijo, hablando de los huéspedes: “Yo puedo darles
pan y carne y cafe. Si, yo puedo darles esto–pero ustedes, ustedes pueden darme la oportunidad de practicar caridad Cristiana. Ustedes son un embajador de Dios. Gracias.”

En el Trabajador Católico, en contraste a la norma en servicio social en los 1930’s (y aún ahora), es el voluntario del Trabajador Católico quien es el objeto de reforma en ves de los pobres. Es por esta manera de servicio que el Trabajador Católico puede vivir su fe en el Señor y sus enseñansas. Esta simple declaración de Peter Maurin es realmente muy
profunda. En el desafío de vivir y trabajar en una casa de Trabajador Católico, “la conversión Cristiana se lleva a cabo cuando uno se aventura a riberas sin carta de vivir el evangelio radical.”

Daniel DiDomizio, escribiendo en Revolution of the Heart, describe el proceso de un Trabajador Católico nuevo (o tal vez no tan nuevo Trabajador Católico), que entra en la vida práctica del compromiso teorético:

“Cara a cara con la carne y sangre, a veces desagradables pobres, los Trabajadores Católicos pierden su sentido de dirección espiritual y cultural. Los cálidos sentimientos de saticfacción consigo mismo y el júbilo espiritual se evaporan rapidamente. Sin tener nada propio, lanzados a una mezcla rara de personalidades humanas, el Trabajador
sobrevive solamente deshaciendose de sus expectaciones, estereotipos previos, y las invariables verdades de servir a otros. El cinismo se convierte en una tentación constante y ronda sobre los Trabajadores en el otro lado del espectro. En este vacío espiritual, gente de fe puede vivir solamente en fe ciega y someterse al poder transformador de la
presencia misteriosa de Dios en los pobres. Se hace inevitable…que en vez de ganar, ellos mismos sean conquistados.” (p.220-221)

Los Trabajadores Católicos están comeditos a una manera de vida del Evangelio radical, una vida en fuerte contraste a los valores seculares de la sociedad Americana. Esta vida alternativa de oración y servicio a los pobres en un movimiento Católico laico (aunque personas de otras fes siempre han participado), encuentra su expresión profética en la labor de hospitalidad, viviéndose en pobreza voluntaria y simplicidad, y no-violencia.

Felicidad de la hospitalidad

La felicidad de la hospitalidad del Trabajador Católico está mucho muy relacionada a los valores del Trabajador Católico. Y la alegría del movimiento del Trabajador Católico está relacionado a los valores de los Evangelios, no al libertinaje o narcisismo de las recientes décadas. Hay una diferencia entre gozo y el placer de divertirse.

La invitación del Evangelio a ser vulnerable y servir con amor es el centro de la ética y la manera de vivir del Trabajador Católico. Las Casas de Hospitalidad son lugares donde la vulnerabilidad y ser receptivo a otros (huéspedes) se valoran mucho.

Es el concepto de servicio a otros, centro de las enseñansas de Jesús, la paradoja de recibir al dar (el lavado de los pies fue considerado un sacramento por algunos en la Iglesia primitiva) sostiene los valores del Trabajador Católico.

Angie O’Gorman y Patrick G. Coy comparten con la profundidad y la fuente de este júbilo en Revolution of the Heart: Es la victoria de la cruz de Cristo que hace posible que los Trabajadores acepten los inevitables riesgos en el experimento del Trabajador Católico. La propia postura de vulnerabilidad de Cristo y el perdon informa la labor de las casas, y es la matriz dentro la cual el movimiento refleja e interpreta la experiencia.

Y es así que en el misterio pascual encontramos gozo. Lloramos con los que lloran y compartimos la alegría de aquellos que encuentran alegría en nuestras casas.

Lloramos con aquellos que han sido asaltados y engañados por personas en su viaje antes de llegar a los Estados Unidos o con las mujeres golpeadas en sus sufrimientos, pero las recibimos con gusto.

Reímos con alegría cuando gente que ha estado separada de sus familias puede volverlas a encontrar, cuando nace un nuevo bebé en la casa y la madre puede empezar de nuevo, cuando una mujer maltratada puede romper el ciclo de violencia y ya no busca solamente las maneras violentas de ayudar a sus hijos a encontrar disciplina. Nos da gusto ver a los muchos hombres que llegan sucios de viajar en trenes de carga y que piden un baño y se sienten resucitados al ponerse ropa limpia y poder comer y descansar por un rato.

Nuestro júbilo es ver la cara del Señor en nuestros huéspedes. Nuestro gozo es sentir, cuando estamos cansados y abrumados al responder a las emergencias, el gran espíritu de gratitud cuando personas de la comunidad llegan a tomar algunos de los imposibles desafíos.

Angie O’Gorman y Patrick Coy descifran la profundidad del significado de dolor y alegría, muerte y Resurrección del Trabajador Católico:

Los Trabajadores Católicos creen que con su recitación de las Bienaventuranzas, y a través de su pasión, muerte y resurrección, Cristo volteó al mundo boca abajo, ofreciendo no solamente una perspectiva en la realidad, sino una nueva realidad en si misma. Es difícil para el mundo escuchar y comprender el mandamiento de Cristo de “amar a tus enemigos,” e igualmente difícil para el mundo creer que la no-violencia es mas fuerte que la violencia, que el amor conquista el odio, y que los pobres se deben honrar, en las palabras de Peter Maurin, como “los embajadores de Dios.” Pero es preciasmente estos principios (tan
difícil de oir sin un corazón ablandado por la gracia)que explica el acercamiento del Trabajador Católico a la no-violencia y hospitalidad. El Trabajador generalmente cree que la conducta moral debe de estar basada en los máximos principios de Cristo: el kilómetro extra, el abrigo ofrecido de buena voluntad, la voluntad de volver la otra mejilla, deben ser la norma no la excepción. Maurin define esta manera de acercamiento en uno de sus Ensayos Fáciles:

El dar y no tomar,
Eso es lo que hace una
persona humana.
El servir y no gobernar,
Eso es lo que hace una
persona humana.
El ayudar y no oprimir,
Eso es lo que hace una
persona humana.
El alimentar y no devorar,
Eso es lo que hace una
persona humana.
Y si se necesita, el morir y no
vivir,
Eso es lo que hace una persona humana.

La hospitalidad no es una gracia barata

Hacer el trabajo de hospitalidad nos recuerda frecuentemente las palabras de Dostoyevsky que Dorothy Day citaba con frecuencia: El amor en acción es una cosa rigorosa y formidable comparada con el amor en sueños.

Así como no hay tal cosa como gracia barata, (Dietrich Bonfoeffer), tampoco hay tal cosa como hospitalidad barata.

La hospitalidad no sucede barata o facilmente. No hay gangas cuando se trata de llevar a cabo el carisma de hospitalidad.

Bonhoeffer pregunta acerca del costo de ser Cristiano–y lo mismo se puede aplicar a la hospitalidad del evangelio. Buscar gracia barata, o gracia sin ser discípulo, gracia sin la cruz, gracia sin Jesucristo, vivo, encarnado y resucitado, no es vivir según el evangelio. La
hospitalidad demanda ser discípulos, proporciona constantes oportunidades de abrazar la cruz, y al mismo tiempo nos pone cara a cara con el Señor, vivo, encarnado y resucitado en la gente que servimos, si tenemos los ojos de la fe para verlo.

Compartir la culpa

Recientemente una pareja vino a decirnos que en su parroquia en California realmente no ofrecen mucha hospitalidad. “Todo lo que hace el párroco es rentar un cuarto en un motel por una noche para los destituídos si vienen a pedir hospitalidad,” se quejaban.

La pareja pensaba que su responsabilidad se cumplía con decirnos que duro de corazón era su párroco. Esta era su manera de ayudar con hospitalidad.

El sueño de Peter Maurin era tener una Casa de Hospitalidad en cada parroquia.

¡El también creía en anunciar, no denunciar!

La gracia cara responde con acción. La pareja podía ser la primera gente para ayudar a cumplir el sueño de Peter, y ayudar al párroco a empezar una Casa de Hospitalidad en la parroquia.

¿Qué debemos hacer?

El amor es la medida por la cual seremos juzgados. Los evangelios y la literatura del Trabajador Católico están llenos con este tema.

Pero se necesita mas que amor en sueños o palabras. Aprendimos de los ‘hippies’ que se amaron a si mismos hasta morir y de algunos Católicos que se amaron a si mismos tanto hasta salirse fuera de la Iglesia a hacer el bien superficialmente después del Vaticano II.

Andar diciendo a la gente que la ama estará bien, pero decirle a la gente que la ama y no hacer nada para ellos es como darle a alguien una piedra cuando ellos piden pan. También se necesita amor en acción.

Parte del problema puede ser que los Católicos laicos creen que tienen que tener un mandato de su obispo para cumplir las obras de misericordia del Evangelio como la hospitalidad. ¡O aún mas que el obispo debe de hacerlo!

Aunque uno puede necesitar la colaboración del obispo si uno está envuelto en enseñar la doctrina católica, en verdad no se necesita para participar diariamente en la práctica de las obras de misericordia. En realidad, la participación en la obras de misericordia diarias es un requisito de todos los católicos. No es una preferencia.

Una vez que los católicos comprendan que su poder de hacer obras de misericordia no proviene de arriba, ni de arriba para abajo, sino de vivir según los evangelios, ellos podrán llevar a cabo las obras de misericordia autenticamente y tener el poder de funcionar como
seguidores de Jesús.

El futuro

El espirítu de hospitalidad de Peter Maurin está regresando. Hay un nuevo movimiento de hospitalidad en el cual varias organizaciones usan edificios de la iglesia para albergar a los que no tienen hogares.

Esta organización, viendo que los edificios de las iglesias son los menos utilisados en nuestra sociedad, ha convencido a los miembros de la iglesia que arreglaran estos edificios que están vacíos gran parte de la semana para ayudar a esta gente sin hogar.

¡Que muchas manos y corazones se unan para continuar las tradiciones de Dorothy Day y Peter Maurin de vivir según los mandamientos del Señor en este singular acogimiento de Jesús en la apariencia del extranjero!

 

Trabajador Católico de Houston, Vol. XIII, No. 4, noviembre 1993