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Tratados de Libre Comercio obligan a inmigrantes a dejar su tierra

Este articulo es el segundo de una serie basada en lo que pasa a las familias que se quedan en México cuando el sostén o cuidador de la familia emigra hacia los Estados Unidos.

Como en el primer artículo de esta serie sobre la inmigración indocumentada, yo hablo aquí de la desde la perspectiva de las mujeres que entrevisté en el centro de México en el 2006 y el 2007. Llegué a México no mucho después de las grandes manifestaciones de inmigrantes realizadas en varias ciudades de los EUA durante la primavera del 2006. El contraste entre los el vigor y entusiasmo de los inmigrantes que yo ví en la televisión, organizando y marchando en los EUA y el caído, casi depresivo ánimo de las familias que se quedaron atrás en México, era notable. Una ansiedad colectiva parecía colgar sobre la comunidades rurales que yo estaba visitando y la gente con la que estaba hablando.

La primera entrevista formal que hice fue con Jeannette (todos los nombres han sido cambiados), una mujer que acaba de salir de la adolescencia, y su madre. Las dos mujeres vivian juntas, sobreviviendo con las remesas que su hermano en el Estado de Texas mandó, mas lo que ellas pudieran conseguir juntas por sus propios esfuerzos. Jeannette acababa de regresar de intentar cruzar la frontera con algunos parientes hombres durante las marchas y manifestaciones masivas del 1º de mayo. Irónicamente las protestas interfirieron con el sistema de coyotes, dejando a Jeannette y sus parientes en el desierto más tiempo de lo que se habían preparado.

Su guía en el lado mexicano de la frontera les enseñó y los guió a través de la frontera hasta una casa segura donde debían esperar por el coyote. Otras personas llegaron y salieron, pero su que nunca llegó, asi es que ellos decidieron pasar la garrita por su cuenta. Llevando tres capas de ropa para el viaje, deshidratados y sucios, ellos fueron atrapados por la patrulla de la frontera después de varios días de camino errante. Ellos fueron detenidos, les tomaron las huellas, y se les advirtió oficialmente que cualquier violación a las leyes de inmigración serían tratadas como felonías, antes de ser deportados para regresar a casa.

Jeannette estaba todavía lamentando esta experiencia cuando nos encontramos, y tuvo que parar y voltear la cabeza para llorar mientras hablaba. Ella había perdido su cuota inicial al coyote de $200.00 (ella le habría debido $2,300.00 más si hubiera cruzado con éxito la frontera y que habría venido en sus cheques de pago en los EUA. Ella había pasado por una experiencia dolorosa y aterradora, físicamente y mentalmente. Y se había puesto en una categoría legal muy peligrosa.

Mexicanos sin documentos han venido cruzando la frontera de ida y vuelta por decenios. Cuando se les agarró serían manejados administrativamente, “atrapados y soltados,” y enviados a través de la frontera. Algunos se darían por vencidos, otros lo volverían a intentar. Ahora con el actual sistema de mano dura en la frontera, su segundo intento puede llevarlo a la prisión federal. El usar el seguro social de otro lo puede llevar a la prisión federal, como en el caso de los 270 empacadores de carne que los atrapó en una redada en Iowa el 12 de mayo del 2008, enjuiciados y sentenciados a períodos de cinco meses en la carcel el 23 de mayo (Preston, 2008), con una velocidad de dejar la boca abierta por el gobierno federal que puede tomar años en procesar documentos rutinarios de inmigración.

La ironía es que, a pesar de la escalofriante y difícil experien-cia, Jeannette tiene toda la intención de probar de nuevo. No porque ella sea particular-mente valiente, no porque no le tiene miedo a la prisión, no porque la atraigan las mejores oportunidades aquí en los EUA, sino más bien porque está siendo empujada a salir de México, donde, si le da a escoger, ella preferiría vivir.

Parece que los autores de la política asumen que la gente trata de entrar a los EUA sin documentos porque son atraídos por las grandes oportunidades que existen en los EUA, la oportunidad de vivir aquí permanentemente y lograr el “sueño americano.” Este no es el caso, por lo menos de los mexicanos en México. He escuchado a cientos de Mexicanos hablar sobre la inmigración a los EUA. Ni uno solo de ellos quería vivir en los EUA permanentemente, ni uno.

Ellos quieren vivir en México, pero no pueden. Los mexicanos indocumentados vienen a los Estados Unidos porque ellos en efecto han sido empujados fuera de México por cambios económicos que han desplazado a poblaciones enteras de trabajadores (Massey, 2005). NAFTA y otros tratados de “libre comercio” han cambiado la producción agrícola en México de cultivo familiar y comunitario a grandes negocios agrícolas, desplazando a la gente de sus modos tradicionales y medios de supervivencia. La ideología de tener mercados libres para el capital y las fronteras cerradas para los trabajadores choca con la ley de hierro de la naturaleza humana: ley o no ley, tratado o no tratado, los trabajadores desplazados van donde está el trabajo (Faux, 2006)

La respuesta de los EUA a la resultante marea de mexicanos del campo desplazados que cruzan la frontera ha sido la de apretar la ejecución, enfocando los esfuerzos a un número relativamente pocos areas de la frontera de alto volumen de pasantes (Orrenius, 2004). Esta militarización de la frontera fue incrementada tremendamente en reacción al 9/11mientras que el gobierno de los EUA unió el cierre de la frontera a la guerra contro el terrorismo y a las iniciativas anti terroristas (Newman, 2006). El incremento de agentes en la frontera, la nueva tecnología, y la “muralla” todo ilustra el movimiento hacia la criminalización y detención de trabajadores indocumentados (Guerette & Clarke, 2005).

Como tratar de contener un río con grandes rocas, estos esfuerzos han en realidad desplazado el flujo; aquellos que cruzan la frontera sin papeles ahora buscan lugares más peligrosos y difíciles no vigilados y mueren mucho mas a menudo (Fernández-Kelly & Massey, 2007).

El problema es que nada de esto está trabajando. Estudio sobre estudio ha indicado que un incremento de seguridad en la frontera no para a los indocumentados de tratar de cruzar (Cornelius & Salehyan, 2007; Guerette & Clarke, 2005;Cornelius, 2001; Donato, Durand, & Massey, 1992) Como la marea subiendo en un tsunami, ellos encontrarán el camino, aun con gran riesgo y peligro.

Yo primero empecé a comprender las grandes presiones de las circunstancias animando a las mujeres a cruzar la frontera con o sin papeles en el 2006 durante mi entrevista con Laura, una madre sola viviendo en el filo de un profundo barranco en el México rural. Nos sentamos afuera para nuestra entrevista con sus dos hijos, el mayor de seis años todavía recuperándose de un ataque reciente de perro. Ella estaba segura, fuerte, y tan joven que estaba viviendo en lo que era menos que una choza, hecha con pedazos de basura del camino. Ella me dijo que habia tenido a su último hijo “gratis,” “gracias a Dios;” pero fue gratis porque dio a luz en la cama sin ayuda.

En el lado de su casa improvisada, sin embargo, estaban los cimientos de lo que ella insistía sería su casa de ladrillos y concreto, una casa real, no una casa de cartón. A ella le había fallado el marido, que ahora vivía con otra mujer en los Estados Unidos, olvidada por su gobierno que la prometió ayuda que nunca llegó, pero con la ayuda de Dios ella iba a construir una casa de verdad para sus hijos. Bajo las condiciones actuales en el México rural, sin embargo, la única forma de seguir adelante con la construcción era cruzar la frontera para trabajar. No hay otra forma. Si la hubiera, ella nunca cruzaría la frontera, porque es angustioso el tener que dejar a sus propios hijos atrás mientras ella trabaja en una tierra extraña cuidando a los hijos de otra mujer.

Laura habló bien de su patrona en los EUA, que se dice es una buena mujer, pero me pregunto si esta buena mujer norteamericana sabía lo que estaba comprando por los salarios que le pagaba a Laura: Niños viviendo sin sus padres, los amenazantes riesgos de vida del largo viaje hasta y a través de la frontera, cárcel o prisión indefinida. La mujer norte-americana ciertamente estaba recibiendo un buen trato, pero Laura en la otra mano, parecía estar pagando un alto precio por el libre comercio y las fronteras libres.

Tal vez, algún día, si la Inmigración no la recoge, si ella no muere en cruzar nuevamente la frontera para ver a sus hijos, podrá construir sus casa, ojalá que asi sea.

Referencias

Cornelius, W.A. & Salehyan, I. (2007). ¿Podrá el Estricto Cuidado de la Frontera Disuadir la Inmigración Desautorizada? El Caso de la Migración Mexicana a los EUA. Regulation & Governance, /(2), 139-153 Cornelius, W. A. (2001). Muerte en la Frontera: Eficacia y Consecuencias no Intencionadas de la Política de Control de la Inmigración de los EUA.Population and Development Review , 27(4),661-685 Donato, K. M. Durand, J. & Massey, D.S. (1992). ¿Conteniendo la Marea? Evaluando los Efectos disuasivos del Acto de la Reforma y Control de Inmigración. Demography, 29 (2),139-157 Faux, J. (2006) La Guerra Global de Clases: Como la Elite Vi partidaria Norte Americana perdió Nuestro Futuro y lo que Tomará el Reganarlo. Hoboken, New Jersey: John Wiley & Sons, Inc. Fernandez – Kelly, P. (2007). NAFTA y mas Allá: Perspectivas Alternas en el Estudio del Comercio y Desarrollo Global. The Annals of the American Academy of Political and Social Sciences, 610 (1), 6-19 Guerette, R. T. & Clarke, R. V. (2005). El Estricto Cuidado de la Frontera, Crimen Organizado, y Muertes de Inmigrantes de Contrabando en la Frontera de los EUA – México. European Journal on Criminal Policy and Research, 11(2), 159-174. Massey, D.S. (2005). Cinco Mitos Sobre la Inmigración: Conceptos Erróneos Comunes Subyacentes Enfocados Sobre la Política del Cuidado de la Frontera de los EUA. Washington, DC: Immigration Policy Center, American Immigration Law Foundation. Newman, D. (2006). Fronteras y Linderos: Hacia un Dialogo Interdisciplinario. European Journal of Social Theory, 9(2), 171-186. Orrenius, P. M. (2004). El Efecto del Cuidado de las Fronteras en el Comportamiento de Cruce de los Inmigrantes Mexicanos. En J. Durand & D. S. Massey (Eds.), Crossing the Border: Research from the Mexican Migration Project (pp. 281-298). New York: Russell Sage Foundation. Preston, J. (2008, May 24). 270 Inmigrantes Ilegales Enviados a Prisión en Empuje Federal. The New York Times , http://www.nytimes.com/2008/05/24/us/24immig.html?pagewanted=1&_r=2&hp.

Trabajador Católico de Houston, Vol. XXVIII, No. 5, septiembre-octubre 2008.