header icons

Agricomercio y la crisis de la tierra en Guatemala: sin reforma agraria no habra páz

Yo conocí a José en la escuela local de Chex, Huehuetenengo, Guatemala Occidental. Desde nuestra ubicación panorámica teníamos una vista espectacular de las montañas alrededor. Le pregunté a José sobre su rancho y el futuro de su familia. Barriendo el horizonte con un gesto de la mano, el indicó los campos de maíz verde cubriendo la montaña. “Este lado de la montaña pertenecía a mi abuelo. Fue dividido primero entre mi padre y sus hermanos y luego entre mis hermanos y yo.” El indicó su lote. Yo miré el pequeño cuadrado en la escarpada vertiente y pregunté, “¿Como va a dividir esta tierra entre sus hijos?” El se quedó callado por unos momentos. “Eso,” él dijo, “es un problema.”

Guatemala, como mucho de América Latina, encara un serio problema agrario debido a la mala utilización de la tierra y a su escasez. Granjeros de subsistencia tales como José, encuentran más y más difícil alimentar a sus familias en lotes que se van encogiendo. Rodeado de niños hambrientos y barrigas hinchadas, yo me di cuenta de la severidad de el “problema de tierra” en Guatemala y empecé a preguntar por que los niños se mueren de hambre en este país fértil de clima templado y rico suelo volcánico. Mientras que los rancheros en las tierras altas occidentales cultivan las vertientes empinadas e inadecuadas para la agricultura, las extensas plantaciones dominan las regiones costeras y de piamonte. Las corporaciones de comida multinacionales tales como Dole, Del Monte, y Chiquita cosechan el provecho del rico medio agrícola; ellos exportan frutas y verduras a los supermercados en Norte América y dejan muy poca tierra para los rancheros nativos.

En Guatemala las familias rurales sufren de desnutrición severa por que los negocios agrícolas internacionales ocupan la tierra más productiva. Los críticos acusan a las corporaciones de comida transnacionales y sus mono-polios de tierra en América Latina por la dolorosa paradoja agrícola de la pobreza en medio de la plenitud. Eduardo Galeano indica que el continente “continúa existiendo al servicio de la necesidad de otros .. como fuente y reserva de la materia prima y comida destinada a los países ricos” (Eduardo Galeano, Las veinas abiertas de America: Cinco siglos de pillaje de un continente, 1973; 1).

Pablo Neruda escribe:
“La compañía de fruta amarra sus barcos,
llevándose el café y la fruta;
El tesoro de nuestros territorios sumergidos
fluye como en platos hacia los barcos.”

La mayoría atribuye los problemas agrarios de Guatemala a la “dicotomía del latifundio/minifundio,” un enorme e injusto patrón de distribución de tierras caracterizado por la expansiva cantidad de terrenos dedicados a la agricultura de exportación (latifundios) y ranchos minúsculos orientados a la subsistencia (minifundios) que alimentan a la mayoría de la población. Este patrón de distribución injusta ocasiona trastornos sociales, culturales, políticos, y ecológicos: inmigración, mala nutrición, violencia política, y degradación de los recursos naturales. Todos emergen como consecuencia de la falta de tierra. Desafortunadamente, estos problemas son endémicos en America Latina. El Consejo Pontificio de Justicia y Paz indica que los problemas originados por la concentración de tierras “afecta la dignidad de millones de personas y priva al mundo de la posibilidad de paz.” Dados los levantamientos violentos sobre tierras en Colombia, Brasil, Guatemala, Nicaragua y El Salvador, parece como que América Latina nunca conocerá la paz sin una reforma agraria y una distribución efectiva y justa de la tierra.

En este artículo yo examinaré el pasaje de comida, el tesoro de “Neruda” de la tierra Latino Americana a los platos de comida de los EUA e indicaré como los negocios agrarios internacionales han contribuido a la “crisis profundizada de hambre y pobreza para las grandes mayorías rurales Latino Americanas” (Burbach and Flynn, Agribusiness in the Americas, 1980: 83). Utilizando a Guatemala como ejemplo, yo voy a explicar las raíces históricas del problema de tierras, explorar las implicaciones sociales y ecológicas actuales de desigualdad, y detallar las políticas gubernamentales de los EUA para subsidiar el “pillaje del continente.” Al examinar el movimiento de comida a través de las Américas, nosotros recordamos la llamada de solidaridad del Papa Juan Pablo II, una solidaridad que requiere análisis y reflexión “sobre asuntos de justicia y relaciones económicas internacionales, en vista de la enorme brecha entre el Norte y el Sur” (Ecclesia en America1999: 2).

Las raíces de la crisis: de colonia a café

Los orígenes históricos de la dicotomía latifundio/minifundio varían de región a región; los patrones de concentración de tierras fueron influenciados por la geografía, la cantidad y accesibilidad de tierra cultivable, la existencia de depósitos minerales, y la naturaleza de las civilizaciones indígenas (Burbach y Flynn 1980: 87). La principal función Centro Americana fue la de suministrar bienes de lujo (tales como azúcar, cacao, indigo, tinte azul) para Europa y generar ingresos para los colonizadores españoles. Los esquemas agrícolas de “riqueza rápida” requerían agarrar tierra y mano de obra de las comunidades indígenas mayas y luego plantar extensas porciones de terreno con los mono cultivos más productivos. Los colonizadores establecieron un precedente de agricultura latifundista de riesgo, a costas de los cultivos de subsistencia, de otras actividades económicas, y de la dignidad de los pueblos nativos.

Las formaciones nacionales básicas, instituciones políticas, políticas de utilización de tierras, organizaciones laborales, y el sistema de clases todas maduraron alrededor de la economía del café (Bulmer-Thomas, The Political Economy of Central America since 1920, 1987: 4). Para 1889, el café producía el 96% de los ingresos por exportación de Guatemala mientras que los extranjeros se apoderaban de la tierra de los nativos. En 1862 las autoridades comunales de Cobán se quejaron “Después de haber comprado tierra en esta misma ciudad, los extranjeros se han agarrado mucho mas … nosotros no podemos plantar ni un meollo de tierra por que ellos se han agarrado las mejores tierras” (Cambranes, Coffee and Peasants:The Origins of the Modern Plantation Economy in Guatemala 1985: 76). Esta nueva elite, “vino a conformar una oligarquía virtual, ejerciendo influencia económica y social fuera de toda proporción a sus números” (Bulmer-Thomas 1987: 2). Utilizando su poder político, los cultivadores de café emplearon métodos violentos para conseguir la mano de obra, forzando a los rancheros a dejar sus propios campos y familias para agrandar sus intereses de negocios agrícolas.
Iniciando una república bananera

A través de ambos el período colonial y el de café encontramos la adquisición injustificada de tierras, mano de obra, y poder político, todo en el nombre de la agricultura de exportación. Estas tendencias continuaron a través del siglo XX, con la mayor participación de las corporaciones de los EUA que se intensificaron durante la depresión de los 1930’s. La Compañía United Fruit (UFCo), por mucho tiempo el símbolo del imperialismo de los EUA en Centro América, ganó poder desproporcionado como el latifundista más grande y el mayor inversionista extranjero de Guatemala. La compañía era notable por explotar los recursos naturales, pagando salarios injustos, consistentemente oponiéndose a la organización de los trabajadores, y orquestando el derrocamiento del gobierno progresista de Jacobo Arbenz en 1954 (Burbach and Flynn 1980: 207). La UFCo, y su sucesor Del Monte (ellos tomaron las operaciones de la UFCo en 1972), frustraron los esfuerzos de Guatemala para ganar control de sus propios recursos naturales. Debido a actividades de la UFCo y Del Monte (entre otras corporaciones), Guatemala ahora se jacta de una de los patrones de distribución más concentradas y ricos de tierra en América Latina y segundo solo a Brasil (Carter et al., “Agricultural Export Booms and the Rural Poor in Chile, Guatemala, and Paraguay,” Latin American Research Review 311:33-65.1996:51).

Minifundios Modernos

Históricamente, las activi-dades de las corporaciones multinacionales de comida han concentrado tierra y riqueza en las manos de una pequeña elite Norte Americana que se ha aliado con las fuerzas reaccionarias en la burguesía guatemalteca. El Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, indica “desigualdades perversas en la distribución de bienes comunes y en las oportunidades de desarrollo de cada persona, lo mismo que los desequilibrios inhumanos en relaciones colectivas e individuales traídas por dicha concentración, y que son las causas de los conflictos que minan la verdadera vida de la sociedad.” (Hacia una mejor distribución de la tierra, 1998). Mientras los grupos rurales negocian por la vida en un paisaje repleto, los “des-equilibrios inhumanos” son evidentes en la forma de alta mortalidad infantil, la mal nutrición desatada, los encuentros violentos sobre la posesión de la tierra y los derechos a los recursos naturales, el quiebre de los mecanismos tradicionales de justicia, y la presión social causada por la inmigración a los EUA.

Mientras las familias crecen y la tierra disponible se encoge, los minifundistas encaran la amenaza proletaria, la marginación completa de su tierra y la integración completa en la fuerza de trabajo salarial. La mayoría de los rancheros en Guatemala occidental inmigran a la zona costera del café, la banana, o a las haciendas ganaderas con el objeto de ahorrar los suficientes fondos para comprar fertilizantes, medicinas, y semilla para sus ranchos. El trabajo en las maquiladoras y la inmigración a los EUA también se ha convertido en una opción altamente popular, pues los individuos esperan reunir el capital para comprar más tierra.

La proletarización ha llevado a un éxodo de la masa rural evidente a través de toda la América Latina; números crecientes de niños en la calle, pobres urbanos, e inmigrantes a los EUA (tales como los huéspedes de la Casa Juan Diego) son todos síntomas de desplazamiento rural.

Aquellos que escogen permanecer en sus tierras, tales como José, lo encuentran cada ves más difícil el permanecer saludables y alimentar adecuadamente a sus niños. De acuerdo con la UNICEF, Guatemala tiene la peor mortalidad infantil en Centro América, con las poblaciones mayas que experimentan proporciones el doble de altas que las poblaciones no indígenas. Los niños sufren más frecuentemente de enfermedades de tratamiento fácil tales como infección intestinal, influenza, o pulmonía, (Painter, Guatemala: False Hope, False Freedom 1987: 4). El crecimiento de la población en las tierras altas ha resultado en un incremento de degradación ambiental; de-forestación, erosión del suelo, contaminación del agua, y contaminación agro química, lo que ha bajado significativamente la calidad de la vida rural.

Agroimperialismo continuado

Sin romanticismo sobre las dificultades de la vida rural, debemos reconocer que los agricultores de subsistencia y la gente rural mantiene una dignidad que generalmente elude a los pobres urbanos. Esta dignidad proviene del control de sus propios recursos y la independencia sobre los caprichos de la economía capitalista; específicamente del trabajo salarial urbano, trabajo de maquiladoras, y los ciclos destructivos de bonanza y penuria que han caracterizado la economía de exportación de Guatemala desde los tiempos coloniales.

La penosa herencia agrícola y de la extracción de recursos naturales de Guatemala ha creado una subclase rural que sobrevive de las pequeñas sobras de tierra que les ha dejado las plantaciones agrícolas. El futuro es de desolación para los minifundistas. Los cuatro hijos de José no podrán soportar una familia de la tierra que hereden de su padre; lo más probable es que ellos busquen oportunidades en la ciudad de Guatemala o en los EUA.

Mientras que la distribución injusta de tierra (debido a la expansión de las compañías de comida multinacionales) es la causa del crecimiento del proletariado, la política extranjera de los EUA complica el problema al minar la subsistencia agrícola y anima a los minifundistas a abandonar los plantíos de alimentos por agricultura de exportación. La política exterior de EUA, empezando por la Alianza para el Progreso durante la era de Kennedy y continuando hasta la iniciativa de la Cuenca del Caribe de Reagan, es principalmente responsable por la proliferación de la producción de guisantes, brócoli, moras, melón, y producción de flores a través de los campos de Guatemala. La política exterior de los EUA restringe la independencia económica de los rancheros por medio de promoción de la producción agrícola exclusiva de la comida corriente (maíz, frijoles, trigo, etc.) para la exportación. La Enmienda Bumpers de 1986 al Acto de Asistencia Exterior, prohibe a la Agencia de los EUA para Desarrollo Internacional (AID) el soportar la producción de comida corriente, por que estos productos podrían competir con las exportaciones agrícolas de los EUA.

Exportación de agricultura no tradicional (NTAE) se originó en los intereses políticos y económicos de los EUA, mas que por el interés sobre los problemas agrarios de Guatemala. Douglas Murray nota que en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, los EUA vieron a la pobreza de América Latina como un campo fértil para manipulación comunista. La intervención de los EUA fue necesaria para proteger la santidad política del hemisferio y asegurar los mercados abiertos de los productos Norte Americanos. El hace notar que la promesa de desarrollo agrícola, “estaba basada en la profunda fe en la habilidad organizativa del estado capitalista y las fuerzas del mercado” (Murray, Cultivating Crisis: The Human Costs of Pesticides in Latin America 1995: 2). Los responsables de la política enfocaron a la agricultura como una arena económica que podría generar capital suficiente para eventualmente alimentar la industrialización del tercer mundo. Ellos promovieron prácticas agrícolas de alta tecnología, “la revolución verde” sin considerar la importancia agrícola para la seguridad de la subsistencia en la nutrición de la región.

Los minifundistas guatemal-tecos han ganado poco con la introducción de las especies de semillas genéticamente alteradas las NTAE’s, los sistemas elaborados de irrigación, la maquinaria agrícola, y los químicos agrarios que caracterizan a la Revolución Verde Agrícola. Yo hablé con muchos cultivadores guatemal-tecos de coliflor que eran poco mas que esclavos de las corporaciones de comida multinacionales, las que compraban y luego exportaban sus productos. Los químicos para la agricultura fueron provechosos inicialmente al añadir nutrientes a los exhaustos suelos (los rancheros ya no tenían tierra suficiente para la rotación), pero esto también incrementó la dependencia en la economía por el efectivo y creó problemas de salud. Los críticos de la política agropecuaria de exportación de los EUA apuntan a los retornos injustos y a los riesgos ambientales de la agricultura de exportación como un síntoma de técnicas agrícolas insostenibles y también por la pobre planificación de las exportaciones. (Tucker, “The Promotion of Nontraditional Agricultural Exports,” enPoverty, Natural Resources and Public Policy in Central America, ed. Sheldon Annis 1992, pp. 107-135.). Las NTAE’s como las cosechas de exportación más tradicionales de banana, café, y algodón, benefician a las corporaciones de comida multinacionales y a la clase más rica de Guatemala.

Trabajador Católico de Houston, Vol. XIX, No. 4, junio-julio 1999.