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Lo que el New York Times no dijo sobre la canonización de Dorothy Day

Dorothy Day

por Marcos y Luisa Zwick

El reciente artículo en la primera plana del New York Times sobre la canonización de Dorothy Day precipitó un gran interés y un aluvión de artículos en otras publicaciones.

Por desgracia, los editores del New York Times, según nos hemos enterado, no son Trabajadores Católicos, y el artículo lo confirma. Pero media barra de pan es mejor que nada.

Tenían unas pocas líneas buenas, lo cual consoló los oídos de los Trabajadores Católicos, pero se perdieron algunas realidades e ideas importantes de la visión y práctica del Trabajador Católico de  Dorothy Day y Peter Maurin.

Alguien comentó recientemente que muchos cristianos viven de una manera que nos llevaría a la conclusión de que no han leído los Evangelios ni a los Profetas de Israel.  Nadie podría sugerir tal cosa sobre Dorothy o Peter.  Sus vidas reflejan sus creencias. Estos son los Evangelios: vivirlos. Aquí están las encíclicas papales: ponerlas en práctica. Escuchar a los profetas de Israel. Por supuesto, muchos seguidores del Nazareno viven estas cosas de una manera oculta y los observadores pueden no ser conscientes de su sinceridad y de sus obras de misericordia.

Después de que ella se convirtió al catolicismo, toda la vida de Dorothy estaba impregnado por la fe católica.  Todo lo que ella decía y hacía era una expresión de esa fe.  El New York Times dijo mucho acerca de Dorothy Day, pero cualquier lector fácilmente podría haber pasado por alto la profundidad de su fe.  Por ejemplo, el artículo citaba a “algunos católicos” diciendo que “la promoción de la causa de la canonización de Day es políticamente útil para Dolan y otros obispos, en momentos en que la jerarquía es a menudo descrita por los católicos liberales como si fueran preocupándose más por los problemas repro-ductivos que la pobreza.”  Ellos no mencionaron la posibilidad de que el Cardenal Dolan podría estar trabajando en la causa para la canonización de Dorothy Day por su propia salvación eterna.

Cuando el autor del NYT dijo que Dorothy estaba comprometida con la justicia social y era fiel a las enseñanzas de la Iglesia, no detalló de lo que Dorothy queria decir con justicia social, lo que se ha convertido en un término vago lanzando desde varios puntos de vista.

No mencionó las críticas de Dorothy sobre los aspectos salvajes de la despiadada economía (desde cualquier teoría); su apoyo a las empresas pequeñas, y pequeña agricultura.  No se mencionó la forma en la que ella fue capaz de romper las barreras que impiden que la doctrina social de la iglesia se anuncie.  El enfoque de Dorothy era muy diferente a la de los neoconservadores católicos que se esfuerzan decididamente para influen-ciar a los obispos que traten de reinterpretar la doctrina social de la Iglesia con el fin de eliminar su desafío a la economía, sea socialista o capitalista.

La mención de la “justicia social” podría ser arrancada de la misma manera que algunos partidarios de una economía que perjudica a los pobres y los trabajadores rechazan o tratan de re-escribir las encíclicas sociales. Tal vez la autora no era consciente de que al mismo tiempo que se publicó su artículo, el P. Robert Sirico, famoso por su organización calvinista del Instituto Acton y su apoyo a las peores manifestaciones del capitalismo, estaba anunciando su apoyo a la canonización de Dorothy. Su instituto es un ejemplo de lo que Dorothy más fuertemente rechazaba.

¿Dónde estaríamos sin Dorothy?

   Los obispos han enfatizado que Dorothy fue semajante a San Agustín, una gran pecadora (hasta tuvo un aborto) que se convirtió en una gran santa.  Es muy cierto que Dorothy vivió una vida bohemia antes de venir a la Iglesia y se lamentó toda su vida haber tenido un aborto.

Ella pensaba que nunca sería capaz de tener un hijo después.  Tuvo mucha alegría de tener un niño, su hija, Tamar, que la llevó a la fe, a la Iglesia.

Dorothy sería la primera en acudir en ayuda de una mujer embarazada y procurar para ella los medios para sobrevivir.  Existen registros escritos acerca de su asesoramiento a una joven para que no tuviera un aborto.

Dorothy era provida.  Para ella, esto significa también preocuparse por los niños hambrientos, sobre el mal de dejar caer bombas sobre la población civil en medio de la guerra, porque todos son miembros o miembros potenciales del Cuerpo Místico de Cristo.  Dorothy se opuso a la pena de muerte y a la guerra. Se opuso a la violencia en todas sus formas.

Dorothy inspiró a los que la siguieron para protestar contra la violencia.  Daniel Berrigan le atribuye en su introducción a su autobiografía, La larga soledad:

“Sin Dorothy, sin esa paciencia ejemplar, coraje, modestia moral, sin esta mujer golpeando la puerta cerrada detrás de la cual los poderosos se burlaban de los débiles con juegos de poder, sin ella, la resistencia que ofrecimos hubiera sido simplemente impensable.  Ella instó a nuestras conciencias lejos de los caminos trillados, ella hizo lo imposible (en nuestro caso) posible y luego real.  Lo hizo en primer lugar, viviendo como si la Verdad fuera cierta”.

Voz Profética

   En la reunión de noviembre en la que la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos aprobó por unanimidad apoyar la canonización de Dorothy, el Cardenal George de Chicago, comentó: “… la mayor amenaza para la paz mundial y la justicia internacional es el estado-nación que se ha ido mal, reclamando un poder absoluto, decidiendo asuntos y haciendo “leyes” más allá de su capacidad.  Pocos hay, sin embargo, que me atrevería a preguntar si podría haber una mejor manera para que la humanidad se organi-zara en aras del bien común.  Pocos, es decir, más allá de una voz profética como la de Dorothy Day, hablando mordazmente sobre la “Santa Madre Estado”, o la voz eclesiástica que llama al mundo, de generación en generación, a vivir en paz en el Reino de Dios.

“Su solución a las injus-ticias del capitalismo eran las Obras de Misericordia”, añadió el cardenal, señalando las críticas de Day de lo que vio como el totalitarismo inherente de los estados.”.

Todos los grandes santos hablaron de la necesidad de las Obras de Misericordia descritos en el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo para la vida de los seguidores del Nazareno.  Para Dorothy Day y Peter Maurin la práctica de las Obras de Misericordia, en la que seremos juzgados al final de la vida, era el funda-mento de todo lo que hicieron.  Para ellos, viendo a Cristo en los pobres, los que sufren, los oprimidos, no sólo implicaba dar pan al ham-briento, vestir al desnudo, visitar al preso, dar un lugar donde alojarse a aquellos que no tienen un hogar, pero como Dorothy dijo:

“El amor de hermano, esta preocupación por su libertad es lo que nos hace entrar en temas tan polémicos como el hombre y el Estado; la guerra y la paz. Las implicaciones de la doctrina evangélica de las Obras de Misericordia, nos llevan a un conflicto con los poderes de este mundo.

“Nuestro amor a Dios es un fuego consumidor.  Es un Dios vivo y una fe viva que estamos tratando de expresar.  Cuando empeza-mos a ocupar el último lugar, a lavar los pies de los demás, a amar a nuestros hermanos con ese amor ardiente, esa pasión, que lleva a la Cruz, entonces podemos decir: ‘Ahora he empezado”. (noviembre de 1955 Petición de Otoño). ”

La sorpresa expresada en el artículo del New York Times de que los obispos católicos apoyaran la canonización de una persona con su repu-tación radical refleja la falta general de conciencia de la profunda espiritualidad que fue la base de sus acciones.

El comentario suave de que Dorothy era fiel a las enseñanzas de la iglesia dio poco de la idea de su entendimiento profundo de como vivir el Evangelio y las enseñanzas de los Padres de la Iglesia; su comprensión y aceptación de la doctrina católica como fuente de sentido y la base de libertad en el mundo; la libertad para lograr tanto bien con la gracia de Dios.

La gente a menudo parece elegir uno de los dos lados de Dorothy. Hay misticismo y activismo en su vida, y no se puede entender el uno sin el otro – la unidad de la mística y el amor activo en la vida de Dorothy, junto con su entendimiento incisivo de los problemas en el orden social, la publicación de su periódico y sus acciones concretas para protestar la injusticia.

Su seguimiento radical del Evangelio, su voz profética, fluía de su profunda espiritualidad litúrgica y su declarada comprensión de la primacía de lo espiritual.  Los autores de artículos recientes parecían no estar enterados de su participa-ción en la renovación litúrgica desde sus primeros inicios en la década de 1930; su asistencia a la Misa diaria; su participación en el Oficio Divino; la oración ante el Santísimo Sacramento; la confesión semanal. Su amor por la liturgia la llevó a con-vertirse en una Oblata Benedictina en el Rito Oriental.

Hizo hincapié no sólo en las Obras Corporales de Misericordia, sino también en las Obras Espirituales de Misericordia: Enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que tiene duda, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, per-donar al que nos ofende, corregir al que lo necesite, rezar por los vivos y los difuntos.

La gente a menudo se sorprendió cuando cono-cieron a Peter Maurin ya que se vestía y se presentaba como un hombre pobre.  Algunos se sorprenden igual-mente y otros se sienten decepcionados al saber que Dorothy Day fue verda-deramente católica.

Ella dijo en los “Fines y Objetivos del Movimiento del Trabajador Católico”:

“Estamos trabajando para ‘un cielo nuevo y una tierra nueva, donde habita la justicia.’  Estamos tratando de decir con acciones, “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” …

“Hay que practicar la presencia de Dios.  Él dijo que cuando dos o tres se reúnen, allí está Él en medio de ellos.  Él está con nosotros en nuestras cocinas, en nuestras mesas, en nuestras filas del pan, con nuestros visitantes, en nuestras granjas …

“Lo que hacemos es muy poco. Pero es como el niño  con unos cuantos panes y peces.  Cristo tomó eso poco y lo hizo mucho.  Él hará el resto.  Lo que hacemos es tan poco que nos puede parecer que estamos constantemente fallando.  Pero también Él fracasó.  Él se encontró con el aparente fracaso de la cruz.  Pero a menos que la semilla caiga en la tierra y muera, no hay cosecha …

“¿Dónde están los otros?” preguntará Dios.  No lo neguemos  en los que nos rodean.  Incluso aquí, en este momento, podemos tener esa tierra nueva, donde habita la justicia.”