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EL LLAMADO DEL PAPA AL OESTE: UNA CIVILIZACION DE AMOR

En el aniversario de la publicación hace un año de una declaración firmada por los editores de nueve publicaciones católicas, el Trabajador Católico de Houston aquí publica esa declaración, “Una civilización de amor: el llamado del Papa al Oeste” y agrega su ratificación a ello.

Con la caída del comunismo hubo la esperanza de que la tremenda energía de la guerra fria pudiese ser invertida económicamente para el mejoramiento del Tercer Mundo y por la paz. Desafortunadamente, esto no está pasando.

El demonio del comunismo que ha sido exorcizado del mundo aparentemente ha regresado con siete más demonios. El abuso que el comunismo supuestamente estaba tratando de detener se ha multiplicado geometricamente–el motivo del lucro reina supremo.

Nos encontramos cada día en Casa Juan Diego la devastación económica que acosa al Tercer Mundo.

Estamos agradecidos que el comunismo ya no aterroriza a la gente en muchos países. Fue el responsable de millones de muertes de gente inocente.

Mientras la amenaza del comunismo ha retrocedido, la amenaza de opresión económica ha surgido como un gigante a aterrorizar a los pobres. El comunismo forzaba al Primer Mundo a preocuparse por las necesidades de los pobres. Esta fuerza ya no está presente para la promoción de derechos humanos entre gente trabajadora.

Con la publicación de esta declaración, David Schindler nos recuerda en la edición en inglés de Communio que “La liberación económica del Oeste es pernicisiosa de una manera que el comunismo no es, porque el liberalismo llena la cultura con su visión tan imperceptiblemente e invisiblemente. Las culturas aceptan la libertad Oeste solamente para
descubrir ¿muy tarde?–que no se han quedado libres sino atados por el consumismo del Oeste. La gente reconoce que han perdido su libertad cuando han sido aplastados por un tanque. No se dan cuenta tan pronto de la pérdida de la libertad que viene con la debilitación del alma y la esclavitud al apetito.”

La encíclica Centesimus Annus señala fuertemente, al contrario a los comentarios de algunos teólogos neo-conservadores, las serias reservaciones acerca de problemas creados por el capitalismo y pide un capitalismo responsable haciendo decisiones morales. La encíclica hace muchas referencias a “necesidades humanas que no encuentran lugar en el mercado,” (CA, n.34), y nos alerta a los peligros del consumismo, explicando claramente que esto está conectado a la destrucción ecológica y enajenamiento social (CA., n. 36,37,4l).

Publicamos esta declaración en conjunto, de la cual se incluyen firmas de editores de publicaciones que representan varios puntos de vista, para continuar e incitar un diálogo y percepción entre católicos y otros cristianos acerca de nuestra responsabilidad por la situación económica en nuestro mundo y por las implicaciones del llamado del Papa a la
santidad para cada una de nuestras vidas diarias y nuestros estilos de vida:

ENCICLICA NOS PIDE QUE CAMBIEMOS NUESTROS ESTILOS DE VIDA

El derrumbamiento del comunismo internacional ha destruído uno de los más óbvios enemigos de la libertad humana, pero ha dejado al Tercer Mundo muerto de hambre, en su miseria, aun cuando prevalece la anarquía moral de una masa de cultura popular en el opulente Oeste—destruyendo aquellas “cosas comunes” (G. K. Chesterton) que se encuentran en la raíz del orden social y la comunidad orgánica.

Y así, cuando el Papa Juan Pablo II critica la complacencia de las naciones desarrolladas, y ve hacia ellas para que hagan “cambios importantes en estilos de vida establecidos, para poder limitar el deshecho de recursos ambientales y humanos,” (Centesimus Annus, n. 52), esto no es solo un “degenerado fragmento retórico que de alguna manera se discurrió en el texto…notable primeramente por su incongruidad con el argumento que de otra manera el Papa hace” (como un destacado teólogo neo-conservador ha afirmado). El Papa está estableciendo uno de los más fundamentales requerimientos de la nueva evangelización.

El llamado universal a la santidad, hecho en concreto en la promoción de justicia y llevando hacia una civilización de amor, exige nada menos que un cambio de estilo de vida. El Papa llega al grado de cuestionar los “modelos de producción y consunción” que dominan la teoría económica de hoy en día, y aun “estructuras establecidas de poder que hoy gobiernan las sociedades” (CA, n. 58). La necesidad de responder a este llamado no puede ser más urgente. “Todos deben poner su mano al trabajo que le corresponde, y esto inmediatamente y directamente, antes de que la maldad que ya es tan grande que se convierta por la demora absolutamente sin remedio.” (CA, n. 56, citando Rerum Novarum)

Firmado (afiliaciones para identificaión solamente)

  • Jennifer Belisle (Catholic Worker—Trabajador Católico de Nueva York)
  • P. Ian Boyd, CSB (Chesterton Review—Revista Chesterton)
  • P. Daniel Callam, CSB (Canadian Catholic Review—Revista Católica Canadiense)
  • Stratford Caldecott (Chesterton Review—-Revista Chesterton)
  • P. David M. Denny (Desert Call/Forefront—Llamado del Desierto)
  • Frank Donovan (Catholic Worker—Trabajador Católico de Nueva York)
  • James Hanink (New Oxford Review)
  • Maclin Horton (Caelum et Terra)
  • P. William McNamara, OCD (Desert Call/Forefront—Llamado del Desierto)
  • Robert Moynihan (Inside the Vatican—Adentro del Vaticano)
  • Michael O’Brien (Nazareth)
  • Daniel Nichols (Caelum et Terra)
  • David L. Schindler (Communio—edición en inglés)
  • David D. Spesia (Communio—edición en inglés)
  • Dale Vree (New Oxford Review—Nueva Revista Oxford)
  • Marcos y Luisa Zwick (Trabajador Católico de Houston)

Trabajador Católico de Houston, enero-febrero, 1996