header icons

UNA CARTA DE DOROTHY DAY: La vida del Movimiento Trabajador Católico

Esta carta acaba de llegar en la Casa Juan Diego. Es tan pertinente ahora como cuando fue escrita.

Querido Compañero Trabajador en Cristo:

“A menos que la semilla caiga en el suelo y muera, ella misma permanece sola. Pero si muere trae mucho fruto.” Así es que no espero ningún éxito en nada de lo que estamos tratando de hacer, sea en sacar el periódico, manejar las casas de hospitalidad o los grupos de granjeros, o casa de retiro en la tierra. Yo espero todo lo que hagamos sea atendido con conflictos humanos, y los sufrimientos que los acompañan, y que este sufrimiento humedezca la semilla que la hará crecer en el futuro. Espero que todo nuestro amor natural dentro de cada uno que es tan caluroso y tan alentador y tan remunerador para este tipo de trabajo y vida, sea matado, puesto a morir penosamente por el chisme, la intriga, la sospecha, la desconfianza, etc. y que esta penosa muerte de nosotros mismos y a el ansia por el amor de otros sea recompensado por tremendo incremento de amor sobrenatural entre todos nosotros. Espero al más peligroso de los pecados crecer entre nosotros, sea sensualidad u orgullo no importa, pero que la lucha continúe hasta tal estado que Dios no lo deje estorbar el trabajo pero que el trabajo continúe, porque ese trabajo es nuestro sufrimiento y nuestra santificación.

Supongo que una de las razones por las que tenemos tantos ayudantes, es que si nos aguantamos entre nosotros, aunque el criticismo cunde, y yo algunas veces pienso que vivo entre un grupo de anarquistas, con vemencia acepto todos los escritos de Peter Maurin y conversaciones en responsabilidad personal y “siendo lo que usted quiere que sea el otro” (y “el amor de Dios y has lo que quieras,” de San Agustín). Todo lo cual es interpretado como que significa “yo estoy solo” aunque viviendo en una comunidad de gente. Es así en la casa, y así en las granjas, lo que nos hace como grandes familias de testarudos de gente vociferante.

Nosotros sí mantenemos más o menos la regla de la granja. Nos comportamos como una familia en la casa en el pueblo. La gente viene a las comidas a tiempo y trata de irse a la cama a una hora razonable, y es generalmente reconocido que la Misa diaria y la Santa Comunión son fundamentales al trabajo.

“A menos que el Señor construya la casa” – Leemos El Alma del Apostolado y tenemos miedo de la herejía de los buenos trabajos, tratamos de hacer énfasis la primacía de lo espiritual y la necesidad de utilizar nuestras armas espirituales, con el objeto de practicarlas, hacemos énfasis en los retiros.

Una de las cosas mas duras que tenemos que soportar es la turbación en la que la gente cae y el escucharlos quejarse, “¿Qué estas tu tratando de hacer?” y no “¿Qué estamos nosotros tratando de hacer?” O, “De que se trata?” Muy a menudo Dios retira su gracia de nosotros, como dice la Imitación, y nos quedamos en la obscuridad y entonces es difícil ver de que se trata todo. La vision del cielo de San Agustín, es donde todos comprendemos todo, y todo es luz. Eso es gozo en realidad.

¿Qué estamos tratando de hacer? Estamos tratando de ir al cielo, todos nosotros. Estamos tratando de llevar una buena vida. Estamos tratando de hablar y escribir sobre el Sermón de la Montaña, las Bienaventuranzas, los princi-pios sociales de la Iglesia y lo más asombroso, las cosas que pasan cuando empiezas a tratar de vivir de esta forma. El realizar los trabajos de misericordia se convierte en una práctica peligrosa. Nuestra casa de Baltimore fue cerrada como una molesta pública por que aceptábamos a negros lo mismo que a los blancos. Los muchachos fueron arrestados y mantenidos en la cárcel por la noche acusados de mantener una casa desordenada. La oposición a alimentar al hambriento y vestir al desnudo se está incrementando. Se habla mucho de los pobres merecedores y los indignos, la futilidad de dichas panaceas. Y sin embargo, nuestro Señor mismo nos dio estos trabajos para hacer en su imagen del juicio final.

Sí, solo tenemos nueve casas y cuatro granjas. Antes de la Segunda Guerra Mundial teníamos treintidós casas, pero los jóvenes fueron todos tomados – literalmente cada uno. En Nueva York solo teníamos unos cuantos hombres más viejos. Ahora tenemos tres o cuatro jóvenes todo el tiempo, ayudando. Ustedes saben como es, un gentío atrae otro gentío. Al mismo tiempo tenemos varias otras casas en Rochester y Filadelfia que necesitan mucha ayuda, y todos desean quedarse aquí en Nueva York. Y sin ninguna autoridad central que ordene “vaya aquí o allá.” Una de las razones por las que tenemos tanta ayuda es que es voluntaria y no hay “jefe.” Por supuesto yo tengo el derecho de decir quien no puede ser el jefe de la casa, y los grupos aceptan mi autoridad ahí. Pero al mismo tiempo, puedo pasar una orden y decir “tal y tal no representan el movimiento.” Y tal y tal seguirán representando el movimiento, y hay algunos pocos que creen que son los únicos Trabajadores Católicos sobrevivientes.

O sí, nuestro movimiento está lleno de generales y Pecksniffs (personaje de una obra de Dickens) hasta tal grado que el aire positivamente hiede con piedad y rectitud. A veces y me pregunto por que la gente no huye de nosotros con disgusto. Yo sigo tomando votos de silencio para escapar, pero hiedo también. Ay de mí, es tan fácil hablar, y tan duro hacer. Es tan fácil amar a la gente en teoría. Pero de todas maneras, nosotros seguimos estos principios que cada uno debe ser lo menos debe tomar el menor espacio, que cada uno tome menos, para que otros puedan tener mas, que cada uno se sienta el peor. Y luego vamos y caemos siete veces diariamente, y siete veces siete.

Estamos convencidos de que el mundo se puede salvar solo si regresamos a estas ideas: pobreza voluntaria, labor manual, trabajos de miseri-cordia, hospitalidad. Ellos son fundamentales. Ellos son más importantes que publicar un periódico, que dar conferencias, que escribir libros. Y sin embargo, tenemos que hacer esas cosas por que tenemos que dar razón, como dice San Pedro, por la fe que está en nosotros. (y nuestra fe debe ser probada como por el fuego) una vieja enseñanza.

Vemos muchas cosas brotando del movimiento del Trabajador Católico. Brotan otros periódicos, la gente escribe libros, habiendo sido estimulados por estas ideas que nosotros humedecemos con nuestras lagrimas, una nueva enseñanza en educación se acerca. También las escuelas de trabajadores, grupos de trabajadores, sacerdotes en las líneas de piquetes, sacerdotes en las reuniones laborales. Pero todavía no vemos la pobreza voluntaria–en el Curé de Ars, sí, pero no en los sacerdotes de los Estados Unidos de hoy. La pobreza voluntaria y las casas de hospitalidad permanecen aun las más importantes cosas en el movimiento, y más y aun más importante en los años de caos como estos. Pero todavía no vemos estas ideas ser aceptadas por los intelectuales. Pero sí lo vemos en muchos de nuestros lectores, y sabemos que el corazón está grabado y la atracción está ahí, y tarde o temprano estas ideas se afianzarán. Los clérigos jóvenes, muchos de ellos, están hambrientos por penitencia y pobreza.

Peter Maurin hacia énfasis en la primacía de lo espiritual, la correlación de lo espiritual y lo material, traduciendo estas ideas a la vida actual de hoy, sea en la ciudad o el campo, en la tienda, en la oficina, en el campo, en la fábrica, en los lugares de trabajo, como dice Kropotkin.

Con estos años de guerra, hemos venido a hacer más énfasis en nuestra oposición al uso de la fuerza, en la necesidad de la santidad, en aspirar a la perfección, a la renovación espirituamientras trabajamos por un nuevo orden social. Por lo tanto nuestro énfasis en los retiros.

Ayuda

Nos llega la ayuda por que primero hacemos todo el trabajo nosotros mismos, fregando, limpiando, coci-nando, etc. Si tenemos que hacerlos solos, esta bien, pero usualmente la gente viene a la puerta y viéndonos gozar en esos trabajos como limpiar ventanas, ellos piden ayudar. Yo cociné anoche para reemplazar a John English que tenía que salir a ver a un amigo. Esta tarde empezaré a lavar ventanas, pero alguien vendrá y ayudará. La dignidad del trabajo, del gozo del mismo, la penitencia de él, una filosofía del trabajo – todo esto es materia de discusión mientras trabajamos.

Líderes

No tenemos comités. Dondequiera que los hemos tenido no funcionan, La persona a cargo de la casa, que vive en la casa, trabaja ahí, es el padre y la madre del grupo. El ideal de los benedictinos, no la idea del deseo de la mayoría. El líder puede cometer errores, pero los puede reparar. El también tiene que recibir mucha cítica, y seguir adelante, o irse, o abandonar el puesto y dejar que otro lo reemplaza. La gente puede tomar turnos, pero en general es mejor tener un solo líder para tomar la responsabilidad y hacer las decisiones. Estamos absolutamente opuestos a los comités. Responsabilidad personal, “ser pequeños” son puntos muy importantes del trabajo. Ellos son la misma base.

Dinero

Aquí, donde para sacar el periódico alistamos el dinero que nos llega, lo catalogamos en tarjetas, por que enviamos el periódico y tenemos una lista de correo. En las otras casas el dinero que llega sirve para pagar las cuentas, por la cabeza de la casa y su autoridad e integridad no es cuestionada. Si lo fuese, él lo sobrelleva, injusta acusación e insinuación. Si él esta a cargo, el recibe las contribuciones, paga las cuentas, y mantiene los libros, no hace nada más que lo que una familia. Nunca hay lo suficiente para preocuparse.
Relación a la Jerarquía

Nosotros no necesitamos permiso de los clérigos u Obispos para iniciar una casa para practicar los Trabajos de Misericordia. Si a ellos no les gusta, ellos pueden decirnos que paremos y nosotros lo haríamos de buena gana. Pero pedirles a ellos que aprueben antes de que se haga ningún trabajo es como pedirles que asuman cierto grado de responsabilidad por nosotros. El jefe de la casa de Detroit dijo alguna vez, nosotros somos los barredores de la basura de la diócesis.

No tenemos capellanes oficiales pero Dios ha sido bueno y nos ha mandado sacerdotes que dan conferencias y cursos, y vamos a ellos con nuestros problemas. La casa de Rochester ha tenido un hermoso amigo, un sacerdote del seminario viene desde hace ocho años semanalmente para decir la Misa en la capilla. La casa de Detroit tiene un sacerdote aprobado por el Cardenal. La casa de Cleveland tiene uno, aunque no la casa de Harrisburg. En Pittsburgh el Obispo dio un viejo orfanato para los trabajos y un sacerdote duerme ahí.

P.D.

(Cuando uno del grupo leyó esta carta, ella urgió que se añadiese un punto más:) “Recuerden a la gente que este trabajo es monótono; dijo ella, “Todos hablamos del pequeño camino, y las madres especialmente saben como una comida sigue a la otra, y diariamente hay aseo, y la casa para recoger, y el hechizo romántico y salvaje de la vida de casados pronto se desvanece para dar lugar a algo mas profundo. Es lo mismo con el trabajo. La gente viene en todo un resplandor para ayudar a los pobres, y su propia compasión les hace pensar que debe haber una forma mas rápida de servirlos: hacer leyes, cambiar condiciones, conseguir mejor habitación, condiciones de trabajo, justicia racial, etc. Pero el trabajo inmediato permanece, los Trabajos de Misericordia, y hay pocos para hacerlos. Perseverancia, paciencia, fe para con los pobres – debemos casarnos con la Señora de la pobreza como era San Francisco – esta son las cosas importantes.

Dorothy Day

De El Trabajador Católico de Nueva York, Enero de 1948